Artículos de
Opinión | Salva Díaz | 31-12-2013 |
En España,
los políticos viven muy pendientes de lo que piensan los organismos
internacionales (in)dependientes sobre nuestra economía, y en este ambiente de
incertidumbre por la opinión externa, las nuevas y falsas doctrinas económicas
apoyadas en postulados dogmáticos y anacrónicos se venden a precio de rebajas
mientras caminamos por una interminable travesía ausente de esperanza creíble
de que podamos crear empleo a corto y medio plazo. Ya no sabemos a quién
acudir.
Si el
Gobierno, que debe actuar como garante de que el bienestar social perdure no es
capaz de crear empleo mediante los mecanismos de que dispone, deberá fomentar
la creación de empleo mediante el incentivo del gasto privado. Pero si las
medidas adoptadas perjudican a los “peces gordos” (con un aumento de la carga
impositiva o una regulación a la especulación financiera) esto puede impedir
que el gasto privado aumente y que se hable de una disminución de la “confianza
de los mercados” en España. Pero curiosamente si el Gobierno es capaz de crear
empleo por sus propios medios, la confianza de los mercados ya no es decisiva.
Claro, los peces gordos no son tontos y saben que si el propio Gobierno crea
empleo (mediante políticas keynesianas por ejemplo) verían reducida su
influencia política.
La razón de
la lenta recuperación no es la poca confianza de los mercados sino las claras
intenciones de aprovechamiento por parte de la derecha de instaurar sus
políticas neoconservadoras antes de que abandonen el poder ejecutivo que
ostentan en la actualidad tanto en la UE como en los países miembros, porque
saben que con el daño que están haciendo a la ciudadanía, las próximas
elecciones las tienen difíciles (salvo Alemania que parece ser el único país
que está pensando en sí mismo y no en complacer al resto, y eso al votante
germano le gusta)
Cada vez
creemos menos en la recuperación sin tener que renunciar a más y más derechos
duramente conseguidos. La ciudadanía encuentra un poco de refugio en la
desafección política creyendo que alejándose de los principales culpables (los
políticos que sentaron las bases para este desastre monumental y los políticos
que lo permitieron) el problema desaparecerá.
El Gobierno
incapaz de abordar cambios necesarios para la reactivación económica y la
creación del empleo injustamente destruido está obsesionado con reducir el
déficit y la deuda pública en tiempos record recortando en gasto público, lo
que se conoce como austeridad (una nueva arma de destrucción masiva en
democracia) De repente el problema más importante del país no es la destrucción
de empleo de forma masiva sino el nivel déficit público y deuda pública que
permitiría aumentar el gasto público sin recurrir al gasto privado. Pero esta
obsesión es tan peligrosa e irresponsable que hasta el FMI (que no es una
institución demasiado izquierdista que digamos) ha reconocido que subestimaron
el daño que la austeridad podía hacer y de hecho está haciendo en momentos de
extrema depresión económica.
Tenemos que
dejar de hablar de reducción de gasto para empezar a hablar de reactivación
económica mediante los incentivos y el aumento de gasto. Necesitamos medidas y
acciones determinantes que hagan posible una transformación y que esos cambios
no sean ajenos a lo que exige la sociedad entre gritos y llantos de
desesperación al ver como pierden su puesto de trabajo, su casa y sus derechos,
al ver a cámara lenta como pasan de ser ciudadanos a convertirse en siervos de
un nuevo señor feudal llamado CAPITALISMO.
Necesitamos
un Gobierno y unos partidos políticos más proclives a comprender a sus
ciudadanos y no a los mercados ni aparatos políticos. Necesitamos alguien que
nos escuche y necesitamos alguien a quien poder acudir, porque con votar cada
cuatro años no conseguimos nada. Necesitamos nuevos mecanismos democráticos
orientados a una mayor participación política para poder elegir y destituir a
quienes deben representarnos. Soy consciente de que todo cambio implica un
riesgo pero si se orienta hacia las necesidades de la sociedad actual, ese
riesgo se convierte en una oportunidad que no hay que dejar pasar.
Fuente: www.tercerainformacion.es
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