¿Para qué sirve, realmente, la Organización de las Naciones
Unidas?
Por Lilian Lechuga
Jueves, 14 de agosto de 2014
El secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon,
con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu
Esta institución mundial enclavada en Nueva York ha servido siempre para avalar
los crímenes, los abusos, el genocidio de Washington y sus
aliados. En este momento asistimos a las barbaridades que comete el
gobierno de Tel Aviv contra los habitantes de la
Franja de Gaza sin reparar en los miles de niños y adultos víctimas de
la voracidad de asesinos respaldados por la Casa Blanca.
Recuerdo que en su primer mandato, Obama se pronunció
hipócritamente a favor de restaurar las fronteras que existían entre Israel
y Palestina antes de la guerra de 1967. Pero no incluyó nada en
su discurso que permitiera pensar que iba a presionar a Israel para que
cambiara su actitud belicista y mucho menos que se retiraran de los
asentamientos israelíes. En definitiva, reiteró que se opondrá a que los
palestinos pidan su reconocimiento como Estado en la ONU y que su defensa de la
existencia de Israel es inflexible.
Finalizando su primer período, se reunió con los miembros de la AIPAC
(American Israel Public Affaire Committee), o lo que es lo mismo, el lobby
israelí donde se pronunció a favor de la seguridad de Tel Aviv y
subrayó que proseguirá su contubernio con ese gobierno. En boca del jefe
de la Casa Blanca la seguridad de Tel Aviv significaba que un nuevo Estado palestino
sería desarmado, mientras Israel conservaría su inmenso e ilegal arsenal
atómico, y seguiría recibiendo más que nunca las armas yanquis más
sofisticadas, abrogándose el derecho a decidir qué territorios
devolvería.
Muchos pensaron que tal vez por ser el primer mandatario yanqui
afronorteamericano, se distanciaría de las ataduras de sus antecesores a los
intereses de los grandes emporios fabricantes de las cada vez más sofisticadas
y poderosas armas para liquidar a pueblos enteros.
Olvidaron la existencia del Pentágono y sus exigencias.
Tal fue su hipocresía que aún con las muestras que ya había dado de lo que
vendría después, allá en Oslo se apresuraron a conferirle nada menos que el
Premio Nobel de la Paz.
Se puede afirmar que la ONU ha asistido impertérrita a todos los crímenes
cometidos por los yanquis y sus aliados. Haría falta que desapareciera,
habida cuenta de su papel contemplativo como le sucedió a su antecesora, la
Sociedad de Naciones que tuvo su sede a orillas del lago Leman en Ginebra al
finalizar la Primera Guerra Mundial.
La burla de las grandes potencias a la Sociedad de las Naciones es un
antecedente a considerar en las presentes circunstancias porque desembocó en
una guerra. Hizo trizas los principios enunciados para el arreglo
pacífico de las controversias y la no intervención, echó a un lado los
propósitos de la limitación de armamentos.
Y no es ocioso recordar ahora la persistente política de los Estados Unidos al
avanzar en el dominio mundial de acuerdo con su ideología y basado en su
potencial económico y militar. Esa intención tuvo una clara expresión
cuando se discutía el Pacto que dio vida a la organización internacional, en
medio de una situación de una Europa devastada por la guerra y el florecimiento
de las ambiciones de las potencias del Viejo Continente cuando el presidente
Wilson, que se presentaba como paladín de la democracia, presionó para que se
incluyera en el documento una mención a la Doctrina Monroe,
uno de los instrumentos de dominación de América Latina, invocado con harta
frecuencia en aquellos años de intervenciones militares de Washington en países
latinoamericanos. A la sazón, las tropas norteamericanas ocupaban
Haití, Nicaragua y República Dominicana para imponer gobiernos sujetos
a los deseos y ambiciones de Washington.
Se pueden relacionar múltiples agresiones para las cuales se han inventado
cualquier cantidad de falsos pretextos como en Iraq, Afganistán y más
recientemente el conflicto con Siria y las amenazas a Rusia
por la situación en Ucrania. En el siglo pasado
abundaron las agresiones como las de Cuba, Granada, Guatemala,
República Dominicana, Haití, Nicaragua y Panamá, los interminables
conflictos en el Medio Oriente, las agresiones del militarismo
japonés en Asia y los enfrentamientos en África para señalar solo algunas de
las situaciones que han dejado incontables víctimas en sucesos dramáticos y
cruentos. Todo ello con la anuencia de la ONU donde ocurren eventos tan
inverosímiles como ignorar el rechazo de casi todos los países miembros al
bloqueo yanqui contra el gobierno de La Habana.
El desplome de la Unión Soviética que arrastró a los otros países socialistas
de Europa ha dejado una huella profunda en la historia de finales de siglo y ha
significado una alteración sustancial en las relaciones internacionales.
El criminal ataque al pueblo serbio realizado impunemente por el sofisticado
aparato militar de los Estados Unidos y sus cómplices europeos abrió un nuevo y
peligroso capítulo en la historia de estos años. Se barrieron de un golpe
los principios que dieron vida a las Naciones Unidas quebrando
el sistema de seguridad.
El asalto a Yugoeslavia recuerda el papel negativo de la Sociedad de Naciones
que no pudo detener la invasión fascista a Etiopía, no brindó ayuda al gobierno
legítimo de España en l936 y aceptó la intervención de Alemania e Italia a
favor de las fuerzas retrógradas que hirieron de muerte la democracia en la
Península, se hizo cómplice de la nefasta política de No Intervención a favor
de los fascistas españoles, contempló indiferente la anexión de Austria a
Alemania y el sacrificio de Checoeslovaquia, entregada a Hitler
por los gobiernos de Francia y Reino Unido.
La burla de las grandes potencias a la Sociedad de Naciones es
un antecedente a considerar en las presentes circunstancias, habida cuenta de
la no intervención de la ONU a favor de los pueblos víctimas
de los genocidios. Hace añicos los principios enunciados para el arreglo
pacífico de las controversias y la no intervención, ignora los propósitos de la
limitación de armamentos. Nada da lugar a la esperanza de que cambiará la
política de los Estados Unidos de avanzar en el dominio mundial de acuerdo con
su ideología y basado en su potencial económico y militar.
Hoy Naciones Unidas está al borde de un estrepitoso naufragio como le sucedió a
su antecesora.
De
Cubadebate
Título original: "¿Para qué sirve la ONU?
Fuente: http://canarias-semanal.org/
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