Artículos de
Opinión | Román Alonso * | 19-05-2013 |
Estamos
inmersos en una crisis capitalista sistémica que está exacerbando de manera
novedosa la confrontación capital-trabajo en países de la UE, con especial
virulencia en el sur. La resistencia obrera toma forma de grandes
movilizaciones de masas y desgaste de las formaciones políticas
tradicionalmente dominantes.
Antes de la
crisis parecería que las operaciones de saqueo de recursos naturales
estratégicos por los monopolios y poder financieros multinacionales y las
consecuentes batallas políticas o de guerra abierta contra la desposesión eran
cosa de Medio Oriente, África o Latinoamérica. La resistencia antiimperialista
políticamente predominante en estas zonas adoptó una forma de resistencia
nacional soberanista que solapa la continua lucha de clases. Esta componente
nacionalista antiimperialista se constata en Cuba, Siria, Venezuela o Irán, por
poner ejemplos muy distintos y distantes pero unidos por su condición de
tanques de primera línea que acaparan las mayores dosis de intervencionismo y
odio mediático imperial, porque allí no tienen acogida los dictados del FMI, de
la UE o de la OTAN.
Aquí y ahora
en Europa los capitalistas pretenden que la depreciación de los capitales
inherente a las fases recesivas, como por ejemplo de los activos inmobiliarios,
o depreciación por simple reducción de la tasa de ganancia sean soportadas o
compensadas por las capas populares. El instrumental es variado: recortes
sociales en sanidad, educación o dependencia, fiscalidad regresiva con la suba
del IVE para los de abajo y regarlos o paraísos fiscales para a los poderosos;
pero sobre todo lo atraco de la deuda soberana con una sangría de intereses
espoliadora.
Para esta
faena en España lo poder financiero cuenta con sus esbirros políticos de ámbito
estatal (PP, PSOE o UpyD) y cuenta también con partidos nacionalistas social y
descaradamente afines cómo CiU o PNV. Hay otros nacionalistas más ambiguos,
como pueden ser ERC en Cataluña o el BNG en Galicia en su época del gobierno
bipartito 2005-2009. La clase obrera mundial en toda su diversidad está siendo
víctima de un saqueo por parte de los poder financieros multinacionales.
Lógicamente estas agresiones generan resistencia. Hace muchos años que no se
veía en España una movilización social tan generalizada y persistente. Esta
lucha social está produciendo un enorme desgaste en los partidos sostenedores
del bipartidismo imperfecto que gestionó en los últimos treinta años el sistema
y que ahora entró en barrena.
Para
desarmar la resistencia, lo poder imperialista recorta cuanto pode las vías de
intervención democrática, de irrupción del poder popular. De ahí la legislación
electoral española, de ahí el diseño de la UE trazado las costas del pueblo, de
ahí el golpe de estado constitucional perpetrado por el PP y PSOE en verano de
2011 y diversas coaliciones sistémicas ensayadas en Italia o Grecia.
El poder
financiero manía con poner de rodillas la estos estados, sea mediante la deuda
soberana, sea con el entramado de la UE, algo similar al ALCA americano -
rechazado polos países del eje bolivariano - sea con el golpe constitucional
español. Sí pese a esta batería de medidas, algún estado descarrila de las
pretensiones imperiales, entraríamos en otra fase de agresión que puede ir
desde el bloqueo económico a incluso la agresión militar directa como en Cuba o
Siria.
En el camino
de construcción de la alternativa de clase frente al capital el tema
nacionalista debe ser bien tratado, para que actúe como un elemento
potencialmente positivo. Interactúan a día de hoy en España tres nacionalismos
que describiremos sintéticamente.
Nacionalismo
español
Por un lado
tenemos el tradicional nacionalismo español, fuertemente asentado después de
quinientos años de la unificación fernando-isabelina. Hubo episodios de ruptura
y secesión, pero en los dos siglos últimos el estado español fue el marco
territorial de las grandes luchas de la clase obrera, luchas en las que los
núcleos catalanes y vascos, junto con las ciudades más industrializadas de
España fueron barricadas de primero orden. La coordinación de las luchas
actuales contra los dictados de la troika y recortes sociales está funcionando
principalmente en ese marco, sin excluir coordinaciones de otro nivel
autonómico o municipal. Ocurre así por cuanto los núcleos de las decisiones
agresivas se encuentran en el aparato central del estado español. Los líderes
neoliberales acostumbran la disculparse con el mandato de la UE, pero la verdad
es que, con voluntad política, la soberanía de los actuales estados es amplia y
la presión popular decide.
El problema
es que la soberanía del estado español, limitada desde siempre ponerlos
intereses de las clases dominantes, está postrada ante poderlo financiero
multinacional imperialista defendido por EEUU, la UE y la OTAN. A cuyo objeto
el patrioterismo españolero del franquismo y de sus herederos constituye una
grande tomadura de pelo al pueblo español.
