Gran parte de
la estrategia de Podemos se basa en conseguir que se hable de ellos. Para eso
procuran, a manera de capote torero, descalificar a los adversarios políticos e
incidir en temas sensibles o “revolucionarios”. Los medios, en especial los de
la caverna, entran siempre a ese trapo. En este sentido, también han incluido
puntos programáticos descabellados, pero auténticos guiños a colectivos de
indignados, sin casa, etc.
Obviamente,
buscan cosechar estos votos para así acceder a las palancas del poder y, una
vez instalados (Dios no lo quiera), “moderar” el discurso, dar la patada a los
anteriores y lanzarse a pescar en mayores caladeros de votos, los del
"sistema".
Dudo mucho que
vuelva a referirme al tema, pero, pocos días después de los comicios, resulta
normal unirse a este debate y aportar algunas reflexiones.
Así, las
últimas jornadas, este partido ha sufrido agrios ataques. Desde “frikis” a
“voto a lo Ruíz Mateos”. También se ha establecido un paralelismo con una
eventual candidatura de Belén Esteban prometiendo un sueldo vitalicio a todas
las amas de casa y, en consecuencia, unos resultados de siete u ocho diputados
(escenario nada desdeñable, por cierto).
Pues bien, todos
esos ataques constituyen, a mi juicio, un macizo error en el que no pocos
han/hemos caído. Y en este sentido, entiendo que varios motivos sólidos
avalan esta reflexión…
En primer
lugar, guste o no, la formación ha obtenido más de un millón de votos. Esto
implica más de un millón de razones para guardar respeto. Bien entendido que
sus líderes y gran número de votantes continuarán en su vorágine de insultos y
descalificaciones. “Cobardes”, “casta”, “mierda”, “lamedores de almorranas”,
"corruptos", “sinvergüenzas” y otros exabruptos análogos contaminarán
el ambiente para consumo de votantes indignados, aliento de bajas pasiones y
eclipse de sus propuestas, que desprenden el inconfundible destello del
señuelo. Pero los demás no debemos caer en esa dinámicas, tan anejas al odio y
el fracaso.
No debemos conferir condición de perseguidos a quienes
nunca lo han sido
Por otra
parte, los ataques a los votantes de Podemos, y no digamos a sus líderes, solo
contribuyen al cierre de filas. Y es lógico. Nadie en la fase de enamoramiento
admite los defectos o trampas del objeto de su amor.
Y, no menos
importante, las arremetidas contra su líder o líderes engrandecen una/s
figura/s con ínfimo bagaje político o profesional. Circunstancia que debería
inducir a una reflexión seria. Sobre todo cuando hablamos de personas que
enfilan la treintena y, en algunos casos, frisan los cuarenta años.
Por si lo
anterior no bastara, las arremetidas contra el/los líder/es de Podemos, sobre
todo las de índole personal, confieren una aureola de persecución que no puede
distar más leguas de la realidad.
Desde luego,
la persecución, el encarcelamiento, las torturas, las represalias laborales, el
exilio, la ruina económica o la muerte en defensa de un ideal no se la deseo a
ningún ser humano. Pero nadie merece ingresar en el glorioso panteón de los
perseguidos sin atravesar aquellos fielatos. Y conferir a alguien esta aureola
por el mero hecho de responder a sus provocaciones y groserías, constituye una
postura nada inteligente y en extremo torpe. No volvamos a caer en ello nunca
más.
Todos somos culpables
Nadie con tan
solo unos milímetros de frente puede defender a la Troika (aunque resistir
su descomunal presión ya es otra cosa). Por no hablar de los “honradísimos”
banqueros o grandes “empresarios” (es un decir) de contratos públicos,
subvenciones y fraude fiscal.
Sin embargo,
la maldad de los anteriores no convierte en bondadosas y fiables a sus
víctimas. Éstas, no pocas veces, pretenden lo mismo, es decir, aprovecharse de
quien puedan y que el estado les proporcione lo que no han querido o no han
sido capaces de ganar.
De hecho, en
incontables ocasiones, la diferencia entre víctimas y verdugos es solo
posicional… ¡cuántos de los que sollozan hoy por su desempleo y desahucio,
ayer cobraban en negro cuanto podían o abandonaron los estudios para “ganar más
que el pringadín del profesor”! Me pregunto cuántos de ellos engrosan ahora las
filas de la llamada indignación y del voto protesta contra “el malvado
bipartidismo”.
Y
aunque la Troika sea lo más parecido a una psicopática banda de
crimen organizado (¡y en gran parte creo que lo es!), debemos reflexionar sobre
cuántas personas que hoy imprecan “el sistema” y lamentan su suerte no robaron,
estafaron y defraudaron en la medida que pudieron. “No hay pan para tanto
chorizo” llevaba escrito una chica en su carpeta. A continuación (y juro que
esto es cierto) la escuché: “con el dinero de la beca me he comprado un
Iphone y me he ido de viaje”. Todos debemos asumir nuestra cuota de
responsabilidad en la actual situación… ¡por favor, menos lloros, menos
pociones mágicas, menos salvadores mesiánicos… y más examen de conciencia!
¿Crisis económica? ¡sin duda! Pero, ante todo, una profundísima crisis moral
que corroe el edificio de arriba a abajo.
Unos esquemas antiguos pero muy alarmantes
Muchas
personas reniegan de su suerte y acusan a terceros de su desdicha. Pero
como bien decían los antiguos: “cuando señalas con el dedo, los otros cuatro te
apuntan a ti”. Inútil negar que Podemos ha conectado con esas personas. Por
cierto, valiéndose de las nuevas tecnologías expendidas por grandes
capitalistas y poderosas multinacionales. Por no aludir a las televisiones
privadas en manos de multimillonarios.
Pero esto, que
de por sí resulta significativo, lleva anejo otros planteamientos en extremo
preocupantes: la apelación al rencor y el odio culpabilizando a terceros a
quienes se imputa toda desgracia, yuxtaposición de lo emocional sobre lo
racional, así como la radical (y falaz) distinción entre nosotros, los buenos
(desahuciados, parados, etc.) y ellos, los malos (los judíos... perdón, la
casta). Este esquema, que ha pasado desapercibido, no solo es sectario, sino
muy peligroso. Y nada nuevo, ya se usó en la Europa de los años treinta.
A manera de conclusión
Es lógico que
una formación que apela a la culpa de terceros, a los que sataniza, a la vez
que excluye la responsabilidad personal sobre las malas situaciones, germine
sobre la vasta y fértil tierra de los descontentos. Quienes han comprado
“la crema muscular con los que conseguirá unos músculos de acero” se
encuentran hoy en la dulce—pero engañosa—etapa de acariciar el frasco
camino de casa. Antes o después aprenderán que los músculos son el resultado de
duros ejercicios físicos, constancia, privaciones, sudor y sacrificio.
Solo resta
concluir que en la política, como en el resto de la vida, no existen cremas
“aumenta músculos”, que el crecepelo es leyenda y que la pociones mágicas
acabaron en las llanuras infinitas del Far West. A quienes ha comprado estas
pócimas les corresponde desengañarse; a los demás, no dar cancha a sus
expendedores.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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