Luis
Díez
19 de
julio de 2014
La Junta Estatal Republicana (JER) ha denunciado “la toma militar de Madrid” y “el estado de excepción
encubierto” en la proclamación del nuevo rey y ha deplorado que se hayan podido
celebrar manifestaciones y concentraciones “en multitud de ciudades españolas,
salvo Madrid”.
Desde la JER destacan “el pinchazo” del baño de
multitudes programado por las autoridades locales a Felipe VI y Letizia en el
paseo en Rolls Royce descapotable comprado durante la dictadura, con escolta de
la Guardia Real a caballo, desde la Carrera de San Jerónimo por Alcalá y Gran
Vía hasta la Plaza de España y el Palacio Real. El rey acudió en traje de
almirante general de la Armada, con la faja de capitán general que le impuso su
padre antes del acto civil de la jura de la Constitución ante los
representantes de la soberanía nacional, en el Congreso de los Diputados. Solo
saludó a los miembros de las Mesas, los portavoces y los presidentes
autonómicos. Los diputados y senadores que quisieron saludarle tuvieron que
trasladarse en autobuses al Palacio Real para hacerlo entre los tres mil
invitados.
Los madrileños no salieron masivamente a las calles
para ver y vitorear a los nuevos reyes, como habían pedido las autoridades
locales y autonómicas, que engalanaron el recorrido de cuatro kilómetros con
cientos de banderas de España colgadas de las farolas y con grandes macetas
verticales, de dos metros de altura, para el evento. Empleados municipales
retiraron las papeleras el día anterior para evitar la colocación de artefactos
explosivos. En cambio, esas macetas habrían servido a las mentes criminales
para camuflar los artefactos. Las medidas de seguridad fueron impresionantes. A
las doce de la noche, los agentes antidisturbios y los policías locales
vallaron todas las aceras y más de setenta calles cercanas al recorrido. La
plaza de Oriente y el Madrid de los Austrias quedó encapsulado. Medio millar de
tiradores de elite ocuparon sus puestos en azoteas y tejados.
Las calles por las que los nuevos reyes iban a pasar a
las 10:30 de la mañana para llegar al Congreso, fueron cortadas a las 9 horas.
Las estaciones del Metro entre Cibeles y la Puerta del Sol, ambas incluidas,
quedaron cerradas desde las 9:00 a las 12:00 del mediodía. Miles de agentes y
militares –algunos con la bayoneta calada– se desplegaron a lo largo del
recorrido. En algunas zonas, como la red de San Luis, se registraron protestas
ciudadanas y conatos de altercados porque los policías y los militares no
permitían cruzar las calles ni siquiera por los pasadizos subterráneos. Los
automóviles aparcados en las calles que desembocan en Alcalá y Gran Vía fueron
retirados por las grúas municipales desde el día anterior, pues aunque no
entorpecían el recorrido de la comitiva, la alcaldesa Ana Botella prohibió
aparcar desde las 10:00 horas del lunes, 16, hasta pasada la proclamación, en
prevención de atentados.
El entusiasmo ciudadano fue perfectamente descriptible.
Aparte las concentraciones humanas que se registraron en las esquinas de
Neptuno, Cibeles y la comercial plaza de Callado, donde las autoridades
instalaron dos grandes pantallas para seguir el acto del Congreso, las aceras
registraron una o dos filas de curiosos con banderitas de papel previamente distribuidas
por empleados municipales. En las esquinas de Mesonero Romanos con Gran Vía se
concentraban las prostitutas de la calle Desengaño para ver pasar a los reyes.
Ante el Palacio Real, varios miles de personas, entre turistas y vecinos,
aguardaron a pie firme la llegada de la comitiva y siguieron esperando hasta
que Felipe y Leticia, acompañados por sus hijas, la princesa Leonor y la
infanta Sofía, les saludaron desde el balcón principal, flanqueados por Juan
Carlos y Sofía. Fueron los dos minutos de mayores vítores y aplausos.
Aunque la Coordinadora Republicana de Madrid acató la
prohibición de concentrarse en la Puerta del Sol, dictada por el Tribunal
Superior de Justicia, varios cientos de personas se concentraron en la plaza de
Tirso de Molina, bastante alejada del recorrido, para reclamar la
democratización de la jefatura del Estado, es decir, la III República. Con los
transportes públicos suspendidos y los obstáculos establecidos, solo, y con
muchas dificultades, los vecinos y los turistas alojados en la zona pudieron
acceder al recorrido de los reyes, en el que no ondeó visiblemente bandera
republicana alguna.
Fuente: www.cuartopoder.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario