Publicado
en 3 enero, 2014 por victorjsanz
El Juzgado de primera instancia número 4 de Arrecife ha
ordenado el desahucio de una vivienda que ocupan Sinforiano Lemes y Pilar
Callero, de 90 y 87 años de edad. Los dos ancianos ocupan esa vivienda, en el
barrio de Argana Alta, desde el año 1959 gracias a la cesión de la parroquia de
San Ginés, que era la propietaria de esa y otras viviendas en el mismo solar.
La Iglesia vendió las casas por 360.000 euros en 2006 a la empresa que gestiona
el concesionario de Iveco en Lanzarote, que ha solicitado el desahucio.
En 2006, sin embargo, la Iglesia decide vender esa y otras
casas. Según el párroco que negoció la venta, se realizó la operación porque
existía el compromiso de la empresa compradora de realojar a los inquilinos.
Este párroco aseguró hace dos años que al matrimonio se le ofreció la
posibilidad de irse a vivir a otra casa pero que se negaron y que tampoco
aceptaron una indemnización. En cambio, el matrimonio rechaza esta versión.
El Juzgado de
primera instancia número 4 de Arrecife ha ordenado el desahucio de una vivienda
que ocupan Sinforiano Lemes y Pilar Callero, de 90 y 87 años de edad.
La empresa comparadora llevó el asunto a los Juzgados y
perdió en primera instancia. El Juzgado de primera instancia número 4 de
Arrecife no le dio la razón, señalando que la Diócesis de Canarias tan sólo
vendió un solar pero no las casas construidas sobre ese solar, de las que no se
describían ni sus características físicas ni registrales. Sin embargo apelaron
y la Audiencia provincial le dio la razón a la empresa en junio de este
año.
Los dos ancianos tenían un abogado de oficio y un
procurador que, según aseguran, no les comunicaron el fallo por lo que no se
presentó recurso de ningún tipo. La Audiencia solicitó al Juzgado que se
ejecute la sentencia, que ya es firme, y el Juzgado, el pasado día 12, ha
fijado que los ancianos deben abandonar la vivienda el próximo 21 de marzo.
“Para dónde vamos nosotros a esta edad, yo estoy enferma de
los riñones, no puedo hacer nada”, se queja Pilar, que crió a sus nueve hijos
en la casa que le cedió en los años 50 del pasado siglo la parroquia de San
Ginés. “Cuando vengan a tumbar la casa que me lleven a mí también”, dice
mientras se emociona. Gracias a la intermediación “de don Félix Cabrera y de
doña Severa”, rememora, el matrimonio consiguió la vivienda, construida por los
Cursillistas de la cristiandad, una orden religiosa, sobre un solar cedida por
Leopoldo Díaz, para las familias necesitadas de Arrecife.
Sinforiano recuerda que le dijo al cura que llevó a cabo el
negocio inmobiliario, Antonio Perera, “ahí sentado”, dice señalando al
tresillo, que él le compraba la vivienda “antes que nadie”, a un precio
razonable teniendo en cuenta que “con 800 euros de pensión pagan la luz, el
agua, la muerte”, dice en alusión al seguro, “y la comida”. Se siente
“engañado” por el párroco, del que no volvieron a saber hasta que ya se había
materializado la venta.
El matrimonio no pierde la esperanza de buscar una salida y
ha recurrido a la justicia gratuita, para ver si cabe algún tipo de recurso
legal para frenar el inminente desahucio. Sinforiano, que se dedicó toda la
vida a trabajar en las salinas, primero en las de La Capellanía, en Arrecife, y
luego en las de Matagorda, donde se retiró, asegura que está dispuestos a pagar
un alquiler hasta que fallezcan. “Y luego que se quede con la casa”.
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