viernes, 26 de octubre de 2012

UNIDAD DE LA IZQUIERDA UNID……..AD



Suresnes II. Ahora o nunca
MIÉRCOLES, 24 DE OCTUBRE DE 2012   JUAN PEDRO ESTEVE GARCÍA 

 En el otoño de 2012 no se está jugando la situación del socialismo de hoy (evidente y preocupante) sino el que pueda sobrevivir algún tipo de izquierda política en la década del 2020. Los años del buenismo han pasado, y se impone de una vez el que alguien se atreva a darle al botón del "reset" como hicieron González y Guerra en 1974. No queda mucho tiempo. O se hace de aquí a pocos meses, o estamos abocados a la extinción. 

Es de esperar que la experiencia sufrida hace unos días en Galicia y Euskadi haga recapacitar a los que acusaban de "alarmismo" a los que desde hace unos años venimos avisando de que el sendero por el que han encaminado a la izquierda nacional desde 2008 es el de la autodestrucción. Autodestrucción derivada tanto de los errores cuando estábamos en el gobierno, como del error actual de estar haciendo una no-oposición, cuando hay más motivos que nunca desde 1978 para que se hiciera una oposición implacable.

La autocrítica por si sola no vale. Pero por si acaso vamos a empezar con un poco de análisis crítico. Por encima de las muchas y variadas guerras de tribus y familias que ha atravesado el Partido Socialista en los últimos tiempos, se pueden observar tres procesos de desgaste general:

¿Por dónde se nos han ido los cuatro millones de votos perdidos?. Por tres puertas.

-PRIMERA PUERTA: El Partido tenía desde hace mucho tiempo zonas de votantes, e incluso de militancia, fronterizas con la derecha. Eran gentes sin excesivas raíces en el progresismo, pero que durante los mandatos de Felipe González se adhirieron al proyecto socialista por dos motivos: bien por arrimarse al caballo ganador de los años 80 (tradición muy hispana) para buscar prebendas, o bien por reconocer los méritos de aquel presidente (Ley General de Sanidad, fin del golpismo militar, integración en Europa, etc...) aunque no comulgaran mucho con su visión del mundo. Parte de esos apoyos han acabado yendo a la nueva formación política Unión Progreso y Democracia (UPyD) que recoge votos y militantes de muchos caladeros, uno de ellos el que se escindió del socialismo a causa de las vendettas personales surgidas del 35º Congreso Federal del año 2000. Las comparaciones del fenómeno UPyD con el populismo de Alejandro Lerroux de los años 30 no van tan desorientadas como creen algunos, pues Lerroux se presentaba unas veces como un furibundo anticlerical más-rojo-que-nadie y luego, para mantener su parcelita de poder, pactaba con la derechona de Gil Robles.

-SEGUNDA PUERTA: El Partido tenía también, desde hace mucho tiempo, segmentos de votantes y de militancia fronterizos con los nacionalismos periféricos. La Transición española se hizo a menudo más con antimodelos que con modelos. Como nadie quería el regreso al franquismo, se impuso el franquismo como antimodelo a seguir, y todas las organizaciones que fueran antifranquistas pasaron a ser consideradas aliadas nuestras. El socialismo, especialmente tras la catarsis de 1974, tenía un modelo válido de lo que había que implantar en España, como eran las socialdemocracias alemana y sueca, pero de rondón se nos colaron en el programa varios antimodelos procedentes de este pensamiento equivocado de "el enemigo de mi enemigo es mi amigo". Los nacionalismos periféricos pusieron mucho esfuerzo en dotarse de una máscara exterior que les hiciera parecer europeizantes y progresistas, pero esa máscara se ha caido en los últimos años. Ahí tenemos el caso de:


-una Cataluña donde tras la apoteosis triunfal de los Juegos Olímpicos se empezó a larvar un patrioterismo tan paleto y tan excluyente como el de Franco, que ha salido del cascarón en la persona de Artur Mas, pero del que son responsables muchos políticos anteriores por acción u omisión. 

-En Euskadi ocurre tres cuartos de lo mismo. El PP es un partido casi testimonial, pero su papel lo hace perfectamente el PNV. El primero es un brazo político del Opus Dei, los Kikos y los Legionarios de Cristo. El segundo es un brazo político de la Compañía de Jesús. Tanto monta, monta tanto. Da igual que unos reivindiquen una patria más grande y otros una patria más chica. Al final, ambos quieren imponer un modelo de sociedad dogmático y clasista, aunque hay que reconocer a los jesuítas un mayor nivel cultural que a las malas imitaciones de su Compañía surgidas en el siglo XX.

-En Galicia hubo un nacionalismo, el BNG, que sí era heredero de una tradición de izquierdas, pero acabamos de presenciar cómo se ha fragmentado definitivamente (de hecho no era un partido, sino una coalición). El "spin-off" que de ellos ha surgido en forma de ANOVA tampoco es homogéneo.
Habrá que observar con detenimiento cómo van evolucionando los nuevos experimentos políticos tipo ANOVA o Bildu, pero de momento parece que a su visión aldeanista de la sociedad, poco apta para una era como la actual en que los problemas son internacionales y requieren una respuesta internacional coordinada, se une demasiada carga de mitos tomados de utopías sesentayochistas.

