Según la
concepción franquista de lo que había pasado el 18 de julio de 1936, Guipúzcoa
y Vizcaya se habían alzado contra el Movimiento Nacional, sin haber contestado
a los requerimientos hechos para que reconsideraran su actitud.
Memoria
Histórica | Eduardo Montagut Contreras | 14-08-2014 |
El
franquismo decretó que Guipúzcoa y Vizcaya eran “provincias traidoras”, ya que
no se habían sumado a la sublevación militar, todo lo contrario de lo que había
hecho Álava. El deshonor fue acompañado con un castigo concreto, ya que Franco
suprimió el régimen económico especial que disfrutaban, manteniéndolo para
Álava, según un Real Decreto de 23 de junio de 1937, nada más tomado Bilbao.
Según la concepción franquista de lo que había pasado el 18 de julio de 1936,
las dos provincias se habían alzado contra el Movimiento Nacional, sin haber
contestado a los requerimientos hechos para que reconsideraran su actitud. Por
eso no había razón alguna para mantener el privilegio económico. Por lo demás,
era más grave lo realizado cuando Álava y Navarra, con su especial régimen
fiscal y administrativo, sí habían hecho lo correcto y habían contribuido a la
causa nacional, por lo que mantener el concierto económico para guipuzcoanos y
vizcaínos sería un grave agravio. El franquismo no perdonó nunca que dos
provincias de fuerte tradición católica no hubieran seguido los pasos de Álava
y Navarra, optando por mantenerse leales a la República.
En 1976 se
repuso el régimen económico a las dos provincias castigadas.
Del citado
Decreto interesa, además, la consideración por parte de Franco acerca del
concepto de rebeldía, ya que siempre eran los otros, es decir, los que no se
habían levantado y seguido su causa. Era la misma filosofía empleada en las
sentencias condenatorias a los militares leales a la República.
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