RICOS Y OBCECADOS
Artículos de
Opinión | Alberto Rabilotta | 23-10-2012 |
Aleluya, el
semanario The Economist, admite que la desigualdad alcanzó un nivel que puede
entrabar el crecimiento (1), una conclusión a la que muchos llegaron hace largo
tiempo, como señala la columnista canadiense Carol Goar (Venerable Economist
sounds alarm over growing inequality, Toronto Star del 18 de octubre).
Pero esa
Biblia del capitalismo desde 1843 afirma, sin sonrojarse, que la historia no
provee respuestas a las actuales disparidades de riquezas entre ese 1.0 por
ciento y el 99 por ciento de la población, una advertencia destinada a
justificar “cambios” que permitan mantener el estatus quo.
Las
“respuestas” que el informe de The Economist provee son una ensalada de medidas
de sentido común -reclamadas sin ningún éxito por economistas que tienen algún
sentido de la historia y saben cual fue el remedio a la Gran Depresión-, como
reducir la talla de los grandes bancos de depósito e inversiones para evitar
que tengan que ser rescatados a cualquier precio en caso de crisis financiera,
pero en el contexto la continuación de las políticas de ajustes estructurales,
o sea las políticas de austeridad que la oligarquía rentista hace aplicar en
prácticamente todos los países del “capitalismo avanzado”.
Y también,
por el instinto de clase que le lleva a querer destruir cualquier organización
de los trabajadores, The Economist propone desmantelar los sindicatos de
maestros para poder “diversificar” la educación, y de paso aumentar fuertemente
la edad de retiro, lo que me recuerda al ex Secretario general de la OCDE Donald
Johnston, quien a comienzos de este siglo y en un seminario en la Conferencia
de Montreal proponía elevar a 70 años la edad de retiro de todos los
trabajadores, incluyendo a los que trabajan en la construcción o la minería,
algo que en ese instante parecía una exageración y que hoy está convirtiéndose
en realidad en los países del capitalismo avanzado.
Cierto, The
Economist reconoce que los gobiernos deberían hacer algo más por los jóvenes y
los pobres, y también aumentar los programas de capacitación para los
desempleados, así como eliminar algunas ventajas fiscales que benefician a los
ricos, o sea “dar atole con el dedo” como dicen los mexicanos, ya que estas
“recomendaciones” parten del supuesto de que los gobiernos actuales no tienen
los recursos para una intervención económica masiva ni para desmantelar los
monopolios globales que causan la situación actual, y que por lo tanto deben
aparecer como que están haciendo algo, lo que no quiere decir que estén
haciendo algo, y más importante, algo que valga realmente la pena para los
pueblos.
Cambiar las
cosas para que todo siga igual. Así va el mundo del capitalismo avanzado.
Después de la reunión de los jefes de gobierno y de Estado de la Unión Europea
(UE), esta semana que termina, en la UE asistimos a una nueva ola de optimismo
porque parecería que se decidió avanzar hacia la creación de la unión bancaria
que permitirá controlar y recapitalizar los bancos, al menos los de la zona
euro (ZE).
El problema
de fondo, la implosión económica que está ocurriendo en varios países, desde
Grecia a Portugal, pasando por España e Italia, que afecta a decenas de
millones de personas que han perdido el empleo, a veces el alojamiento, que
estudiaron y no tendrán empleo ni medios para vivir, y que están perdiendo las esperanzas
de volver a tener una vida normal, ese problema sigue entero y de él no se
discute en los grandes medios de comunicación. Como tampoco se le da
importancia al rápido aumento del separatismo o independentismo en España,
Bélgica e Italia, que en buena medida revela la profundidad de esta crisis
económica, política y social.
En otros
países, como Francia, Bélgica y hasta Alemania, el proceso de desmantelar todas
las conquistas salariales y laborales, por ejemplo, es más lento pero sigue
adelante, y se manifiesta en el crecimiento del desempleo, del subempleo, y en
el empobrecimiento de amplios sectores de la población.
Lo que me
lleva a un texto de Norman Pollack, escritor y profesor de historia en la
Universidad estatal de Michigan (2), quien afirma que en el caso de Estados
Unidos ya se puede hablar de fascismo porque existe una interpenetración entre
el gobierno y los grandes capitales, la cual ha creado un jerarquizado sistema
de clases sociales, con enormes diferencias de riqueza y poder; porque este
sistema militarizó los valores sociales y la estrategia geopolítica; porque
pretexta la falsa ideología de una sociedad sin clases para inculcar la lealtad
al orden social entre el pueblo trabajador..
Los ricos se
ofuscan mucho y no quieren escuchar ninguna razón cuando se trata de que el
gobierno se inmiscuya en los negocios, aunque esa intervención para crear el
pleno empleo favorezca a la clase capitalista, como bien decía en 1942 el
economista polaco Michal Kalecki (3).
Al señalar
las contradicciones y las verdaderas razones de clase por las cuales los
capitalistas, industriales y financieros, se niegan a que los gobiernos
intervengan en situaciones de crisis, en esa conferencia sobre “Aspectos
políticos del pleno empleo”, Kalecki se refiere al fascismo: Una de las
importantes funciones del fascismo, como tipifica el sistema nazi, fue la de
eliminar las objeciones capitalistas al pleno empleo. En tanto que tal, bajo el
fascismo el rechazo a las políticas del gasto de gobierno son superadas por el
hecho de que la maquinaria del Estado está bajo el control directo de una
asociación de las grandes empresas con los negocios de los fascistas. Así se
elimina la necesidad del mito de la “finanza responsable”, que sirvió para
prevenir que los gobiernos combatan las crisis de confianza mediante el gasto.
En la democracia uno no puede saber de que tipo será el próximo gobierno. Bajo
el fascismo no hay próximo gobierno (4).
En Estados
Unidos, según Pollack, no importa quien salga electo de los comicios del 6 de
noviembre, Romney u Obama, porque en el fondo nada cambiará, porque la
oligarquía seguirá en el gobierno.
El titulo
del último libro del economista Michael Hudson define muy bien la evolución del
capitalismo y la situación actual: “The Road from Industrial Capitalism to
Finance Capitalism and Debt Peonage “. O sea “el camino desde el capitalismo
industrial al capitalismo financiero y a la esclavitud por la deuda” (5).
No solo hay
mucho para pensar, sino cantidades industriales de motivos para actuar, como
diría Mafalda.
La Vèrdiere,
Francia.

2.- Norman
Pollock, es autor de “The Populist Response to Industrial America” y “The Just
Polity”. Ver “Under the Cloak of Liberalism America on the Cusp of Fascism”: http://www.counterpunch.org/2012/10...
4.- Michal
Kalecki, Political Aspects of Full Employment (1942) http://mrzine.monthlyreview.org/201...
5.- Michael
Hudson, http://michael-hudson.com
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