Aníbal Malvar
16 de agosto
de 2014
Resulta
que con el gobierno de Mariano Rajoy, con los recortes sociales, con la
contención del gasto, con las reverencias a la Merkel, con la supresión
de las becas de investigación, con el como dios manda y con las medallas
policiales a la virgen, España ha elevado su deuda en 270.000 millones de euros
en dos años y ocho meses. A más de cien mil millones por cada año de Gobierno
del PP. En cada misa diaria a la que asiste Luis de Guindos, la deuda
española crece 274 millones de euros. O sea, que cada día que pasa cada español
debe cinco euros más, sin contar intereses. Si este ritmo de endeudamiento se
hubiera producido con un gobierno de izquierdas, hoy estaríamos gobernados por
un general de escasos galones intelectuales.
El
problema que yo veo es que esta hipocresía de la derecha dando datos falsos
sobre economía se hace creíble a los esclavos de la derecha, que siguen
diciendo que ZP arrojó al país a la ruina, que se gastó el dinero de
Moscú en subir las pensiones, en incrementar ridículamente el salario mínimo,
en la educación para la ciudadanía, y en las leyes de dependencia y memoria
histórica. Pero al español medio se la sudan las cifras. Se la suda su propia
hambre. Lo que le pone al español medio es la defensa de sus ideas, en plan
defensa del Alcázar.
Me canso de escuchar,
en los bares, a mis amigos conservadores recordándome que la situación
económica del país y la deuda eran insostenibles con el gobierno socialista.
Pues, coño, el récord de endeudamiento de España lo goza con ventaja
inmensurable Mariano Rajoy. Y a mí me sigue pareciendo paradójico que yo,
cuanto menos tengo, más endeudado esté. Y prefiero arrojarme al alcohol y a las
drogas en lugar de a las ideas fijas. Como hacen mis amigos conservadores. Está
claro que con Rajoy ya no estamos viviendo por encima de nuestras
posibilidades, como nos reprochaban empresarios y banqueros que se están
forrando con la crisis. Ahora morimos por encima de nuestras posibilidades. Y
estamos siendo muy generosos, muy por encima de nuestras posibilidades, en esta
eutanasia social de nuestra clase obrera, que ya ni se toma la molestia de
asaltar el palacio de invierno ni Marbella en verano.
Los más sesudos
analistas de la izquierda optimista llevan meses diciéndome que las elecciones
municipales y autonómicas provocarán un adelanto de las generales. Están locos
estos romanos. Si algo ha demostrado Rajoy a lo largo de su extensa e improductiva
carrera política, es que el ser humano puede sobrevivir apacible y eternamente
sin tomar jamás una sola decisión. “La vida no vale nada si tengo que posponer
otro minuto de ser y morirme en una cama”, cantaba Pablo Milanés. Pues
Mariano Rajoy, si fuera de cantar, cantaría todo lo contrario. Rajoy consumirá
cada minuto de presidente hasta que su segundero se canse. No sé si decir que
es su estilo o decir que es su falta de estilo. Ponga el lector la equis donde
mejor le plazca.
El caso es que, echando cifras,
el Gobierno que gobierna como dios manda ha logrado el gran récord de superar
el billón de euros de la deuda española, haciéndola crecer un 25% en solo dos
años y medio de despropósito. Coño, que uno hasta echa de menos a Zapatero,
que no se inclinaba como un lacayo cada vez que desfilaba el genocida ejército
estadounidense, por muy servil que después se mostrara ante el ultimátum de la
reforma del artículo 135 de la Constitución. En todo caso, sé que el tópico de
que la economía va mejor cuando gobierna la derecha seguirá sonando como mantra
en las barras de los bares y entre los bocazas ignaros. Ya se ha dicho aquí que
el español es menos amigo de las cifras que de sus inerciales convicciones.
Recuerdo a un jubilado que me gorroneaba martinis y que dejó de hablarme el día
que le comenté, con mi habitual imprudencia, que durante los años de glorioso
crecimiento de José María Aznar las pensiones solo subían un 3,7 anual.
Mientras el despilfarrador Zapatero las subía un 7 en tiempos de menor bonanza.
Al carajo con las cifras. España es grande, libre y una porque a los españoles
de bien nunca nos ha salido de los cojones contar con más de un dedo.
Fuente: www.publico.es
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