Las
respuestas a la crisis no discurrieron por la exigencia de responsabilidades a
los causantes de la misma y por medidas que, analizadas sus causas, las
eliminaran.
nuevatribuna.es | Joaquín Aparicio | 27 Febrero 2015 - 18:27
h.
Las respuestas a la crisis de 2008 no discurrieron por la
exigencia de responsabilidades a los causantes de la misma y por medidas que,
analizadas sus causas, las eliminaran. Altas autoridades del Banco de España,
por ejemplo, vinieron a decir que la búsqueda de responsables estaba
fuera de lugar. Impune de sus fechorías, la oligarquía financiera
transnacional ha pasado al ataque para configurar un mundo en el que su poder
económico aumenta, el valor del trabajo se degrada cada vez más y la mayoría de
los ciudadanos, en consecuencia, se empobrece y tiene menos derechos. Es decir,
se está degradando la democracia que tantas luchas y esfuerzos ha costado. Una
auténtica regresión histórica que obliga, de nuevo, a la acción, a la lucha de
los de abajo (la inmensa mayoría) contra los de arriba, dado que estos han sido
los que con saña han empezado ahora tan brutal agresión. El pueblo
griego ya ha empezado y ha puesto al descubierto el profundo autoritarismo de
la Comisión Europea y de los dirigentes de los Estados de la moneda única,
liderados por los de Alemania.
La máxima crueldad se
aprecia cuando piden que se revisen o eliminen las medidas sociales de choque
contra la pobreza en la que más de un 30 por ciento de la población ha caído,
como la subida del salario mínimo, los comedores escolares gratuitos, las
ayudas para pagar la electricidad en los hogares sin recursos, la recuperación
de la asistencia sanitaria para los excluidos de ella, la recuperación de pagas
extra de las pensiones eliminadas con anterioridad
W. Schäuble, el ministro de Finanzas de Alemania, no
para de proferir insultos y amenazas al nuevo gobierno griego, al que ha
tildado de irresponsable, pero se encuentra en un atolladero. El pueblo griego
ha dado un mandato al Gobierno de Syriza para que corrija las
desastrosas políticas que, impuestas por la troika, han empobrecido Grecia. Es
decir, el titular de la soberanía ha dado un mandado muy claro a sus
representantes políticos y ante él están respondiendo. Nada pues de
irresponsabilidad. Frente a este incuestionable hecho Schäuble, aunque no lo
explicita, no puede evitar reconocer que las elecciones son una de las maneras
de expresión de la democracia cuyos resultados no se pueden ignorar, como
pretende. Frente a tan incontestable hecho, y para neutralizar su potencia, ha
afirmado que también deben respetarse otras elecciones que se han hecho en los
distintos países de la Unión monetaria y, por lo tanto, el Gobierno griego debe
seguir con las “reformas”. Conviene destacar por su crueldad algunas de ellas
como son la privatización de todo lo que queda de público como
ferrocarriles, aeropuertos, edificios públicos, hospitales, etc…Como ha
dicho Lettieri, todo “un programa de rapiña en beneficio de las
oligarquías privadas griegas e internacionales, como sucedió en los países de
la vieja economía comunista tras el colapso de la Unión Soviética”, y, en
segundo lugar, desregular las relaciones laborales dando más poder al
empresario acabando con la negociación colectiva sectorial, facilitar el
despido libre, bajadas de salarios…Todo esto nos suena mucho a los
españoles. Pero la máxima crueldad se aprecia cuando piden que se revisen o
eliminen las medidas sociales de choque contra la pobreza en la que más de un
30 por ciento de la población ha caído, como la subida del salario mínimo, los
comedores escolares gratuitos, las ayudas para pagar la electricidad en los
hogares sin recursos, la recuperación de la asistencia sanitaria para los
excluidos de ella, la recuperación de pagas extra de las pensiones eliminadas
con anterioridad. En resumen, la Comisión Europea y el eurogrupo
están tratando de imponer el desmantelamiento del Estado social
reconocido en la Constitución griega y para ello apelan a que
Grecia está en una Unión con otros socios cuyas reglas debe respetar. Pues
bien, el halcón Schäuble debería recordar lo que su propio Tribunal Federal
Constitucional dejó claro en su sentencia de 30 de junio de 2009, en la que
revisó la compatibilidad con su Constitución de la ley por la que Alemania
ratificó el Tratado de Lisboa.
El halcón Schäuble debería recordar lo que su propio Tribunal
Federal Constitucional dejó claro en su sentencia de 30 de junio de 2009, en la
que revisó la compatibilidad con su Constitución de la ley por la que Alemania
ratificó el Tratado de Lisboa
En aquella sentencia el Tribunal venía a decir que mientras
no exista un pueblo europeo titular de la soberanía de una hipotética
Federación Europea, ésta reside en cada uno de los pueblos organizados en los
Estados miembros y por ello, la integración europea, construida mediante la
atribución de competencias soberanas de los Estados, no puede realizarse de
manera tal que impida a éstos retener las facultades suficientes para la
formación política de las circunstancias sociales, culturales y económicas de
la vida. La Unión Europea no puede deteriorar el sistema jurídico democrático
de Alemania alterando las estructuras esenciales de sus sistema constitucional
como son las establecidas en el art. 1 de la Constitución, que reconoce la
protección de la dignidad humana y la vinculación del poder a los derechos
fundamentales y en el 20, que declara que Alemania es un estado federal,
democrático y social en el que el poder emana del pueblo y, “contra
cualquiera que intente eliminar este orden todos los alemanes tienen derecho de
resistencia cuando no fuera posible otro recurso”. Son los pueblos de los
Estados miembros los poseedores del poder constituyente y la Constitución
alemana no permite que ninguno de los poderes del Estado disponga de los
elementos esenciales de la misma. El Tribunal Federal Constitucional vigilará
que tampoco la Unión Europea transgreda la identidad constitucional, que está
protegida por una “garantía de eternidad” (incluso frente al legislativo
nacional) en tanto el constituyente no diga otra cosa, hay que entender.
En una línea parecida se pronunció el Tribunal
Constitucional español en la Declaración 1/2004 al establecer que en la
atribución de competencias a la UE hay “límites materiales, no recogidos
expresamente en el precepto constitucional, pero que implícitamente se derivan
de la Constitución y del sentido esencial del propio precepto, se traducen en
el respeto de la soberanía del Estado, de nuestras estructuras constitucionales
básicas y del sistema valores y principios fundamentales consagrados en nuestra
Constitución, en el que los derechos fundamentales adquieren sustantividad
propia (art. 10.1 CE)”. La consecuencia es clara, lo que no vale para
Alemania (ni como se ve para España) no vale tampoco para Grecia, cuyos poderes
públicos están obligados a respetar la dignidad de la persona que resulta del
respeto de los derechos fundamentales y el Estado Social y Democrático de
Derecho, de lo que no pueden abdicar por mucho que se lo pidan poderes de la
Unión Europea, poderes que, con toda probabilidad, están actuando “ultra
vires”. De la actuación bochornosa de nuestro Gobierno mejor guardar
prudente silencio, la educación lo pide, como máximo habría que decir que el
servilismo nunca ha dado buenos resultados.
Tal vez sea hora de que los ciudadanos europeos nos
manifestemos ante las sedes que en cada una de las capitales europeas tienen la
Comisión y el Parlamento Europeo para recordarles cosas como estas.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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