GANAR LA GUERRA
Artículos de
Opinión | José Haro Hernández | 23-10-2012 |
En los años
30 del pasado siglo, un puñado de políticos alemanes, extremistas y violentos,
urdieron un plan para que los recursos de toda Europa se pusieran al servicio
de sus banqueros e industriales. Recurrieron para ello a una devastadora guerra
que no sólo condujo a los europeos al apocalipsis, sino que también se llevó
por delante los delirios de aquel colectivo de fanáticos crueles. En los años
90 del pasado siglo, otro grupo de políticos alemanes, aparentemente no tan
extremistas como sus compatriotas de 60 años atrás, determinaron retomar el
proyecto de éstos, pero en lugar de divisiones mecanizadas, decidieron
utilizar, en su idea de hacer a Alemania más grande a costa del resto de
Europa, un arma no tan sanguinaria, pero de efectos a largo plazo tan
devastadores: la deuda. Efectivamente, los bancos alemanes, cuyas arcas estaban
repletas en virtud de una acumulación de la renta crecientemente desigual,
prestaron cantidades ingentes a los bancos y Estados del Sur, alimentando, en
el caso español, la especulación inmobiliaria y el endeudamiento de unas
familias trabajadoras con ingresos decrecientes, lo que las empujaba al crédito
de manera recurrente. Esta deuda de nuestros bancos y cajas con la banca
centroeuropea provocaba tanto la transferencia de recursos hacia el norte de
Europa como la dependencia de la economía española respecto de la germana. Pero
esa transferencia colapsó al estallar la burbuja del ladrillo. Fue entonces
cuando las élites financieras y políticas del país teutón determinaron que si
los bancos españoles no podían pagar la deuda, lo haría por ellos el conjunto
de la sociedad. Aparecen entonces en el escenario los recortes, brutales como
en ninguna otra época de la historia, y que no tienen otra finalidad que
destinar los recursos públicos a salvar a las cajas y bancos, a fin de que
éstas puedan pagar a sus acreedores alemanes. Hay, por tanto, que meter la
tijera en todo el gasto público, sanidad, educación y pensiones incluidos, para
destinar los ahorros en estos capítulos a retribuir a las entidades
financieras, a fin de que éstas consigan los recursos necesarios para saldar
sus deudas. Incluso se mete en la Constitución, de la mano de esa bicefalia de
partido único neoliberal que integran PSOE y PP, que la prioridad del
presupuesto público no es otra que pagar a los acreedores financieros. Estamos,
por tanto, ante una guerra de agresión contra el país y su población que está
causando empobrecimiento masivo. También muertes. El dogmatismo irracional esa
troika absolutamente sometida a los designios de Merkel, llega hasta el
extremo, en su empeño obsesivo por una austeridad ilimitada, de situar al mundo
al borde de una crisis pavorosa. Nos hunden y se hunden, como en los 40. Como
quiera que padecemos un gobierno, como ocurre en los otros países del sur,
colaboracionista con este ocupante y unas fuerzas armadas que no se muestran
activas contra esta violación de nuestra independencia, toca a la población
resistir, como lo hicieran antes los pueblos sometidos a la ocupación de la
Wehrmacht. Resistir hasta derrotar al enemigo. Porque sin recuperación de la
soberanía perdida no es posible destinar nuestros recursos al desarrollo de la
sociedad, a crear empleo y a crecer económicamente. Y para ello es
imprescindible que el Estado no reconozca una deuda ilegítima por cuanto fue
contraída por entidades financieras privadas para impulsar la especulación, a
fin de provocar un enriquecimiento ilícito de los promotores y de los bancos
que financiaban irresponsablemente unos precios de viviendas situados en la
estratosfera. El instrumento de esa resistencia no va a ser, como en los años
40, el arsenal de armas en manos de quienes se opongan al invasor, sino la
conformación de un robusto frente cívico que aglutine a millones de personas en
torno a un programa sencillo encaminado a que la ciudadanía se constituya en el
único soberano de este país. Pero para ello hay que librar la guerra que nos
han impuesto. Y, como hicieron los antifascistas y patriotas de 1945, ganarla.
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