José
Enrique Centén Martín
22 de
Agosto de 2014
Se proclama como un partido demócrata e intenta
engañarnos con el beneficio de un cambio en la ley electoral, propuesta para
esconder su miedo ante la próxima perdida de sus feudos municipales o
autonómicos, siempre cuentan con aproximadamente el 32% de electores fijos que
unido a las abstenciones creen que lograrán el bochornoso y ansiado porcentaje,
¿dónde está la representatividad del 60% restante de votantes?, esta pretendida
reforma es acabar con la democracia mediante Decreto Ley, medida propia de dictaduras
pasadas y actuales. Herbert Spencer enfatizó: “cuando los parlamentos intentan
imponer una concepción del bien, aunque sólo en una minoría, no son diferentes
a las tiranías, no es proteger los derechos de sus ciudadanos”.
Ocurre con nuestro parlamento con la Ley D´Hont donde
puede lograrse que nos gobierne un partido con el 33% de los votos, que
mediante la Ley D´Hont se convierte en mayoría de escaños, forma torticera de
representación, porque esa mayoría de escaños no es la representación mayoritaria
y directa; eliminándola se haría efectiva y real una persona un voto, no como
actualmente, donde una minoría de votantes en manos de un partido ejerce el
poder, contrariamente al rey Midas, todo lo que toca lo convierte en mierda, al
tener como bandera la impunidad, el beneficio de amigos y parentelas,
practicante de una corrupción generalizada con el beneplácito de sus votantes,
por si pillan algo.
Se debe cambiar la Constitución y elaborar leyes para
la consecución de un Estado participativo, limitando los cargos electos a dos
legislaturas seguidas como máximo, evitando una especie de aristocracia o de
oligarquía política, privilegiada de hecho, no de derecho, dedicada
exclusivamente a la dirección de los asuntos públicos del país. Constitución al
servicio de la ciudadanía, no como la actual que se acerca a la definición de
J.J. Rouseau "... la voluntad general es siempre recta y tiende siempre a
la utilidad pública... Siempre quiere uno su bien, pero no se lo ve siempre
bien; nunca se corrompe al pueblo, pero se le engaña a menudo, y entonces es
cuando parece querer lo que es malo."
Porque con la Constitución actual se da lo que ejerce
el actual presidente de gobierno, al formar parte de esa casta política, no
tiene otra Ley que la expresada en la frase “Laissez faire et laissez passer”,
una cortina de humo consistente en afirmar que los problemas son demasiado
complejos para la comprensión del hombre común.
La ciudadanía está harta de la práctica ejercida hasta
el momento, es hora de cambiar para conseguir que estemos realmente
representados todos y cada uno de los ciudadanos. Un ejemplo de
representatividad en un ayuntamiento, comunidad autónoma o en el Estado, sería
ser gobernados por encima del 75% de los votos directos, sean de un partido o
coalición, equilibrando las distintas formas de la concepción de un Estado,
porque tampoco la mayoría del 51% es representativa al quedar prácticamente la
mitad de la población sin representación. De esta manera podría ser presidente
de la corporación, comunidad o del Estado quien obtenga el 40% de los votos, el
vicepresidente, el primero de la lista siguiente y así sucesivamente, hasta
completar el 75% mínimo, lo ideal sería conseguir el 90%, harto difícil. Pero
con el 75% se logra una gran representatividad y los dirigentes que gobiernen
cada corporación, comunidad o el Estado, ejercen un control sobre el todo y
responderán sobre sus cargos concretos, única manera de que la mayoría de la
ciudadanía se sienta representada realmente.
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