La histórica
militante comunista Alejandra Soler, de 100 años de edad, continúa su lucha por
una educación pública, de calidad y accesible a "todas las clases
sociales". Cada jueves, se reúne en la "peña" para debatir de
actualidad junto a otros integrantes históricos del sindicato estudiantil FUE
ALEJANDRO
TORRÚS Madrid 26/01/2014 08:33 Actualizado: 26/01/2014 09:01
Alejandra Soler, en el
salón de su casa. ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE LA FUE
El
mes de febrero de 2012, decenas de miles de estudiantes valencianos salieron a
la calle para protestar contra los recortes y la devaluación de la enseñanza
pública. Junto a ellos, Alejandra Soler, de 100 años, recorría las calles de
la ciudad del Turia en solidaridad con los jóvenes. No era la primera vez
que lo hacía.
Alejandra
Soler, tercera valenciana que obtuvo una licenciatura, en su caso fue en
Filosofía y Letras, lleva casi 90 años dando guerra en las calles en
defensa de la Educación pública, la democracia y la libertad. "Fui una vez
y volvería cien veces más. Les dije a los jóvenes que no se fiaran de nadie y
que nada ocurre porque sí, que busquen el origen de los acontecimientos
y que aclaren por qué ha sucedido", explica Soler a Público, que
hoy centra sus ataques en la "elitista ley Wert".
Alejandra
comenzó su lucha estudiantil durante la dictadura de Primero de Rivera. Lo hizo
afiliada al sindicato estudiantil FUE (Federación Universitaria Escolar, en
Valencia) en 1927 y su principal campo de batalla fue la nueva ley educativa
de la dictadura, conocida como la ley Callejo, en honor a su
promotor Eduardo Callejo de la Cuesta, ministro de Instrucción Pública y Bellas
Artes durante la dictadura del general Primo de Rivera y presidente del Consejo
de Estado de España durante el franquismo. "Me afilié porque era una joven
batalladora. Tenía 14 años, pero no podía consentir esa ley educativa. Querían
hacer de la educación pública una enseñanza dogmática muy influenciada por
la Iglesia católica", prosigue.
"Si no fuera a
la peña me habría muerto ya"
Han
pasado casi 87 años desde el día en el que Soler decidió afiliarse al
sindicato, pero su lucha aún no ha terminado. Todavía hoy, con un brazo
en cabestrillo tras una desafortunada caída, Soler sigue acudiendo cada jueves
a su cita en "la peña", un bar donde se reúnen "antiguos
compañeros y gente joven", para debatir sobre la actualidad. "Si
no fuera al bar me habría muerto ya", asegura.
La
ley Wert, "por desgracia", ha copado muchos debates en los
últimos meses. "Es una concesión a la educación fuera del Estado y a
favor de las élites. Quieren que la gente piense menos y tenga los oídos
menos abiertos. Ese era el objetivo último de la ley Callejo y ese es
el objetivo de la ley Wert", asegura esta mujer, que apunta que
"una de las cosas que más le duele" es que se está "hipotecando
el cerebro español" con los "puñeteros recortes". "El
saber no puede ser monopolizado por una clase social", denuncia.
"El día en que
se proclamó la República me volví loca"
Junto
a Soler suelen acudir a la "peña" otros históricos luchadores por la
democracia que estuvieron enrolados en las filas de la FUE, como Juan Marín
o Juana Alberich Martí, que acuden a las reuniones cuando la "salud
lo permite". "La FUE era la organización estudiantil progresista que,
al lado de la intelectualidad de la época, se postuló para derribar la
dictadura de Primo de Rivera y la posterior Monarquía", recuerda hoy
Juan Marín, en declaraciones a la investigadora y escritora de la Universidad
de Valencia Cristina Escrivà.
Llegada de la República
Un
día que nunca podrán olvidar ninguno de los tres fue el 14 de abril de 1931, la llegada de la República del cambio
social. Alejandra Soler tenía 17 años y vivió la proclamación de la República
en Valencia. "Ese día me volví loca por la calle gritando. Todos
estábamos locos por la calle de hecho. Era maravilloso. Entonces los comunistas
eran grupo muy pequeños y my dogmáticos. Recuerdo que salieron a la calle
gritando 'Vivan los soviet y abajo la República'. Casi los matamos",
recuerda Soler riendo.
