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agosto, 2014 10 Comentarios Fuente: La Republica
Rafa MP, Brigadista antifascista en Ucrania
Podría volver a describiros como un ejército,
mercenarios nazis y un gobierno legitimado por más de medio mundo, están
asesinando y torturando a miles de personas por simples motivos de odio e
intereses económicos, pero seguramente los que lleguéis a leer esto lo sabréis
perfectamente; y ya duele tanto escribirlo, como verlo a diario, así que me
niego a hacerlo nuevamente.
También podría volver a reflexionar sobre el
comunismo, la lucha de los pueblos, la libertad… Y seguiría siendo de igual
manera infructuoso.
Este escrito, cumpla finalmente su función o
no, va dirigido a la totalidad de la población, que como en anteriores
ocasiones publiqué, sería incapaz de mantener los ojos abiertos más de un
segundo al presenciar tan injustificable masacre.
Lo escribo en un momento delicado, bastante
delicado, de gran incertidumbre, cuando en la base apenas sale un hilo de agua
de los grifos, y ni puedo imaginar cómo estarán en otras poblaciones más
asediadas. Se perciben caras de preocupación entre los milicianos más
experimentados. El idioma es una dificultad, pero poco a poco vas entendiendo
parte de las conversaciones, y sobre todo, interpretas gestos, caras, miradas.
Me da la sensación de que la Junta golpista de Kiev quiere echar el resto antes
de posibles toques de atención, vengan de donde vengan… (Al menos esta es mi
opinión). Están intentando tomar la región por todas partes, y eso
evidentemente se traduce en más muerte y destrucción.
Pero insisto, la motivación que me lleva a
parar un instante a escribir, no es volver a transmitiros un parte de guerra.
No se trata de eso. Solo pretendo que intentéis hacer el esfuerzo de sentir lo
que he sentido al mirar tantos ojos inundados del más absoluto dolor.
Te desgarra el corazón. Dormir cada noche al
lado de un gran hombre, que se preocupó por nuestro bienestar desde que
llegamos (en la medida que la actual precariedad permite), que no descansaba
hasta asegurarse de que la labor que desempeñaba por su pueblo estaba
concluida… y al día siguiente portar su féretro rodeado de una familia e
innumerables amigos rotos de dolor, supera a cualquiera.
Hace un par de días, me encontraba al otro lado
de un rio controlando un pequeño bosque y unos caminos y senderos que daban
acceso a una pequeña población de la región de Donetsk, con el horrible sonido
ambiente atronador de fondo. Vigilábamos la retaguardia de la primera línea que
intentaba asegurar la zona de Yasunovata, castigada a diario durante el pasado
fin de semana por la artillería del ejército ukro.
Transcurridas unas horas, mi superior situado
al otro lado del rio para guardar la entrada del camino principal del pueblo,
me hizo señas para que me dirigiera hacia él. Los vecinos nos habían sacado
leche fresca muy fría y una especie de carne rebozada que no supe identificar,
pero que agradecías enormemente después de tanto rato bajo un insufrible sol,
con botas, pantalón largo, chaqueta, un pesado chaleco y demás accesorios
indispensables; más aún cuando la botella de agua que teníamos en el vehículo
casi se evaporaba de la alta temperatura.
Mientras tomábamos dicho refrigerio varios
vecinos se acercaron, agradecieron mi labor, nuestra labor, y me dieron
muestras de profundo y sincero respeto por haber venido desde tan lejos para
apoyar su defensa. Mi “khomandir” ya les había estado contando nuestro periplo.
Al rato, una preciosa niña de unos 10-12 años
se acercó junto con su perro, ya que su padre se encontraba charlando con
nosotros. De pronto reconoció mi cara y el lazo republicano de mi muñeca, al
haberlo visto días atrás en la televisión en una de las entrevistas que nos
realizaron (entrevistas que por cierto desesperan, no porque considere que no
puedan ser de utilidad, sino porque se te ocurren mil cosas mejores que hacer
en esta tierra dada la situación actual). Al verme sonrió, una de esas
sonrisillas semi avergonzadas al encontrarse allí junto a alguien que había
visto en TV, una linda sonrisa.
Dos horas después, encontrándonos de nuevo en
nuestras posiciones, un compañero me alerto de que tenía que regresar
rápidamente al vehículo. Corres como nunca, lo has hecho al escuchar cada vez
más cerca los estruendos de tu columna en retirada y los bombazos de la
artillería enemiga. Monté en el coche que me esperaba con la puerta abierta y
ya en movimiento. Había que marcharse con total celeridad, ya que habían
llegado significativos refuerzos del ejercito fascista y no se podía mantener
la posición sin comprometer la seguridad de la población; había que llevárselos
de allí.
