Artículos de Opinión | José Antonio
Medina Ibáñez* | 01-09-2013 |
Posiblemente la España
más ambiciosa del mundo fue aquella la de Colón; la que conocemos hoy día se
nos antoja pesada, desatinada, improvisada: una España que desencanta.
Dentro de una Europa,
algo fantasma, donde parece que cada quien va a su bola, Rajoy regresa al cole
con tres asignaturas pendientes: Gibraltar, Bárcenas y los Juegos Olímpicos de
2020.
El presidente está
obligado triunfar, manifiestamente, en una de las dos primeras materias, de lo
contrario su capacidad de influencia y credibilidad terminará desbaratándose
dentro de España y la UE. Sin embargo, si Madrid fuera seleccionada, en
septiembre, como la nueva sede de los JJOO, el gris y tristón Rajoy cogería
aire y sus escasas huellas proletarias pasarían, transitoriamente, a un segundo
plano.
Por ello a un
gobernante acostumbrado a no asumir riesgos, el tener tres retos de alto
calibre: 1.- una política exterior liderada por un ministro con más cara de
currante* que de diplomático y algo rudo por aquello de “Gibraltar español” y
“esta broma se ha terminado”. 2.- Con su misma gente – Dolores de Cospedal –
echándole la basura en el lomo y 3.- Con una capital (Madrid) que ganó el
derecho a competir con Estambul y Tokio luego de sacar más de 8 puntos de
aprobación, cosa que a Rajoy le debe hacer sentir peor que una mosca herida ha
alfilerazos, por aquello de que sólo el 2.4% de los españoles cree en él**, su
vida se le debe de antojar todo un thriller.
Y aunque parece que el
presidente escondido tiene las de ganar, el populacho siempre sospecha que sus
progresos son pocos, quizá porque la imagen del líder popular es tan escasa que
nadie sabe a qué atenerse o, porque nos ha convencido de tener la extraña
habilidad de problematizar todo y esperar a que el tiempo lo resuelva. No sería
descabellado pensar que esté haciendo tiempo para que la prensa le ayude a
desempeorar lo empeorado, es decir, a que aumenten sus probabilidades de éxitos
sin ninguna exposición al compromiso. También cabe la posibilidad de que crea
que el éxito vendrá contra todos los pronósticos porque el mundo económico ha
comenzado a dar unos pasos positivos. Así parece que es Rajoy.
Se pregunta uno acerca
de las opiniones del presidente sobre Siria, Egipto o de algo más cercano: el
finiquito de Bárcenas y, nada, sabemos muy poco o eso, nada. Pero que nadie se
crea que su postura es una actitud de modestia reflexiva ejercida ante los
grandes problemas, Rajoy simplemente es él, un presidente distinto que rivaliza
con Zapatero por el peor pódium presidencial español, un hombre que nos obliga
a concluir, desesperadamente, que se ha embarcado en el terreno de: soy un
presidente muy cauto y por ello opino lo justito. Preocupante.
Gibraltar no es una
cuestión de Seguridad Nacional, como dirían los norteamericanos, es más, nadie
en España espera a que se ice una bandera española en el peñón, simplemente se
aspira a que el presidente no se arrugue y que demuestre que tiene más apetito
de ganar, saber y decir la verdad y, que de paso, tenga más arrojo y cambie su
tren ministerial. Una falta de sed en el líder español que hemos visto
convertirse en un defecto.
La marca española, esa
de la que tanto habla el gobierno, está en un hilo, esperemos que por lo menos
Rajoy sea capaz de lograr que se retiren los bloques de hormigón con pinchos
tirados al mar y que diga cómo fue eso del acuerdo con Bárcenas, de lo
contrario tendrá la puerta abierta para marcharse – dimitiendo o no – como un
incompetente y un mentiroso.
Esa falta de toma de
decisiones ha lanzado a Rajoy al mismo infierno, con su secretaria general
diciéndole a España: yo no fui, fue él, yo no tuve nada qué ver con lo del pago
diferido y, con un parlamento que no le cree.
Asistimos a una guerra
política mal concebida y como tal con un mal fin.
La mayoría absoluta se
le ha vuelto en su contra y el uso del poder, sin ninguna capacidad de
seducción, le ha acercado a él y al Partido Popular a un prematuro abandono de
Moncloa y, convirtiendo, ante nuestros ojos, a los defensores de turno, en unos
descarados pelotas***.
*En el decir diario
español: Trabajador, obrero.
***En el decir diario
español: Adulador.
*José Antonio Medina
Ibáñez. participa@latinpress.es
Fuente: www.tercerainformacion.es
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