domingo, 1 de septiembre de 2013

DEFENSA DE LO PÚBLICO


Artículos de Opinión | Darío Botero Pérez | 31-08-2013
La elemental estrategia uribista de oponerse a toda iniciativa y aprovechar todo suceso que ocurra bajo el gobierno de Juan Manuel Santos para atacarlo y desprestigiarlo, en un oportunismo político obtuso, pero efectivo entre ciertos seres primitivos y los bandidos que los manipulan y engañan.
Si las responsabilidades de Uribe y su antecesor Andrés Pastrana no fuesen tan evidentes en la pérdida de las aguas de San Andrés, los cómplices del gurú insistirían en atacar al converso Santos. Pero ese espacio vital que las transnacionales pretenden que Nicaragua les ceda, sin condiciones, en ocho años de dictadura Álvaro Uribe Vélez no supo, no quiso, no pudo, no le importó defender, o lo negoció bajo cuerda.
Públicamente, prefirió comprometerse con Daniel Ortega a respetar el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sita en la Haya.
No obstante, tras el fallo desfavorable, no ha tenido inconveniente en desdecirse, pues nada le ha reportado, ni a él ni a sus emprendedores hijos, ya que los mayores beneficiarios serán Daniel Ortega y su dinastía sandinista, en la medida en que permitan todos los atropellos de los petroleros multinacionales y de los chinos ingenieros. Y lo harán si el pueblo no reacciona y denuncia la falsa revolución, que los despoja para fortalecer a los defensores del Neoliberalismo, disfrazados de revolucionarios antiimperialistas.
En cuanto al notable chalán de Salgar, no conoce la ética. Pero su cristianísima moral es casi superior a la del procurador espurio, elegido por quienes debería sancionar, y dedicado a perseguir a quienes lo saben y lo denuncian mientras aumenta su peculio personal, como lo hacen todos los funcionarios.
Todos adoptan la moral del oportunista mentiroso que dice lo que le conviene porque supone que es lo que atrae a la galería en las circunstancias que se presenten, de modo que le dará recordación, reconocimiento y, en el caso del chalán, votos entre los ingenuos ideológicamente cautivos, al menos mientras sigan presos de la alienación.
Es el típico comportamiento del paisa “culebrero”, ese personaje callejero que atrae incautos a punta de lengua y promesas, para engañarlos abusando de la credibilidad o credulidad de sus ingenuas e inocentes víctimas, fácilmente seducidas por tan elementales y ordinarios maestros del embuste.
En tales artes, el gurú se considera superior a su pariente José Obdulio Gaviria Vélez, el gran imitador de Laureano Gómez y del inalcanzable Joseph Goebbels, quienes defendían el derecho a mentir sin medida ni pausa, pues de la mentira y la calumnia algo queda, aún cuando la verdad salga a la luz.
Por fortuna, esa oposición automática a lo que haga el traidor Juan Manuel Santos puede llegar a ser favorable en el presente, cuando el furibismo ha resuelto oponerse a la venta de Isagen, un monopolio público estratégico, altamente rentable, como tantos que han desnacionalizado o están desnacionalizando los cipayos de los gobiernos neoliberales y mafiosos.
Es algo irónico si se considera el ánimo desnacionalizador y privatizador, que es incondicional en Uribe y sus huestes de vendepatrias. Así quedó totalmente claro durante sus ocho años de dictadura, todavía impunes, durante los cuales desmanteló las instituciones de salud, como el ISS y CAPRECOM, y nos despojó de activos tan valiosos como Telecom y Granahorrar, entre muchas empresas públicas estratégicas y, por tanto, inenajenables constitucionalmente.
En cuanto a Granahorrar, se trató de una traición que él mismo reconoció días antes, al entender y admitir el carácter fundamental del banco público para ofrecer servicios financieros al sector productivo sin someterlo a los abusos de los bancos privados. No obstante, cedió a los intereses del sionismo al venderles el banco revitalizado a particulares, por un valor menor al que le había costado al pueblo evitar su quiebra mediante su nacionalización oportuna y que no alcanza a cubrir el valor de sus activos si se subastasen. Mucho menos alcanza a cubrir el valor de una empresa en marcha y boyante… Pero así son los negociados de los vendepatrias.
