Lo que se inicia este miércoles no es el
juicio a Carlos Fabra, es el juicio a toda una forma de gobernar del PP en Valencia
durante lustros: la de la corrupción y el caciquismo
F. Medina | 02/10/2013
Nueve jueces y cuatro fiscales ha costado sentarle en el banquilloY es que este caso ha llevado casi diez años de instrucción, con recursos y recursos de los abogados de Fabra, y de supuestas presiones sobre jueces y fiscales. Tan difícil resultaba llevar el caso que han estado encargado de él nueve jueces y cuatro fiscales… Cómo sería que hubo épocas en que el juzgado en el que se veía la causa estuvo desierto porque ningún magistrado lo solicitaba.
Pero ha llegado el momento y este miércoles se ha visto sentarse en el banquillo a Carlos Fabra, padre de Andrea Fabra, la diputada de aquel “que se jodan” dedicado a los parados que la lanzó al estrellato de la indignidad parlamentaria. Muchos no podían creerlo. Y eso porque la foto significaba mucho más que ver por fin ante la justicia al que fue sempiterno presidente de la Diputación de Castellón. Era el procesamiento de toda una forma de gobernar; la que ha llevado a cabo en muchos casos el PP valenciano, agujereado ahora como un queso gruyere por las acusaciones de corrupción.
Una situación que se ponía de manifiesto cada vez que ‘el gran cacique’ visitaba uno de los pueblos de la provincia mostrando el poder que detentaba, y que le permitió recibir vergonzosa pleitesía no sólo en Valencia, sino también en Madrid, como contábamos en ELPLURAL.COM el pasado viernes.
Un homenaje de película… de CoppolaPero quizás la primera muestra de cómo se manejaba el PP alrededor de Fabra se dio en un acto que se celebró cuando comenzaron a tomar cuerpo las acusaciones de corrupción alrededor de él. Un acto, cena homenaje, que tuvo lugar en mayo de 2006. Una cena a la que asistieron ‘las fuerzas vivas’ del PP local, y no pocas del nacional. No olvidemos que Carlos Fabra dio al salto a la política nacional de la mano de Aznar, para el que organizó sus vacaciones en Oropesa; que de Carlos Fabra dijo Rajoy que era “un político y un ciudadano ejemplar”; que de Carlos Fabra dijo su protegido, Alberto Fabra, que era “un Ricardo Corazón de León muy querido y muy temido por sus adversarios”…
Y durante esa cena se produjeron comentarios que a cualquiera, fuera de ese ambiente, harían sonrojar… Como el que le dedicó Sonia Miralles, en nombre de los presentes, para que él tomara la palabra: “…que digan su última palabra quienes sabiendo que no hay corrida que se te resista conscientes de que toro que lidias, toro al que le metes el estoque hasta la bola han pretendido que cayeras del cartel de un modo vil y cruel, pero se arrepentirán de no haber tenido la lengua quieta la boca cerrada y la pluma seca. Querido Carlos, maestro, el ruedo es tuyo, a tu lado somos muchos…”.
Y tantos que eran. Porque junto a esta Sonia Miralles, poco conocida fuera de Valencia, pero mucho allí porque es ‘hija de Troncho’ (Vicente Miralles Troncho, dueño de Televisión de Castellón) y fugaz jefa de gabinete de la directora general de Canal Nou gracias a Alberto Fabra, había gente como el justiciero, en otros casos, Vicente Martínez Pujalte, que decía que “los que estamos aquí somos amigos de Carlos Fabra que queremos testimoniar que estamos cerca de él”; o Esteban González Pons, entonces portavoz del Gobierno de Camps, que decía que aquella prueba de adhesión “tiene que ver con el cariño y la amistad que se le tiene en el PP de Valencia”.
En fin, no es lo que se inicia este miércoles un juicio a un hombre, es un juicio a una forma de entender la política. Algo que se puede entender mejor si se contempla un excelente documental de Infotelevisión, ‘Els pais dels cecs’ (El país de los ciegos) donde pueden estar creyendo que ven una película de Coppola o Scorcesse, pero que es una mirada sobre la realidad que se vive en Valencia. O no sólo allí.
Fuente: www.plural.com
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