nuevatribuna.es |Carlos
Carnero | Director gerente Fundación Alternativas|
24 Febrero 2015 -
12:20 h.
Tsipras ha construido su propia derrota en Bruselas a la
primera de cambio. Olvidemos los paños calientes: eso y no otra cosa ha sido el
acuerdo del Eurogrupo del viernes 20 de febrero: un fracaso en toda regla de la
táctica y la estrategia del nuevo Gobierno de Grecia.
Ninguna de las promesas electorales de Syriza ha salido
adelante. Únicamente algunas cuestiones de segundo nivel han sido aceptadas por
el resto de países de la zona euro, las mismas, por cierto, que ya había
propuesto y habría obtenido el Ejecutivo de Samarás.
Pero la adopción del acuerdo del Eurogrupo (por una
unanimidad que incluye a Grecia) es solo la primera taza amarga que Tsipras va
a tomarse. Después vendrán otras, en aplicación del mismo: la presentación y
aprobación por los socios del euro de un nuevo listado de reformas; la retirada
o vaciamiento de algunas de las primeras e impactantes medidas presentadas por
su Gobierno al Parlamento, que ni siquiera llegarán a ser votadas; la
liberación de fondos con cuentagotas siempre y cuando se cumplan a rajatabla
los compromisos adquiridos (incluyendo el retorno a Bruselas del único Fondo
hasta el viernes disponible, dotado con 11.000 millones); el cumplimiento total
y en el momento establecido de los pagos de la deuda con los acreedores
(empezando por los que habrá de hacer al Banco Central Europeo en verano); las
visitas y la aprobación de la Troika de todos los pasos a dar, aunque ahora
llegue en vuelos y horas distintas a la capital helena; y así un largo
etcétera.
En realidad todo se resume en una frase: Syriza afirmó que
con su victoria electoral el rescate firmado por los anteriores gobiernos había
muerto y el 20 de febrero lo ha aceptado con todas y cada una de sus siete
letras. Como hará con el tercer rescate, a no ser que cambie 180 grados su
táctica y su estrategia en Europa.
Tsipras ha olvidado varias cosas: que tan legítimo es su
gobierno como el resto de la zona euro; que su capacidad de obtener concesiones
amenazando a la UE con provocar el caos del euro es inversamente proporcional
al número de instrumentos y mecanismos puesto en pié con éxito desde el inicio
de la crisis para evitar nuevas crisis de la moneda única; que su país está
como está por muchas cosas, incluyendo en primer lugar los propios errores
nacionales cometidos por Gobiernos votados en las urnas (y también, por
supuesto, por los provocados por el exceso de austeridad demandado a Atenas).
Y, sobre todo, no ha comprendido que la clave de bóveda de
la UE se asienta en la negociación y el consenso garantizando el cumplimiento
de lo acordado. La política de la silla vacía practicada por el General De
Gaulle o por Margaret Thatcher no solo es cosa del pasado: hoy la Europa
comunitaria ya no es una coordinadora de estados, sino una unión política,
económica y monetaria -aunque todavía imperfecta-. Ni siquiera países tan
fuertes como Francia o el Reino Unidos estarían hoy en disposición de bloquear
la UE por una decisión unilateral. Así que imaginen si puede conseguirlo un
socio que representa un 3 % del PIB comunitario y le debe a sus socios y
al BCE más de 200.000 millones de euros.
Tras ganar las elecciones, escribí aquí un post en
titulado "Tsipras: ayúdanos a ayudar a Grecia". Lamentablemente, no
lo ha hecho y las consecuencias de su error las van a pagar los griegos y,
probablemente, todos los que pensamos que la política de la austeridad a
ultranza debe ser superada por otra basada en la austeridad y, en el mismo
nivel, el crecimiento y la creación de empleo de calidad. En realidad, el
maximalismo de Syriza le ha hecho un gran favor a los heraldos de la austeridad
por la austeridad, que han dado un golpe de autoridad sobre la mesa. Empezando
por Alemania.
Los programas electorales dejan de serlo cuando se
convierten en eslóganes. Por eso, haría bien Tsipras en adoptar ahora un
programa de gobierno que permita a Grecia conseguir objetivos factibles para
salir de la crisis con la ayuda europea. De momento, su margen se ha agotado.
Podrá recuperarlo si empieza a pensar en términos europeos, formando alianzas
realistas con quienes quieren y pueden ayudarle, como los socialistas, pero con
los pies en la tierra.
Porque más vale un buen acuerdo que una impactante rueda de
prensa de Varufakis. A él y a su primer ministro lo ocurrido el viernes 20 de
febrero Tsipras debería servirles para reorientar su política. De lo contrario,
el favor seguirán haciéndoselo a los más duros de la austeridad como medio y
como fin en sí mismo. Y los demás no tenemos por qué pagar los platos rotos de
sus errores y los de sus palmeros en otros países."
Fuente: www.nuevatribuna.es
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