No obstante, la entrega de las riquezas minerales a las grandes corporaciones mineras trasnacionales, canadienses y de otras banderas, la comparten y la apoyan todos los lacayos neoliberales, así sean de las clases emergentes que les disputan los gobiernos a los criollos herederos de los libertadores. Desde luego, éstos también negocian los intereses nacionales entregándoles las riquezas de la patria al postor que más les convenga.
Todos son vendepatrias, aunque tengan contradicciones internas que, en el caso de Isagen, no podemos dejar de aprovechar en la defensa del patrimonio común que a todos debe beneficiarnos.
Sin dudas, su entrega a particulares constituye un abuso de los gobernantes, que excede sus atribuciones y que no podemos tolerarles; pero en el que insisten porque les aporta ingresos, en la forma de coimas y comisiones fraudulentas, adquiridos sin mayor esfuerzo por parte de quienes obtienen tan intolerable e inconstitucional beneficio.
Por fortuna, ante una oposición proveniente de todos los sectores, la familia Santos parecía haber desistido del negociado del monopolio público, pero no ha sido así, según parece. Su ambición es infinita y capaz de enfrentar cualquier obstáculo, por legal que sea o por justo que se considere.
Las amenazas continúan, pues la política neoliberal está vigente y no dejará de sacar sus garras, así, a veces, a sus promotores le parezca más prudente ceder porque no son capaces de enfrentar una reacción ciudadana lúcida y contundente, sobre todo cuando es multitudinaria, incruenta e inteligente, como ha sucedido en esta ocasión, cuando coincidieron tantas fuerzas sociales y políticas en el rechazo al zarpazo neoliberal que el converso estaba resuelto a sacar adelante casi a cualquier costo.
Pero ahora, en medio de un ejemplar paro nacional, el palo no está para cucharas, de modo que lo más prudente es aplazar el negociado, que ya varias veces se ha puesto sobre la mesa. En consecuencia, hay que seguir denunciando el atentado para evitar esguinces de los criminales que trafican con la patria, y que no abandonan su aspiración de sumirnos en la ruina, buscando convertirnos en el país paria que, como a tantos más, nos ha decretado el Imperio.
De todos modos, estos insensatos tan mediocres insisten en medidas tan absurdas y desacreditadas como la venta o el sacrificio de la gallina que pone huevos de oro. Al fin y al cabo, esa es la orden para todos los cipayos de cualquier latitud, y ninguno se atreve a rechazarla pues, además de su ineptitud y lacayismo, esperan recibir algunas migajas a cambio de la traición a la patria y a sus compatriotas, y del daño irreparable a la Madre Naturaleza.
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La privatización es una receta mundial del Neoliberalismo, que ha conllevado la expropiación a los pueblos de sus empresas de servicios públicos, ciertamente estratégicas y fundamentales para la atención de las necesidades básicas de los ciudadanos, como sucede con el agua, la energía, la salud y la educación, o con las instituciones represivas, como las cárceles o las que controlan el orden público.
Pero a los cipayos no les importa el carácter de utilidad social de los monopolios públicos, cuya función y actividad han sido la principal razón para admitir y tolerar los poderes exorbitantes de los politiqueros, que se los apropian a nombre de un Estado que perpetúa la represión contra las mayorías en beneficio de unos cuantos privilegiados, auto considerados superiores a los demás mortales.
Este desastre social apenas lo han podido aplazar pueblos como el antioqueño, también víctima de la orgía privatizadora y desnacionalizadora pero suficientemente consciente de la importancia estratégica y vital de su empresa pública por excelencia, Empresas Públicas de Medellín (EPM), fruto de un esfuerzo colectivo centenario, del cual todas las generaciones siguen sintiéndose orgullosas, con excepciones notables representadas por vendepatrias integrales e incorregibles, como algunos columnistas de El Colombiano, un periódico decano de la prensa paisa de estirpe conservadora y cada vez más furibista y traidor de los intereses populares.
Esta identificación del pueblo montañero con su empresa insignia, ha mantenido a raya a los vendepatria, aunque no han dejado de agredirla y descalificarla -contra toda evidencia pero con singular saña, lo cual les ha permitido dividirla aunque no han logrado debilitarla tanto como lo desean.
Al menos lograron desprender el rentable negocio de las telecomunicaciones, que con tanta idoneidad y competencia prestó siempre la empresa pública, pero que los monopolios trasnacionales no han dejado de desear.
Al respecto, son pruebas claras y evidentes la entrega de OLA a Comcel, cocinada por quien hoy funge de gobernador, Sergio Fajardo Landaeta; y la de UNE a la sueca Millicom, cocinada por el actual alcalde, Anibal Gaviria Correa, quien así se ha sacado el clavo por la improvisada y frustrada privatización de un monopolio público heredado de la colonia, la Fábrica de Licores de Antioquia (FLA), que la Asamblea de entonces logró evitar pese a las ambiciones de los dueños de El Mundo, como se llama el periódico liberal de Medellín que dirige el padre de Anibal, el aterrador “negro” Gaviria, un conocido y peligroso parapolítico. Sobre ese negociado publiqué oportunamente un escrito que me permito anexar porque permite entender la manera cómo proceden estos canallas, ineptos, mediocres y corruptos.
La gobernación de Anibal surgió del secuestro y posterior asesinato, por parte de las FARC, del entonces gobernador, su hermano Guillermo, quien se les entregó a los guerrilleros junto a una comitiva en la que iba otra víctima, Gilberto Echeverri Mejía, en una presunta y delirante “marcha por la paz” que habría de consagrarlos como los Gandhis paisas…
Este singular héroe es homónimo de su padre delincuente, quien, tras perder a su hijo amado, le exigió a Álvaro Uribe Vélez la entrega de la gobernación a otro hijo suyo, el inefable Aníbal, a pesar de que la votación había favorecido al pupilo de Uribe, el ex alcalde popular de Rionegro y contaminador de la quebrada la Pereira a través de las curtiembres de su familia, Rubén Darío Quintero Villada, quien contó con la votación cautiva de caciques como Alfredo Ramos Botero y César Pérez García, detenidos actualmente por parapolítica y quienes habían elegido tanto a Uribe como al Congreso de mafiosos narcotraficantes y neoliberales de la época, 69 de cuyos miembros están hoy procesados, por ese y otros delitos bastante graves. Sin embargo, el furibismo no pudo vencer las argucias del “negro” ni sus poderosos respaldos, de modo que abandonó a Rubén Darío y apoyó al perdedor Gaviria.
Mientras, gracias a las denuncias del bandido alias “el tuso Sierra”, Luis Alfredo Ramos Botero ha sido detenido por sus vínculos con Ernesto Báez, el paramilitar y parapolítico que aspiraba, junto al vecino de Álvaro Uribe Vélez en Córdoba, Salvatore Mancuso, a llegar al Congreso tras la ley de Justicia y Paz, cocinada inicialmente por el furibismo para garantizarles impunidad a los dueños de los votos que les permitirían ser “representantes del pueblo” bajo la república refundada por la extrema derecha; el rionegrero tuvo que humillarse, palidecer y someterse a la traición de su patrón, dictador pero lacayo incondicional de los poderosos, al menos mientras sepa que son fuertes.
Se sabe que fue capaz de vencer la tozuda oposición del resentido y poderoso Pedro Juan Moreno, quien, frustrado por no ser nombrado ministro del interior ni de nada por el gurú de sus afectos, con quien había fundado las CONVIVIR cuando fue su secretario de gobierno en la Gobernación de Antioquia, de 1995 a 1997, se dedicó a criticar su gobierno y a tumbar funcionarios corrompidos, mediante sus denuncias contundentes en su beligerante revista “La Otra Verdad”, lo cual terminó costándole la vida, junto a la de su hijo, igual de arrogante y belicoso que su padre.