Nacionalismo
europeo
Existe
también un cierto nacionalismo europeísta construido por impulso y para mayor
gloria de los intereses capitalistas multinacionales que oprimen descaradamente
a los pueblos de la UE. Hubo intentos sindicales de confluencia europea de las
luchas obreras y de alguna formación política como el EL (Partido de la Izquierda
Europea), cuestionadoras del neoliberalismo y de las políticas de austeridad,
pero que no pasaron del simbólico, ya que varias circunstancias, como
importantes diferencias de estrategia política y el propio diseño
antidemocrático de la UE, impiden que este sea un marco adecuado para coordinar
luchas políticas masivas la ese nivel. El nacionalismo europeísta, desde la
perspectiva obrera parece más una boutade que una necesidad estratégica. Como
bien resume el Roto en un cuadro reciente al sentimiento que más une
actualmente a los europeos es el euroescepticismo.
Sin
descartar futuras y posibles acciones de coordinación de lucha a nivel europeo,
la clase obrera sabe que el poder real de decisión está en los gobiernos de los
estados actuales y hacia allí dirige sus escraches. Concordando en que la UE
funciona como la gran excusa de los políticos mercenarios neoliberales, siendo
pues una estructura enemiga de las clases populares, el debate en la izquierda
anticapitalista, está situado actualmente en sopesar las ventajas e
inconvenientes de la continuidad o salida unilateral de la UE por parte de cada
país, así como las condiciones y el momento más adecuado para cada opción.
Nacionalismos
periféricos
A lo largo
del s. XIX se fueron desarrollando los nacionalismos periféricos catalán, vasco
o gallego, entre otros, auspiciados por las pequeñas burguesías respectivas en
la búsqueda de colocarse en posición de fuerza para tratar con la burguesía
centralista. El resultado actual es un estado español sobrepuesto las nacionalidades
y comunidades en las que perviven culturas, idiomas y sentimientos de identidad
diferenciados. Sentimientos más o menos acentuados en función de la
diferenciación idiomática y otras condiciones históricas y geográficas. Sobre
esta base surgieron los actuales partidos nacionalistas que, con una especial
implantación en Euskadi, Cataluña o Galicia, priorizaron el debate sobre lo
tema soberanista.
Los
posicionamientos respecto de los diferentes nacionalismos son diversos en el
seno de la izquierda, constituyendo un elemento de división interna por lo que
conviene considerarlo bien, para la construcción de la alternativa
anticapitalista. Los dos nacionalismos que perviven con pujanza en España son
el españolista y los periféricos. Ambos con raíces históricas y sentimentales
fuertemente ancladas.
La posición
marxista sobre lo nacionalismo
En el
Manifiesto Comunista se sitúa cómo objetivo del proletariado su propia
emancipación frente a la burguesía, para exaltarse la sí incluso como clase
nacional en un sentido contrario al de la burguesía. Afirma J.Mª Laso que para
Marx y Engels la cuestión nacional no y más que un problema subalterno que debe
supeditarse al interés del movimiento obrero, rechazando ambos autores a
generalización absoluta del derecho de autodeterminación, por cuanto en algunos
casos podría ser favorable y en otros reaccionario. Sobre esta base
introducirían respeto de la cuestión irlandesa el concepto de “naciones
oprimidas” y “naciones dominantes”, considerando que en casos de opresión
nacional las luchas de emancipación de la clase obrera y de liberación nacional
pueden convertirse en solidarias y complementarias. Entendía Lenin que el
derecho de autodeterminación equivale sólo el derecho a independizarse de las
naciones . Según Stalin una nación en determinadas condiciones pode no desear
independizarse, ejerciendo el derecho de autodeterminación bajo la forma de
autonomía . Para Lenin “la clase obrera es la que menos pode hacer un fetiche
del problema nacional, porque el desarrollo del capitalismo no despierta
necesariamente la todas las naciones a una vida independiente” Desde similares
posicionamientos, ya en el siglo XX, Stalin concluirá en la necesidad de apoyar
los nacionalismos antiimperialistas y rechazar los nacionalismos que ocasionan
división de la clase obrera.
Realidades y
sentimientos
Por lo que
respeta a Cataluña, Euskadi o Galicia, parece difícil admitir su
caracterización de colonias o víctimas de una relación imperialista con el
estado español. Cataluña y País Vasco vienen registrando una renta per capita
superior a la media española, por lo que se podrá hablar de "opresión
nacional" en el que respecta al tema cultural o idiomático, pero no así de
opresión económica de tipo imperialista. Tampoco la situación de Galicia, incluso
con una renta per cápita inferior a la media española al igual que otras
regiones, cabría calificarla cómo de una dependencia colonial o imperialista.
