domingo, 21 de octubre de 2012

“EL PODER ECONÓMICO MUNDIAL LO MUEVEN LOS HILOS DEL SIONISMO JUDIO AMERICANO, SIN IMPORTALES LO QUE LE OCURRE A LA CIUDADANIA”



Desmontando el tabú. Parte primera
Artículos de Opinión | Marc Llaó | 20-10-2012 |
“Me da la impresión de que en lugar de dar clases sobre el Holocausto, lo que se hace es venderlo”
Rabino Arnold Jacob Wolf, University of Yale
No son pocos autores, algunos de ellos judíos, los que se han atrevido a plantear ciertas ideas heterodoxas, por decirlo de alguna forma, en torno a los mitos que inundan el imaginario de la identidad judía. Me refiero concretamente a la explotación interesada del sufrimiento de estos. Digo “atreverse” porque los gestores de este sufrimiento que ellos mismos llegan a afirmar, conforma su patrimonio ante la historia, lo han blindado de singularidad y exaltación hasta tales niveles que parecería no menos que indecente el plantear ciertos matices respecto al asunto, ya no digo proponer determinadas visiones críticas. Al final puede pasar que te acaben llegando cartas a tutiplén tachándote de antisemita, como han advertido en multitud de ocasiones los personajes de Woody Allen. Y digo “explotación” porque estos gestores, las organizaciones sionistas, han exprimido al máximo los dividendos de este sufrimiento para destinarlos a causas que no se han distinguido precisamente por aplacarlo. Más bien para justificar ciertas posturas diametralmente opuestas a las que por lógica estarían obligados a defender.
Este es el planteamiento que el profesor Norman Finkelstein ha llamado en su libro de título homónimo “industria del Holocausto”. Y para no levantar suspicacias, anticipo que es judío, hijo de supervivientes de los campos de Auschwitz y Majdanek, los padres del cual corrieron mejor suerte que el resto de su familia que pereció víctima del exterminio nazi. Esta “industria” que apunta Finkelstein entiende el Holocausto como un suceso único e irrepetible, sin parangón en la historia, portador de las más altas cotas de sufrimiento, y que por ello ha de ser recordado de manera única para evitar que suceda de nuevo. Su naturaleza es exclusiva y su singularidad, absoluta. Por tanto, la intención de comparar este sufrimiento con el padecido por otros pueblos, es negar su singularidad, y por tanto a los judíos como pueblo más padecedor de la historia. Esto es según la “industria del Holocausto”, negar el propio holocausto.
La idea que propone este autor, es que amparándose en este sufrimiento histórico concretado en la infamia nazi, el sionismo ha ido articulando un conjunto de imaginarios en torno a la victimización histórica de los judíos y el eterno e irracional odio gentil que provoca que el holocausto como hecho histórico se convierta en el Holocausto (de ahí la nula arbitrariedad de la mayúscula o la minúscula). El Holocausto es en palabras del reputado escritor israelí Boas Ebron (por el nombre queda claro que no es palestino) en su libro Holocaust. The uses of disaster, “un adoctrinamiento propagandístico oficial, una producción masiva de consignas y falsas visiones del mundo, cuyo verdadero objetivo no es la comprensión del pasado sino la manipulación del presente”. Y añade que “la memoria del exterminio llegó a convertirse en poderosa herramienta en manos de los dirigentes israelíes y los judíos del extranjero”.
“El Holocausto no es un constructo arbitrario, está dotado de coherencia interna.”, dice Finkelstein. “Sus dogmas fundamentales respaldan importantes intereses políticos y de clase, demostrando por tanto, ser un arma ideológica indispensable. El despliegue del Holocausto ha permitido que una de las potencias militares más temibles del mundo, con un espantoso historial en el campo de los derechos humanos, se haya convertido en “estado víctima”, así como el grupo étnico más poderoso de Estados Unidos”. Por tanto, no cabe la menor duda que esta victimización constante produce importantes réditos: en concreto, la inmunidad a la crítica, aun cuando está más que justificada.
No solo ha funcionado de coartada para la política criminal del Estado de Israel y el apoyo estadounidense a la misma. La campaña de recaudación de reparaciones económicas por parte de las grandes organizaciones sionistas, el Congreso Judío Mundial, el Comité Judío Americano, la Liga Antidifamación, la Conferencia sobre Solicitantes Materiales mediante el chantaje en nombre de las victimas necesitadas del Holocausto (que Finkelstein documenta que en ningún caso fueron distribuidas entre las mismas), ha significado rebajar el patrimonio moral de los seis millones de judíos muertos y los que sobrevivieron, a los avatares de una manga de black jack de cualquier casino de Las Vegas.

                  Fuente: http://www.tercerainformacion.es/




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