Pero el gurú, en general, así como venera a los potentados de las grandes corporaciones, es especialmente solícito con los llamados “cacaos” que agobian la patria y promueven su despojo para apurar la ruina del país, declararlo fracasado y entregárselo a los acreedores y demás potentados neoliberales, quienes se lo apropian gracias al endeudamiento público creciente y suicida, tanto como a los Tratados de Libre Comercio (TLC).
Es algo que, como lo demuestra el paro nacional agrario en Colombia, que lleva más de 10 días, ha quedado claro para el pueblo, hasta ahora engañado pero ya resuelto a cobrárselas a los criminales que han abusado tanto y que están arruinando todos los sectores productivos de carácter nacional, ya sean público o privados, dizque para no aislarnos del globalismo de los potentados que nos agobian y se esfuerzan para que el globalismo sano, el que une a los pueblos, no fructifique, mientras los arruinan a todos con la batería pesada de sus mercancías.
Sin duda, la exigencia de denunciar y rechazar los TLC está a la orden del día, pues los pueblos han entendido su capacidad mortal. Y los gobiernos vendepatria no tienen manera de justificar semejante suicidio económico, cuyas consecuencias han sido advertidas oportunamente por conocedores de la materia, pero apenas ahora son sentidas con contundencia por las víctimas que saben que están condenadas a ser parias en las ciudades, una vez las despojen legítimamente de sus tierras para entregárselas a los campeones del agro negocio fundado en monocultivos extensivos y letales.
Por tanto, no dejan dudas sobre su carácter maléfico para la economía doméstica, dedicada a garantizar la autosuficiencia alimentaria y a satisfacer el mercado interno con productos nacionales, cuyos excedentes podrían exportarse, en caso de que los hubiese. Pero jamás darían para alimentar a todos los países con que nos han obligado a suscribir pactos de saqueo legal, incondicional y desmesurado de nuestros recursos naturales y las riquezas públicas, que es el verdadero propósito de los TLC.
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En estas circunstancias, tras su triunfo en las elecciones departamentales para gobernador, Álvaro Uribe Vélez prefirió traicionar a su pupilo, un mero aprendiz en estas lides al compararlo con el experimentado “negro” Gaviria.
Por eso el arrogante pero buen calculador enrazado en tigre, Álvaro Uribe Vélez, no quiso someterse a un despojo público de su triunfo por parte de semejante fiera; como el que él mismo protagonizó en 1995, junto a su primo, parapolítico reconocido, Mario Uribe Escobar, cuando le arrebataron su triunfo por la gobernación al hijo de don Luis, Fabio Valencia Cossio.
Su víctima fue un fortísimo cacique conservador, pero de un origen humilde que le impide oponerse a los poderes más bien fundados, como los de los panegiristas de El Colombiano, periódico en el que escribe Ramiro, otro miembro de esta familia ejemplar, que tiene en la cárcel a otro de sus vástagos, el ex fiscal regional Guillermo León, por prevaricador y asociación con bandidos reconocidos, en particular de la famosa “Oficina de Envigado”.
Pero los adalides de las clases emergentes están tan descompuestos, y son tan corrompidos y ambiciosos, que este cacique conservador, afrentado públicamente por los furibistas, no tuvo escrúpulos para aceptar ser ministro del interior del mismo presunto liberal que lo había humillado, desafiado, golpeado y despojado públicamente de su triunfo electoral en la campaña para la gobernación de Antioquia.
En estas circunstancias, mientras se adelantan conversaciones de paz con la guerrilla en medio de la guerra y sin comprometer el modelo económico neoliberal, se entiende que el Estado expropie impunemente a los campesinos de los territorios que les garantiza la constitución y que la ley define como Zonas de Reserva Campesina.
Aunque su destinación es clara, los vendepatria no tienen empacho en entregárselas a los grandes terratenientes del agro negocio, como Riopaila o los productores de monocultivos con la palma africana, enemigos de la Humanidad, la Vida, la diversidad y el medio ambiente.

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