¿Ratas de laboratorio?
Está
aflorando una rebeldía ciudadana que, a menos que nos desprendamos de la miopía
y ceguera propia de quienes desean ocultar la realidad, es un fenómeno
creciente.
Artículos de
Opinión | Diego Jiménez García | 25-11-2012 |
Creo que los
griegos y los españoles son como ratas de laboratorio para ver qué nivel de
castigo y sufrimiento puede ser aceptado por esta sociedad sin que la gente se
rebele». Esta reflexión la expuso en una entrevista reciente la conocida
politóloga norteamericana Susan George, activista de ATTAC, con ocasión
de la visita a nuestro país el pasado mes de octubre. En esos momentos, estaba
ya convocada la huelga general del 14 de noviembre (14N) y la entrevistada era
conocedora del resultado de la huelga realizada el 29 de marzo pasado. Pues
bien: a tenor de lo ocurrido el 14N en el Estado español, está claro que el
pueblo llano está dando muestras de iniciar una incipiente „pero, con seguridad,
cada vez más contundente„ rebelión. Y en este punto discrepo de las voces
interesadas que hablan de una huelga con seguimiento dispar, desigual, escaso
(aunque esas voces reconocen, eso sí, que fue notable en los sectores
industriales clave y en el transporte).
Quienes así
hablan parecen ignorar el hecho de que lo que se había convocado para el pasado
14N era, más que una huelga al uso, un paro con las connotaciones de protesta
social y de huelga de consumo. Por ello creo que las expectativas creadas antes
de esta protesta se cumplieron con creces.
En el caso
de nuestra región sólo había que darse una vuelta la tarde del 14 por las
calles de Cartagena, Yecla y las del centro de Murcia. En la capital, una
auténtica riada ciudadana se adueñó de la Avenida de la Constitución y la Gran
Vía, además de las calles aledañas. Vi a muchas gentes de todo tipo, banderas,
consignas varias, pancartas multicolores. Pero, sobre todo, la muchedumbre que
pobló las calles aireaba, en silencio o a viva voz, la rabia contenida; la
desazón ante el futuro incierto que atenaza a las nuevas generaciones; el
desdén hacia una clase política que quiere condenarnos a la miseria; la ira
contra unas instituciones bancarias gobernadas por directivos sin alma que
dejan, sin miramiento alguno, en la calle a familias enteras; el desprecio
hacia una alta clase empresarial que sólo mira hacia sus bolsillos; la severa
crítica hacia una delegación del Gobierno que viene permitiendo, si no
alentando, actuaciones policiales desmesuradas, que rayan en los límites de lo
que es consustancial a regímenes fascistas.
Ante tantas
agresiones está aflorando, pues, una rebeldía ciudadana que, a menos que nos
desprendamos de la miopía y ceguera propia de quienes desean ocultar la
realidad, es un fenómeno creciente. Las miles de personas que están saliendo a
las calles de todo el país, cada vez con más frecuencia, están pidiendo a
gritos, no sólo un protagonismo político, sino que, como opina Susan George, si
actualmente el círculo de mayor influencia son las finanzas, luego la economía
y, finalmente, el entorno y la sociedad, hay que revertir la situación, de
manera que la economía y las finanzas estén al servicio de la gente, y no al
revés.
Miles de
personas, pues, están clamando por constituirse en un nuevo sujeto político que
reoriente el rumbo de la deriva en que está sumido nuestro país. Quedan, es
cierto, sectores sociales que, aparentemente, permanecen ajenos a este
compromiso de lucha por el cambio. Hay mucho conservadurismo en la sociedad
española, como lo demuestra el notable apoyo que viene disfrutando el PP. Un
dato que hay que tener en cuenta a la hora de valorar el seguimiento de una
huelga. Pero, además, muchos trabajadores, precarios o no, ignoran el
requerimiento a la huelga porque sencillamente pesa sobre sus cabezas la
amenaza del despido fulminante. A otros (buen número de funcionarios, la
pequeña empresa familiar, los comerciantes) pareciera que eso de las huelgas no
va con ellos. Hay muchas razones que pueden explicar su pasividad. Entre ellas,
la consideración de que su problemática es ajena a la que soportan los sectores
sociales más desfavorecidos. Craso error. La crisis golpea con saña, y por
igual, a la inmensa mayoría de la población. Por tanto, es urgente incorporar a
todos los sectores afectados por la misma a la tarea de reorientar el rumbo de
la economía y de la política.
Ojalá la
próxima protesta ciudadana sea unánime. Entre otras cosas, para que nadie se
atreva a experimentar con todos nosotros, como ratas de laboratorio.
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