Vigilante desde la ventanilla del coche,
mientras abandonábamos el pueblo, observaba como sus habitantes nos despedían
con gritos de ánimo, aplausos y puños en alto desde las puertas de sus casas.
Entonces volví a ver a esa niña, ella no aplaudía ni gritaba. Esa preciosa niña
tenía dibujado en sus ojos la imagen del más absoluto terror. Esa niña, que
seguramente meses atrás vivía feliz, iba al colegio y jugaba con sus familiares
y amigos, ahora solo podía pensar en cómo caerían de cerca las balas y los
misiles en esta ocasión.
No sé cómo estará, no sé si su pueblo ha sido
bombardeado en estos días… es posible, ya que el conflicto en la zona sigue
siendo duro y constante.
Historias miles, diarias, dramáticas. Las que
llegas a conocer y las que no. Como para escribir uno y cien libros cargados de
sufrimiento y horror.
A los pocos días de llegar aquí, discutía por
wassap con un familiar directo acerca de porqué había tomado la decisión de
llevar a cabo esta “locura”. Comprometía mi seguridad y la de mi familia. Por
desgracia, como poco después ocurrió, su seguridad y también su intimidad. Les
dejaba sumidos en la más absoluta preocupación, con los riesgos que esto también
conllevaba…
¿Por qué? Porque si algún día mi pueblo, mi
gente, mi familia y amigos, se encuentran sufriendo una atrocidad semejante a
la que padece esta población, solo podre soñar y desear que mucha gente tome
esta misma decisión que yo he tomado; y por qué creo que a todos y cada uno de
vosotros os ocurriría lo mismo.
Y cerca de cumplir un mes en el Donbass os
diré, que aunque a nadie le desearía tener que presenciar y vivir esto, para
nada me arrepiento de estar aquí. Aunque solo fuese para tratar de
transmitiros, como ahora intento hacer, de mi puño y letra, cuanto sufrimiento
producen los macabros intereses de unos pocos.
Les culpo a ellos, son los máximos responsables
de esta terrible página de la Historia. Al presidente Petro Poroshenko y su
gobierno golpista de ideología nazi-fascista, al resto de estados de la UE, al
de EEUU, y un larguísimo etcétera…
Pero, y perdonadme por el atrevimiento, también
os culpo a todos los que con total indiferencia miráis hacia otro lado, ponéis
excusas vacías de argumentación, y no hacéis absolutamente NADA por estos
niños, estos ancianos, estas personas que de manera independiente, y ajenas a
ideologías, lo único que quieren es recuperar una paz y libertad que les ha
sido arrebatada hace demasiado tiempo. Supongo que la comodidad de vuestras
vidas no os deja tiempo y/o ganas para más.
Os acuso de ser cómplices silenciosos del
asesinato, tortura y masacre de miles de personas. Porque si queréis, podéis
conocer la verdad de lo que aquí ocurre, yo lo hice previamente a mi traslado.
Porque si queréis, entre todos, podemos acabar con ello. Me dan igual vuestras
ideologías y tendencias políticas, aquí hay un gobierno y súbditos forzados que
atacan a población civil (con muchos de esos súbditos que ya se han negado a
ello y han pasado a formar parte de las milicias o han huido por temor a
represalias), y frente a ellos otra parte, una milicia formada en su inmensa
mayoría por trabajadores como vosotros, que con múltiples tendencias, cierto
es, la defiende.
Me enorgullece ver como compañeros están
luchando para detener el genocidio en Gaza, tenéis todo mi apoyo. Pero al mismo
tiempo me entristece profundamente observar como muchos miran hacia otro lado
en lo que al conflicto ucraniano se refiere, no puedo entenderlo… ¿A que tenéis
miedo? ¿Es porque nos toca lo suficientemente cerca que nuestra implicación
debería ser mayor? ¿Es porque está en nuestras manos exigir a nuestros
respectivos gobiernos que dejen de legitimar (y financiar en muchos casos) a
otro gobierno que está persiguiendo y aniquilando a gran parte de su población?
¿Acaso no luchamos por la justicia y la libertad de los pueblos?
Son personas las que aquí mueren a diario.
Personas como TÚ y como YO. Que hasta hace muy poco disfrutaban de la
tranquilidad y comodidad que ahora estaréis sintiendo en vuestros hogares, y
que tan rápido como a ellos les fue robada, a TODOS os la pueden arrebatar.
Se llama EMPATÍA, ponerse en el lugar del otro.
Se llama SOLIDARIDAD, no permitir esta
injusticia.
Fuente: http://www.larepublica.es/
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