jueves, 29 de noviembre de 2012

“LAS CENTURIAS FASCISTAS DE LA POLICÍA INCREPANDO E INCITANDO A LOS ALTERCADOS PUBLICOS”



El conflicto en Sevilla se generó a raíz de la intervención de policías nacionales del conflictivo Grupo Hércules
Los organizadores de la jornada andaluza por el Derecho a la Vivienda denuncian la temeraria falta de profesionalidad de la policía durante el evento y niegan que los manifestantes ejercieran ningún tipo de violencia
Vivienda | Tercera Información | 29-11-2012 |

La Intercomisión de vivienda del 15M Sevilla, organizadora y principal responsable de la manifestación que recorrió la ciudad el pasado sábado 24 de noviembre, a raíz de las declaraciones en prensa de la policía nacional y el atestado que acusan de graves delitos contra el orden público a cinco personas, desea manifestar lo siguiente.
Que la manifestación, de público muy heterogéneo, fue pacífica durante todo el cortejo, quedando muy lejos de la intención de sus protagonistas que la situación desembocara en actos violentos.
Durante el recorrido, en calle Lumbreras, se hizo público ante la manifestación y para la sorpresa de los presentes que en un edificio vacío desde su construcción, fruto de vorágine inmobiliaria, se habían realojado dieciocho familias víctimas de la crisis y del actual problema de la vivienda. Tras este acto simbólico, la manifestación siguió su recorrido habitual sin ningún problema, quedando a las puertas del edificio una veintena de personas acompañando a los nuevos residentes.
El conflicto se generó a raíz de la intervención de dos policías nacionales del conflictivo Grupo Hércules -cuya identidad, como la del resto de los que posteriormente intervinieron, consta- que anunciaron ante el inmueble que iban a proceder a desalojar a las familias. Estos policías carecían de orden judicial que respaldara la actuación anunciada, no eran los agentes que estaban asignados a la seguridad de la manifestación y parecieron en todo momento actuar de motu propio. Obviamente, tal anuncio constituyó una acción impertinente y temeraria, ajena a la más elemental prudencia y auténtico desencadenante de los posteriores acontecimientos, máxime cuando añadieron la arbitraria detención de la periodista Ana García al claro objeto de impedir su labor informadora. En ese momento, parte de la gente que estaba en la manifestación, alertada por los vecinos, comenzó a regresar a Lumbreras y en actitud completamente pacífica se interpusieron entre el edificio y los policías. Estos perdieron la necesaria serenidad de cualquier agente armado de la autoridad y pidieron refuerzos, lo que desembocó en la conocida carga policial. Aún así, ningún manifestante ejerció ninguna actitud que no fuera la de eludir la agresión o intentar calmarla.
Es necesario recalcar, que los agentes que iniciaron el conflicto y que cargaron contra los manifestantes no eran ni la Unidad de Intervención Policial asignada para la seguridad de la manifestación ni la policía local encargada de regular el tráfico, los cuales mostraron una actitud profesional en todo momento. Fueron un puñado de policías nacionales de la cercana comisaría de la Alameda, el conocido Grupo Hércules, que con total falta de oficio y de templanza se introdujeron en medio de la manifestación sin ningún tipo de plan, respaldo ni material antidisturbios, amenazaron, provocaron y agredieron a los manifestantes y acabaron generando los lamentables hechos que tanta difusión han tenido en los medios de comunicación. Estos agentes no tenían ninguna razón para estar allí y sospechamos que ni siquiera tenían órdenes, actuando de forma individual y totalmente primaria. De hecho, costó más de media hora y continuas gestiones a las personas encargadas de la mediación de los manifestantes, encontrar un mando con quien poder hablar.
Es rotundamente falso y roza la desvergüenza afirmar que hubo lanzamiento de botellas, piedras o palos, o que los manifestantes iban pertrechados con ellas. Las personas que allí había distaban mucho de cumplir un perfil proclive a ello. Basta señalar que los detenidos acabaron siendo una periodista, un joven que iba al cine, el presidente de una asociación de vecinos de 60 años y otros dos varones de edad madura. Todos los delitos que de los que se les acusa son tan gratuitos como el de usurpación de un inmueble, cuando fueron detenidos en la calle y apenas vieron como se desplegaba una pancarta del edificio ocupado.
Están convencidos de que no fue sino la posterior valoración de lo sucedido y el interés de justificar su disparatada actuación, lo que, al abrigo de la comisaría y tras las pertinentes consultas, inspiró la fantasiosa narración que conforma el atestado y la versión oficial de sus portavoces. Pero este proceder, justificado a cualquier particular en el ejercicio de su derecho a la defensa, deviene delictivo cuando emana de agentes de la autoridad en el ejercicio de sus funciones, obligados a ser veraces bajo pena de falsedad.
Este modelo policial resulta a todas luces incompatible con la nueva sociedad que está alumbrando el activo compromiso ciudadano y popular de nuestros días.
                                                Fuente: http://www.tercerainformacion.es/





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