José Félix Tezanos |
Sistema Digital
nuevatribuna.es | 01 Enero 2014 - 14:04 h.
Durante
varias décadas los partidos socialdemócratas han prestado una atención
primordial, a veces excesiva, a los problemas de liderazgo, como si el
liderazgo fuera la única cuestión relevante para ganar o perder elecciones.
Llevados
por la influencia de determinados expertos en marketing comercial y
comunicación, y jaleados por los medios de comunicación social (en su mayor
parte conservadores), muchos partidos socialdemócratas se han dejado arrastrar
por esta tendencia, dejando en segundo plano las cuestiones programáticas de
fondo. Actuando de esta manera, muchos de los debates que solían ─y suelen─
llegar a la opinión pública eran ─son─ los que conciernen a los perfiles y las
características de los diferentes candidatos/as posibles, aupados en mayor o
menor grado, según los casos, por unos u otros centros de poder y medios de
comunicación social.
La
obsesión por remarcar los mejores perfiles y evitar las cuestiones
controvertidas y sustanciales, que pudieran suscitar rechazos y restar apoyos,
ha dado lugar a que algunas reuniones de los partidos socialdemócratas hayan
llegado a parecerse más, en su proyección pública, a desfiles de modelos que
hacen comentarios genéricos y personalistas, que a convenciones serias y
comprometidas propias de partidos que tienen que definirse y arriesgar en la
búsqueda de soluciones a los graves problemas que aquejan a nuestras
sociedades.
En
el mundo hipercomunicado de nuestro tiempo, las estrategias de comunicación que
están basadas primordialmente en las imágenes de los líderes pueden producir
algunos réditos a plazo inmediato, especialmente si se acierta a elegir una
cara jovial, cercana y agradable. Pero, un proyecto de gobierno no se puede
sustentar mucho tiempo solo en una imagen y una sonrisa, sobre todo en las
circunstancias complejas de este momento. Por eso, tal tipo de estrategias
suelen dar lugar a rotaciones constantes de líderes, en ciclos cortos de
ascenso-desgaste-desilusión y caída. De hecho, en algunos partidos
socialdemócratas es difícil seguir la cuenta de los líderes que han ascendido y
caído en los últimos años. Lo cual tiende a producir una impresión de
volatilidad e insustancialidad en muchos electores, mientras permanecen ayunos
de propuestas sólidas y de fondo.
Está
bien que en los partidos socialdemócratas se hable de liderazgos, pero que solo
se hable de liderazgos, casi sin descanso, puede llegar a ser sumamente
cansino. ¿No se tiene nada más que proponer? ─pueden preguntarse los electores,
con toda razón.
En
este sentido, algunos han llegado a hablar del “lideralismo” como una
enfermedad senil de la socialdemocracia, como una especie de cortina de humo o
estrategia de diversión que impide centrarse en verificar si la
socialdemocracia tiene de verdad una alternativa para los problemas reales y
muy serios de estos momentos. Problemas que, desde luego, no se van a
solucionar a base de “sonrisas profiden”.
La
evolución de los hechos y los graves recortes y retrocesos que se están
produciendo en el Estado de Bienestar están dando lugar a que muchas personas
vuelvan de nuevo sus miradas hacia los partidos socialdemócratas, en espera de
soluciones de fondo y no solo de estrategias de marketing personal. Por ello,
los partidos socialdemócratas harían bien en no perderse durante más tiempo en
cuestiones que muchos estiman como secundarias ─aunque no lo sean en
determinados momentos─ y ponerse manos a la obra en lo primordial; es decir, en
aportar soluciones a los problemas del paro, la precariedad laboral, la pérdida
de derechos sociales y políticos, etc.
Fuente: http://www.nuevatribuna.es/
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