-TERCERA PUERTA: Finalmente, el Partido Socialista tenía una tercera región, fronteriza con las utopías de mayo del 68. Los disturbios de mayo del 68 vinieron muy bien a la CIA para desgastar al general De Gaulle, que aunque no era lo que entendemos por un político de izquierdas, era uno de los pocos líderes occidentales que por entonces se oponía abiertamente a las injerencias de la OTAN sobre el Viejo Continente. El resultado de aquellos disturbios es de sobra conocido: el votante medio francés asoció "izquierda" con "violencia en las calles" y los verdaderos partidos de izquierda de Francia no volvieron a pintar gran cosa hasta la llegada de Mitterrand. Una década perdida.

En esa tercera región había gente que unas veces nos votaba y otras veces no. Ante los disparates que se cometieron en España durante la segunda presidencia de Aznar (especialmente desde que se creyó una especie de emperador y casó a su hija en el Escorial con más fasto que muchos monarcas) ese segmento de gente apoyó en bloque a José Luis Rodriguez Zapatero y contribuyó mucho a su llegada a la Moncloa. Pero estaba claro que era un apoyo surgido de condiciones de emergencia, y que no iba a durar siempre.

¿DÓNDE ESTAMOS AHORA?
La falta de autoridad del núcleo central del Partido para enfrentarse a las exigencias de los nacionalismos periféricos contribuyó mucho a que parte del voto se nos fuera a la UPyD (incluso parte de la militancia). No solo eso, sino que al no hacerse oposición a los delirios de grandeza de esos nacionalismos, incluso las regiones leales a la Constitución copiaron esos delirios y llenaron el mapa de aeropuertos fantasmas, estaciones de AVE en medio de la nada, autopistas vacías y tantos otros dislates que han vuelto a hacer de España un país pobre. Todo con tal de que cada reino de taifas no tuviera complejos de inferioridad ni se sintiera humillado por las taifas vecinas. La lucha de la generación de nuestros abuelos, y la de nuestros padres, para que tuviéramos un cierto estado de bienestar, ha sido tirada a la basura en unos pocos años. Eso sí, ahora podemos exhibir ante las naciones los triunfos de la selección y de Nadal. Para lo que nos ha interesado, hemos defendido los colores de la bandera centralista como nadie, aunque no tengamos un solo premio Nobel desde 1989. 

Asimismo, la falta de coordinación en la respuesta a la crisis económica de 2008 ha sido la puntilla que nos faltaba para rematar el desgaste. Hemos conseguido que la derecha nos haya convertido en los culpables de la crisis, mensaje que a base de ser repetido mil veces en la televisión ha acabado calando. Habrá que empezar a pedir cuentas DESDE YA a los responsables de que en los últimos años la presencia de la izquierda en los medios de comunicación haya pasado a ser casi anecdótica. El invento de la TDT, que elementos del propio Partido Socialista o advenedizos llegados al Partido Socialista nos presentaron poco menos que como una revolución social, no solamente no ha supuesto avance apreciable en nuestra calidad de vida, sino que ha azuzado a las masas hacia posiciones ultraconservadoras como nunca había pasado en la historia reciente de España. Por el camino, cuatro listos se han hecho de oro vendiendo descodificadores y televisores nuevos para facilitar la transición al inventito, que pronto nos dirán que ha quedado "obsoleto" para que tengamos que resintonizarlo y nuevamente alguien se vuelva a hacer millonario vendiendo antenas, amplificadores y similares.

Algo parecido a lo de la TDT nos ha pasado en la manera en que hemos asimilado el mundo 2.0. y de las redes sociales. En España hemos pasado, en no muchos años, de creer que la tecnología era cosa del demonio, al otro extremo, a tener adoración religiosa por todo cachivache que la publicidad ha pretendido (y logrado) meter en nuestras casas. Dentro de la izquierda caló hondo el mensaje de que en Internet estaban todas las respuestas a todos los problemas. Los utopistas veían en la Red el advenimiento de una especie de libertarismo anárquico que nos libraría de los capitalistas de toda la vida, representados por la vieja caricatura del millonario de traje y chistera del Monopoly. Mientras comprábamos más y más ordenadores, más conexiones de banda ancha, más discos duros... nos creíamos más libres, y alimentábamos a una nueva casta de capitalistas que ha acabado acumulando unas fortunas mucho más grandes que las de los capitalistas tradicionales. Los gurús digitales como Zuckerberg se presentaban como "modernikis" porque no llevaban corbata y vestían zapatillas deportivas, pero su poder es tal que el señor de la chistera del Monopoly es un simple pringado en comparación con ellos. Para colmo, han conseguido lo que parecía imposible e impensable: que la ciudadanía les entregue voluntariamente unos datos de su vida cotidiana que los curas del confesionario, los torturadores de la DGS o los inquisidores del Mossad no habrían conseguido arrancarles jamás. Los gurús digitales han montado los disturbios de 2011 en infinidad de países, y han conseguido que parezcan "espontáneos". Mensajes y discursos propios de la Falange o de las SA, que hasta 2011 ya nadie con dos dedos de frente se tomaba en serio, han vuelto a resurgir, y amplificados mil veces por los gurús digitales y sus redes han conseguido seducir a los sectores de población que las izquierdas considerábamos los caladeros de donde podíamos sacar más apoyos. 

