Artículos de
Opinión | Francisco González Tejera | 03-05-2013 |
La misma
codicia desmedida disfrazada de progreso que destruyó gran parte del territorio
canario desde los años 60, el mismo modus operandi siniestro para apropiarse
del patrimonio natural de nuestro pueblo, se materializa ahora de nuevo en el
municipio de Tejeda, en uno de los parajes más hermosos y con mayor riqueza
ambiental y cultural del planeta, donde el Partido Popular con mayoría en el
Cabildo de Gran Canaria y la alcaldesa pepera de este singular paraje,
pretenden recuperar el polémico proyecto de montar un teleférico que suba a
miles de turistas al Roque Nublo, un espacio natural protegido de alto nivel,
sometido ahora a las nefastas sombras del dinero fácil, de los constructores,
los amiguismos y la complacida casta política siempre abierta al negocio sucio,
aunque se arrase por el referente natural y cultural de todo un pueblo.
Esa manía
perorata repetitiva y molesta como un guineo iracundo, que solo pretende seguir
vendiendo humo entre la desesperación y la pobreza. El apestoso y mal entendido
desarrollismo para que unos pocos se lucren del destrozo, los de siempre, los
amigos del “sobrecogido” argumento de los puestos de trabajo, de la riqueza en
pocos días, de la panacea económica, de la mentira que generó que la mayor
parte de las playas de estas islas estén destrozadas, contaminadas, repletas de
cemento y especulación.
El horrendo
discurso de unos vergonzosos próceres del miedo, de las cuentas corrientes
repletas, de los cochazos, chalecitos, secretarias lustrosas y móviles última
generación a costa del erario público. Los generadores del hambre de nuestra
gente, de que Canarias y su pueblo sufran la peor etapa socioeconómica de su
historia, siempre gracias a sus recortes, reformas, pelotazos y un nivel de
vida que avergüenza a la mayoría de las personas honradas.
Las
políticas del PP con las construcciones de aeropuertos sin aviones, grandes
palacios de la cultura que ahora se caen a pedazos en Castellón, Valencia y
otros puntos de Españistán. Los miles de millones invertidos en nada para
engordar una burbuja inmobiliaria que ha condenado a gran parte del pueblo
español a la miseria, a la dependencia, a la esclavitud con una banca mentirosa
y corrupta, que ha engañado a infinidad de familias con falsas promesas en forma
de hipotecas basura, pestilencia, saqueos y robos de guante blanco.
Ahora de
nuevo en una Canarias con más de un 30% de desempleo, con cientos de miles de
familias bajo el umbral de la pobreza extrema, con uno de cada tres niños/as
sufriendo malnutrición, según datos recientes de UNICEF, el presidente del
Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna, el mismo que tuvo que
dimitir del Parlamento Español hace unos años por un presunto escándalo, se
saca de la manga este nefasto proyecto claramente especulativo, que lo único
que pretende es cargarse una zona emblemática de esta isla, llenarla de
turistas, de basura, de cables que arrasaran por la avifauna, de ruido, de
coches, de humo, con la excusa de un teleférico que acabará desde el primer
momento con un paisaje espectacular, que Miguel de Unamuno definió en pocas
palabras como “una tempestad petrificada”.
La prioridad
de esta mediocre casta de políticos metidos a poceros no les permite ver más
allá del sol y playa, de la borrachera colectiva de los hooligans, de la
discoteca o el hotel con barra libre, del nauseabundo y machista boddy sushi.
No valoran para nada las posibilidades de un turismo sostenible, ecológico, que
fomente el respeto por la cultura canaria, que dé a conocer a los visitantes una
flora única y endémica, una historia repleta de riqueza que viene de los
tiempos de los antiguos pobladores, de su arqueología, del patrimonio
etnográfico, de la propia idiosincrasia de un pueblo isleño que ha vivido
siempre en la encrucijada tricontinental, hermanado con los pueblos del mundo.
Estos
importantes valores no parecen importar a la rapiña que ha destruido esta
tierra, que está llevando a su gente a un holocausto social sin precedentes.
Una pandilla de la muerte que no se corta en promover nuevos planes en la misma
línea de la destrucción, de la depredación sin límites, para conseguir dinero
fácil en poco tiempo cueste lo que cueste, aunque lo que se venda y se destruya
sea el Roque Nublo y la Caldera de Tejeda.
Habría que
preguntarse en voz alta y clara ¿Qué empresa estará detrás de este nuevo
saqueo? ¿Qué político o políticos se lucrarán y obtendrán buenos beneficios de
esta nueva operación millonaria? ¿Qué vínculos tendrán con el poder los
promotores de esta inversión de futuro para unos pocos?
Preguntas
que seguramente se llevará el viento y que los medios desinformativos al
servicio del régimen se encargarán de disfrazar, de ocultar y vender esta
verdadera locura como la solución a todos los problemas de esta tierra, el
sursum corda del progreso, al mejor estilo del otro montaje siciliano,
despilfarrador de millones de fondos públicos que no se saben dónde coño están,
ni quien los tiene, del Proyecto Monumental de la Montaña de Tindaya en
Fuerteventura.
La baja
catadura moral de la casta política canaria y española hace que surjan este
tipo de propuestas nefastas para el medio natural, destructoras del patrimonio
cultural de nuestro pueblo y del resto de la humanidad, sin molestarse para
nada en buscar otras opciones que estimulen el desarrollo de zonas como Tejeda.
Formulas alternativas al turismo de masas, que verdaderamente conserven y
potencien la economía social, que beneficien al conjunto de la sociedad, a los
agricultores, a los ganaderos, a los artesanos, no a los mismos depredadores de
siempre, los que se lucran de la destrucción de la naturaleza, del desarraigo
de nuestra gente, para seguir pescando en el río revuelto de la desolación y la
miseria.
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