Soberanía alimentaria versus alimentación industrial capitalista
El afán de lucro, propio del capitalismo,
depende del crecimiento perpetuo y eso en la agricultura actual se traduce en
una obsesión por producir más y más.
Artículos de
Opinión | Gustavo Duch | 24-10-2012 |
Lo hemos
dicho en otras ocasiones, la agricultura impuesta en los últimos años la
podemos llamar industrial, intensiva… pero el apellido que nunca debería faltar
es: capitalista. Agricultura capitalista. Veamos por qué.
El
capitalismo busca la acumulación incesante de capitales y para ello privatiza
todos los bienes a su alcance. En esta agricultura, las tierras, un bien de
todas y todos, siempre tiene amos, señores y señoritos. Igual pasa con las
semillas, convencionales o transgénicas, que se engendran con un código de
barras; e incluso con el agua de riego que se compra, se vende, en definitiva:
se acapara.
El afán de
lucro, propio del capitalismo, depende del crecimiento perpetuo, y eso en la
agricultura actual se traduce en una obsesión por producir más y más. Pueden
decir que es para paliar el hambre pero lo cierto es que responde al ansia de
llenarse los bolsillos. Y si el productivismo solo es posible con la
explotación de personas -mujeres mayoritariamente- o del Planeta -mujer- y sus
recursos naturales, eso no representará ningún problema. El objetivo final,
enriquecerse, vale la pena, dice la agroindustria repitiendo letra a letra el
discurso capitalista.
Y desde
luego, la expansión del poder del capital lleva a que todas las mercancías
crucen cualquier frontera, si eso es lucrativo. Y obediente a las reglas de
juego, la agricultura está globalizadísima, dedicándose países enteritos a
cultivar materias primas que darán vueltas por el planeta como cualquier
satélite, pero nunca aterrizarán en las bocas que las cosecharon.
Por último
-lo vemos en las últimas décadas-, el poder capitalista no se conforma con
hacer de la alimentación una mercancía y la ha convertido en una moneda acuñada
con la que se especula todo lo que se puede y más.
Es frente a
esta agricultura responsable de hambre, contaminación, explotación y pobreza
que los próximos días 26, 27 y 28, en Gernika, hombres y mujeres de todo el
Estado estaremos reunidos para avanzar en la propuesta que hace unos quince
años nació con el propósito de «liberar la agricultura del capitalismo»: la
Soberanía Alimentaria.
Pues
Soberanía Alimentaria, que es una estrategia para combatir el hambre de
tantísimas gentes campesinas y rurales, que es una nueva forma de producir en
mímesis con la naturaleza y con las sabidurías campesinas, que es un ejercicio
de alianza entre productor y consumidor, que es el derecho de las y los
campesinos a controlar la agricultura… es, sobre todo, una pieza central de un
puzle revolucionario para transformar el mundo.
Sí, en
Gernika, compartiremos muchas y pequeñas aventuras que son espacios de
Soberanía Alimentaria y por lo tanto, revolucionarios, transformadores.
Observaremos experiencias donde el beneficio económico no es un valor ni un
interés; nos contarán que fuera de los mercados se vive mejor; degustaremos que
la colaboración y la afectividad produce los mejores alimentos… es decir,
espacios que cada uno de ellos desnuda la maldad de un modelo en evidente crisis
y que sabemos vamos a superar.
Es pura
geometría: para cambiar estos tiempos, se trata de construir nuevos espacios.
Son
matemáticas exactas: en la medida que tengamos más granjas agroecológicas,
mercados campesinos, cooperativas de consumo, compra directa, huertos urbanos,
etc. más grietas abriremos en el muro donde nos mantienen secuestrados.
Fuente: www.ecoportal.net
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