Hemos perdido una enorme cantidad de votantes, de militantes y de futuros cuadros, que ahora engrosan el discurso del "todos son iguales" y del "fuera los políticos". Eso debe servirnos de escarmiento, para que la próxima vez que lleguemos al poder no nos hagamos trampas al solitario cambiando cuatro placas y cuatro lápidas. Si queremos una Memoria Histórica que funcione, no debe hacerse con leyes buenistas, sino con un bachillerato en el que la Historia deje de ser una "maría" o un vehículo de adoctrinamiento de los reinos de taifas. Con un bachillerato en el que la Historia sea una narración de fascismos pasados, pero también una vacuna contra fascismos (y populismos) futuros.

Señor Rubalcaba: ahora mismo está usted en una situación muy similar a la de Llopis en 1974. Como Llopis, usted ha hecho un trabajo estupendo en el Partido Socialista. Llopis mantuvo en Francia una estructura orgánica del Partido para que el Partido sobreviviera a la dictadura, y eso es un mérito que todos tenemos que agradecerle. Usted también ha completado su expediente con un mérito extraordinario, como ha sido la pacificación del País Vasco, o como ha sido imponer disciplina en el sistema español de carreteras, que era un matadero de inocentes tan nocivo como el de la ETA. Eso también se lo tendremos que agradecer los españoles de varias generaciones. Pero llegó un momento en el que Llopis tuvo que dar paso a los retos que imponía la Historia. Vinieron unos problemas distintos y hubo que traer gente que resolviera esos problemas con soluciones distintas. Felipe González le dio al "reset" y gracias a eso tuvimos posteriormente unos años (aproximadamente 1982-1992) en que se dieron unos avances sociales sin precedentes. 

Ahora todavía no sabemos quién es la persona más adecuada para resetear el Partido. Probablemente tengamos que someter al Partido no solo a un reseteo, sino a un reformateado del disco duro y a un cambio de la fuente de alimentación. De otra manera, acabaremos acribillados por la derecha y por los antisistema.

Señor Rubalcaba: la mayor parte de los problemas que atenazan hoy al Partido Socialista no son culpa suya. Al contrario. Bastante ha hecho ya usted cuando se atrevió a presentarse como candidato para echar mano al timón de un navío que llevaba meses a la deriva. En unos tiempos en que la gente busca en la política un camino de ascenso y de pelotazo rápido, no abundan personas capaces de asumir un reto como ese. Pero ante unos problemas de la envergadura de los que tenemos encima, España no percibirá una renovación de la izquierda mientras la cabeza visible de la izquierda sea un ex-ministro del zapaterismo (también lo fue del felipismo, pero para los españoles más jóvenes, el felipismo, con todos sus logros, es hoy una cosa de la que solo han oido hablar a través de sus familias o de documentales). Por eso mismo ahora tampoco creo que la alternativa sea que usted se retire para dar paso a otro ex-ministro o ex-ministra que sean igualmente portadores del estigma zapateril (No quiero con esto quitar méritos al Zapatero de su primer mandato, que los tuvo, y muchos, pero ahora toca pensar en el futuro)

La alternativa tiene que venir, cuanto antes mejor, de un amplio saneamiento y renovación de las cúpulas de dirección del Partido Socialista. La situación actual bien merece un Suresnes-II, más incluso que la del Suresnes-I, pues en 1974 teníamos un enemigo (la derecha franquista, tardofranquista o postfranquista) y ahora tenemos dos (la derecha y los antisistema). Ahora o nunca. 

Ahora o nunca. Los que se quieran salir del PSC y embarcarse en aventuras independentistas, que se marchen. Si un país entero no ha podido resistir las embestidas de la Merkel y de los Lehmann Brothers, ya me dirán que va a poder hacer el microestado que pretenden. Los que sigan empeñados en que la solución es reeditar en España el mayo del 68, que se vayan. Cuanto más rápido se vayan, mejor, así nos evitarán desgastes como los que nos supuso la indecisión previa a la marcha de Rosa Díez, que estuvo años en plan "ahora me voy/ahora no me voy". El que hayamos perdido el voto de los tres segmentos fronterizos ha tenido aspectos perjudiciales, pero también puede tenerlos positivos. Por una vez podremos ofrecer un discurso unificado, no cuatro. Si a eso le sumamos que ese discurso lo encabecen rostros nuevos, mejor que mejor.



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