Mauthausen el campo
de los héroes españoles.
Publicado Sergio Solsona Palma
12 de julio de 2014
En todo el mundo se conoce la terrible
escalinata del campo de concentración de Mauthausen. Miles de personas
perdieron la vida en esos 186 escalones infames mientras subían rocas desde la
cantera. Pero pocos
recuerdan la vida del héroe anónimo que forzosamente colaboró en su
construcción.
Manuel sabía que estaba construyendo un
símbolo no era el primero en el que trabajaba. Hacía muchos años este albañil
nacido en Alcorias (Teruel) había participado en la construcción de la
estación oscense de Canfranc un ejemplo de modernidad y de apertura de España a
Europa. Pero “El maño”, como lo conocían en aquel submundo, recordaba otro
símbolo uno que también había colaborado a alzar y al que tenía
especial cariño. En el pueblecito de Mas de las Matas fue el encargado de hacer
realidad un sueño. La escuela pública de esa villa Turolense era el segundo
edificio más grande de aquella localidad después de la Iglesia. Para una recién
nacida Segunda República la educación era una prioridad y aquel soberbio
colegio entre las huertas ,en un pueblo donde las mayor parte de las casas
estaban hechas de adobe y sin agua corriente, era algo inimaginable.
Pero de eso hacía mucho tiempo. Cuando el
preso nº6726 recordaba aquellos años en las largas noches del campo alemán le
parecía que fuese otra vida.
Fueron años de esperanza y alegría hasta que en
1936 comenzó la contienda civil. En ella llegaría a ser capitán de la
república. En el frente se dedicó a la construcción de torretas y puestos de
artillería. Perdida la guerra se exilió a Francia y allí fue detenidos por los
nazis en la primavera de 1940 junto a unos 1500 españoles.
El republicano alcorisano Manuel
Rifaterra Aguilar como tantos otros compañeros había acabado en uno de los más
atroces campos de extermino que el ser humano haya conocido en la historia.
Su profesión le había salvado la vida.
Era uno de los elegidos por sus conocimientos en dirigir las cuadrillas de
presos encargadas de construir los edificios nazis. Todos los que eran formaban
para esta tarea se libraban de trabajos más pesado. Hacer los crematorios y las
cámaras de gas siempre sería mejor que ser uno de los que perecían allí.
Manuel fue el encargado de realizar
aquella escalinata que descendía hasta el infierno. La cantera que había al
final de los peldaños era un horror de caliza y muerte. Trabajar en
la dura roca destrozaba el alma de los vivos y los cuerpos de los muertos.
Gracias a aquel albañil Turolense muchas personas salvaron la vida. Intentaba
que las cuadrillas de constructores fuesen lo más numerosas posibles. Elegía
para formarlas a los más débiles. Aunque no conociesen el oficio los reclutaba
para alejarlos de una muerte segura en la cantera.
En mayo de 1945 las tropas aliadas llegaron al
campo de Mauthausen y con ellas la tan soñada libertad. Ese
acontecimiento histórico quedó reflejado en
una fotografía en la que un cartel realizado por
los supervivientes españoles daban la bienvenida a los soldados.
El resto de su vida Manuel Rifaterra la pasó
viviendo en las cercanías de París. En una casa tranquila como las
demás. Por ella fueron pasando todos los camaradas a los que “El Maño” salvó la
vida para darle las gracias. En 1979 fallecía en la localidad francesa de
Permain uno de nuestros más grandes héroes.
Hoy esa escalera se conoce mundialmente
como la escalera de muerte. Un símbolo a la barbarie humana. Pero casi nadie
recuerda a Manuel Rifaterra Aguilar el albañil español que con su sudor y su
sangre la creó.
La escuela que construyó sigue hoy en
funcionamiento. Mi infancia y mi ortografía se formaron entre aquella rampa y
aquellos pasillos. Allí aprendí un poco de historia pero esta,
desgraciadamente, nunca me la contaron.
Afortunadamente en ocasiones se encuentras
maestros fuera de la escuela que se empeñan en no olvidar la verdadera
historia. Hoy parece que solo los presos judíos sufrieron el holocausto. Triste
el país que no quiere recordar.
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