miércoles, 24 de octubre de 2012

“UNA GUERRA QUE ESTA GANANDO EL 4º REICH A LA VIEJA EUROPA ESCLAVA Y SUMISA”



GANAR LA GUERRA

Artículos de Opinión | José Haro Hernández | 23-10-2012 | 

En los años 30 del pasado siglo, un puñado de políticos alemanes, extremistas y violentos, urdieron un plan para que los recursos de toda Europa se pusieran al servicio de sus banqueros e industriales. Recurrieron para ello a una devastadora guerra que no sólo condujo a los europeos al apocalipsis, sino que también se llevó por delante los delirios de aquel colectivo de fanáticos crueles. En los años 90 del pasado siglo, otro grupo de políticos alemanes, aparentemente no tan extremistas como sus compatriotas de 60 años atrás, determinaron retomar el proyecto de éstos, pero en lugar de divisiones mecanizadas, decidieron utilizar, en su idea de hacer a Alemania más grande a costa del resto de Europa, un arma no tan sanguinaria, pero de efectos a largo plazo tan devastadores: la deuda. Efectivamente, los bancos alemanes, cuyas arcas estaban repletas en virtud de una acumulación de la renta crecientemente desigual, prestaron cantidades ingentes a los bancos y Estados del Sur, alimentando, en el caso español, la especulación inmobiliaria y el endeudamiento de unas familias trabajadoras con ingresos decrecientes, lo que las empujaba al crédito de manera recurrente. Esta deuda de nuestros bancos y cajas con la banca centroeuropea provocaba tanto la transferencia de recursos hacia el norte de Europa como la dependencia de la economía española respecto de la germana. Pero esa transferencia colapsó al estallar la burbuja del ladrillo. Fue entonces cuando las élites financieras y políticas del país teutón determinaron que si los bancos españoles no podían pagar la deuda, lo haría por ellos el conjunto de la sociedad. Aparecen entonces en el escenario los recortes, brutales como en ninguna otra época de la historia, y que no tienen otra finalidad que destinar los recursos públicos a salvar a las cajas y bancos, a fin de que éstas puedan pagar a sus acreedores alemanes. Hay, por tanto, que meter la tijera en todo el gasto público, sanidad, educación y pensiones incluidos, para destinar los ahorros en estos capítulos a retribuir a las entidades financieras, a fin de que éstas consigan los recursos necesarios para saldar sus deudas. Incluso se mete en la Constitución, de la mano de esa bicefalia de partido único neoliberal que integran PSOE y PP, que la prioridad del presupuesto público no es otra que pagar a los acreedores financieros. Estamos, por tanto, ante una guerra de agresión contra el país y su población que está causando empobrecimiento masivo. También muertes. El dogmatismo irracional esa troika absolutamente sometida a los designios de Merkel, llega hasta el extremo, en su empeño obsesivo por una austeridad ilimitada, de situar al mundo al borde de una crisis pavorosa. Nos hunden y se hunden, como en los 40. Como quiera que padecemos un gobierno, como ocurre en los otros países del sur, colaboracionista con este ocupante y unas fuerzas armadas que no se muestran activas contra esta violación de nuestra independencia, toca a la población resistir, como lo hicieran antes los pueblos sometidos a la ocupación de la Wehrmacht. Resistir hasta derrotar al enemigo. Porque sin recuperación de la soberanía perdida no es posible destinar nuestros recursos al desarrollo de la sociedad, a crear empleo y a crecer económicamente. Y para ello es imprescindible que el Estado no reconozca una deuda ilegítima por cuanto fue contraída por entidades financieras privadas para impulsar la especulación, a fin de provocar un enriquecimiento ilícito de los promotores y de los bancos que financiaban irresponsablemente unos precios de viviendas situados en la estratosfera. El instrumento de esa resistencia no va a ser, como en los años 40, el arsenal de armas en manos de quienes se opongan al invasor, sino la conformación de un robusto frente cívico que aglutine a millones de personas en torno a un programa sencillo encaminado a que la ciudadanía se constituya en el único soberano de este país. Pero para ello hay que librar la guerra que nos han impuesto. Y, como hicieron los antifascistas y patriotas de 1945, ganarla.

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