Aquella
República era el sueño por el que habían luchado desde las filas de la FUE,
"un sindicato estudiantil de base burguesa", precisa Cristina
Escrivà. Sin embargo, el sueño republicano fue dejando paso a la realidad y
Soler, en su compromiso con la clase obrera, decidió afiliarse al PCE tras la
fallida revolución de octubre de 1934 y los dos años de gobierno
radical-cedista. Apenas un año y medio después, un grupo de militares
encabezado por el general Franco se levantó en armas contra el gobierno
constitucional de la República.
"Estoy furiosa
porque ya no me queda tiempo"
"Durante
la guerra tanto estuvimos defendiendo la República. Y esto es muy importante. Defendimos
la República y no ninguna transformación en un régimen más a la izquierda.
Ahora se quiere decir que el levantamiento de Franco fue para evitar el
establecimiento de un régimen ruso. No es verdad. Nos jugamos la vida por la
República y no había ningún peligro de llegar a una situación semejante.
Este argumento es una táctica habitual para justificar el levantamiento de Franco, pero no es cierto",
argumenta.
Exiliada en la URSS
Con
la llegada de la dictadura de Franco llegó el exilio para Alejandra y su
marido. Cruzó la frontera en 1939 y fue a parar a un campo de concentración
de Francia. Su marido, a otro. El reencuentro entre ambos se produjo en
Leningrado, hoy San Petersburgo. Alejandra reconoce que pudo haber a México
pero que prefería marchar a la Unión Soviética. Allí le esperaba un trabajo de
maestra de los niños de la guerra. Pero la vida aún le deparaba más
sorpresas.
Al
poco de llegar, el ejército nazi inició el asedio a la ciudad y Alejandra y su
marido buscaron refugio en el sur. De su memoria no se borrará nunca la crueldad
de la histórica batalla de Stalingrado ni la desilusión que supuso conocer
los auténticos planes de Stalin para la Unión Soviética. "Sigo siendo
comunista y siempre lo seré. Pero lo que hizo no se puede tolerar",
señala.
Ahora,
con 100 años, Alejandra está "furiosa" porque ya no le queda
tiempo y mantiene "la magnífica curiosidad de saber qué va a pasar".
"Estamos en un momento histórico. Se está viviendo el final de una época
histórica y va a acontecer un cambio en la vida de la gente. Están intentando
mantener el statu quo, pero ya no puede seguir sí. Tal como estamos ahora, no
hay salida económica ni política, ni intelectual, ni científica", asegura
Alejandra, que sostiene que "el mundo no cambiará mañana, pero no
tardará".
Para
la historia, Alejandra, toda una vida de lucha para que "el saber sea
asequible para todas las clases sociales". La identidad del sindicato de
estudiantes permanecerá viva en la Asociación de Amigos de la FUE, que
seguirá reuniéndose cada jueves en la "peña" para debatir y compartir
puntos de vista.
La Federación Universitaria Escolar (FUE)
La FUE nació en el año 1927 como reacción
a la política educativa de la dictadura de Primo de Rivera. Entre sus
directivos de primera hora estaban Arturo Soria, Antolín Casares,
Eduardo Carlos Gilabert y Carmen Caamaño. “La FUE es un movimiento social
de una base burguesa que nace con el objetivo de mejorar la situación de la
Educación pública. Querían que fuera accesible a todas las personas,
independientemente de su condición social y la ley de la dictadura conducía a
una educación aún más elitista, que sólo permitía la entrada a la Universidad a
los que tenían dinero”, explica Cristina Escrivà. “Con la llegada de la guerra,
la FUE colabora mucho con el Gobierno asistiendo a niños, creando universidades
populares, manteniendo su actividad deportivo y cultural y llevando a las
pequeñas ciudades pequeños teatros con la compañía El Búho Vivo”,
sentencia la investigadora.
Fuente: www.publico.es
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