Los desequilibrios de desarrollo se explican suficientemente y mejor por la
dinámica del sistema capitalista y la opresión centralista. Tiene sentido ligar
los sentimientos nacionalistas y de clase en situaciones de agresión
imperialista como en Cuba, Venezuela o Siria, pero constituye un puro idealismo
sin base material suficiente intentar aplicar el mismo esquema a las naciones
ibéricas respeto del estado español.
El
movimiento pequeño nacionalista en España, no disgusta al poder financiero
multinacional. Por lo contrario ayuda a debilitar el estado español que
perciben como un aparato de dominación excesivamente costoso por la inflación
del gasto dirigido a la legitimación del sistema: los servicios sociales que
prefieren privatizados (policía, ejército, sanidad, educación, dependencia,
pensiones, o prisiones). Agrada a sectores de la burguesía local y de la
aristocracia obrera que, replicando en el ámbito nacionalista su espíritu
pequeño empresarial, aspira la interlocucionar con el poder imperial
directamente, sin la intermediación de la burguesía española. Ponen como
modelos determinados paraísos fiscales, pero no les importa que sean
responsables del expolio de los pueblos por las burguesías evasoras. Apoyaron
la secesión de Kosovo, sin importarles que haya pasado a ser una base de la
OTAN donde campa la mafia y el proxenetismo. Sí con la independencia de alguna
de las naciones periféricas se derrumbara, como por ejemplo, el actual sistema
de pensiones en la España restante y en la pequeña nación que se independiza,
¿qué le importa a estos burguesillos que pueden pagar un sistema personal?.
Tenemos, pues,
una realidad objetiva y tenemos por otra parte las percepciones subjetivas y
los sentimientos. Sentimientos que son en gran parte procesos aprendidos,
frutos de base material real o imaginada; de clase propia o de inseminación
ajena. Gran parte del pueblo español creció y fue alimentado con sentimientos
de pertenezca comunes, pero también muchos trabajadores de las pequeñas
naciones y regiones españolas sustentan sentimientos de pertenezca a su pequeño
país.
Conclusión
El derecho
de autodeterminación, el derecho a decidir, no se vota, se ejerce. Cada nación
de las que componen el estado español decidirá sobre su independencia cuando le
parezca, mereciendo el respeto general. Mientras tanto, todo el debate
soberanista, con el derecho a decidir cómo capa, le está sirviendo a las
burguesías española y de las pequeñas naciones para torear a la clase obrera de
su objetivo prioritario: la liberación de clase. En esta batalla de ideas la
izquierda marxista debe lucir con perfil propio, desmarcándose claramente del
juego independentista y del referendismo fraccionador de la clase por carencia
de un consenso nacional independentista previo y suficiente.
Afrontar la
lucha obrera popular contra el saqueo financiero, contra los recortes sociales,
construyendo un poder alternativo de la clase obrera, exige todas las energías
de la izquierda. Sobre esta base interesa la convergencia con las
organizaciones nacionalistas diversas que asumen el anticapitalismo.
Ningún
proceso constituyente para una alternativa socialista de lucha y de gobierno se
puede articular enfrentando a la clase obrera con discordias burguesas, tirando
por la borda los logros conquistados con la lucha obrera y popular común, los
sistemas públicos de pensiones, sanidad, educación o dependencia. La mejor
estructura estatal capaz de compaginar las diversas identidades es un estado
federal multinacional, republicano y socialista anticapitalista, en el que se
respeten los sentimientos culturales y nacionales, sean de pequeña o gran
nación, con una estructura de competencias claras y blindadas.
El gran
problema para la clase obrera es dotarse de una opción política capaz de dar
una salida anticapitalista la actual situación, porque la movilización social
sin alternativa política tiene un recurrido corto. A día de hoy la estructura
mejor posicionada a nivel de estado para actuar cómo aglutinante de dicha
alternativa es IU, con todos los defectos, insuficiencias y contradicciones que
la conforman, siempre que se desmarque claramente del soberanismo pro independentista.
Con todos
los respetos es muy importante no confundir. El principal sentimiento e
identidad que debemos cultivar los marxistas es el interés de clase, auténtica
patria grande de la clase obrera, desde los tiempos del manifiesto hasta el
horizonte comunista que la razón añora.
* Coordinador
comarcal de Esquerda Unida en Vigo.
III J.Mª
Laso. Op. Cit.
IV Lenin
(1914). El derecho de las naciones a la autodeterminación. http://www.marxists.org/
V Stalin
(1925).Discurso en la Comisión Yugoslava de Comité Ejecutivo de la
Internacional Comunista. Citado por J. Mª Laso (1999) . El derecho a la
autodeterminación. UTOPIAS, nº 181-182.
VI Lenin .
Op cit. En J.Mª Laso.
VII Stalin
(1913). El marxismo y la cuestión nacional. http://www.marxists.org/
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