01septiembre
2013
Tania Sánchez Melero
El
escándalo generalizado que han provocado las sucesivas imágenes de los
cachorros del PP ensalzando imágenes del nazismo y el franquismo ha tenido dos
reacciones bien distintas pero con el mismo fondo revisionista de la historia
de España.
De un
lado, el portavoz del PP Rafael Hernando no ha podido ocultar su alineamiento
con quienes durante décadas han justificado el golpe militar franquista como
inevitable ante una república que generaba muerte, caos y desorden. Es
una alegría comprobar como cada vez está más extendido en nuestra sociedad el
rechazo a estas teorías, y la calificación contundente del alzamiento
como un golpe antidemocrático injustificable.
La
segunda reacción es más hábil pero no menos tramposa. El dirigente popular
González Pons abronca a quienes en su partido muestren relaciones con el
ideario nazi, en un polémico artículo que reconoce el papel de los refugiados
republicanos españoles en la liberación de París.
Es un
triunfo, sin duda, que la derecha española se sienta lo suficientemente
acorralada por la opinión pública como para tratar de desvincularse de su
historia, pero es tramposo obviar que los símbolos antidemocráticos con
los que se han fotografiado sus compañeros de partido son, mayoritariamente,
símbolos de la dictadura franquista.
Este
oportuno olvido sigue la estela de quienes, desde 1945, han tratado de
desvincular a Franco del fascismo europeo, construyendo una imagen del caudillo
como un estadista imparcial en la Segunda Guerra Mundial.
La
realidad de los hechos históricos es bien distinta. Para empezar, la intervención
alemana e italiana fue decisiva en la victoria de Franco en la guerra civil;
tanto es así que en los primeros años de la dictadura ésta se alineó en su
política exterior con las potencias fascistas.
En
1940, ante el triunfo nazi en la invasión de Holanda, Bélgica y Francia, la
dictadura española pensó que era el momento de entrar en la contienda con el
objetivo de, ante una previsible victoria del eje, participar del reparto
de los territorios conquistados.
De
esta actitud en la política exterior es reflejo el encuentro de Franco y Hitler
en Hendaya en 1940. Dicen los historiadores franquistas que el caudillo se
resistió a las exigencias de Hitler de implicarse en la guerra; la
realidad fue que Hitler se negó a comprometer la entrega a España de Gibraltar,
el Marruecos francés, una región de Argelia y el suministro de petróleo y
alimento y armas tras la guerra.
La
debilidad de las tropas franquistas tras la guerra civil y las exigencias de
Franco convencieron a Hitler de dejar a España como Estado no beligerante, una
fórmula que declaraba a la dictadura simpatizante de las fuerzas del eje, pero
que no establecía alianza alguna. El apoyo quedó más que manifiesto con
la formación de la División azul en 1941, que combatiría con el ejército nazi en
la invasión de la Unión Soviética.
No
era gratuito este apoyo, la relación de simpatía con el nazismo se tradujo en
la persecución en la Francia ocupada de los 450.000 republicanos que se habían
exiliado en el país vecino en 1939. Las tropas nazis capturaron para el
régimen de Franco a destacadas figuras de la República como Lluis
Compayns y a miles de españoles que acabaron en campos de concentración nazis
como el de Mauthausen.
La
resistencia y el avance soviéticos en el frente del Este y la entrada de Estados
Unidos en la guerra cambiaron el rumbo de la Segunda Guerra Mundial y la
derrota de Mussolini en 1943 hizo replantearse al franquismo su posición,
optando por declararse neutral en la contienda. Este es uno de los hechos
que explican la supervivencia del franquismo a la derrota del fascismo en
Europa.
Como
dice González Pons en su artículo, liberar París es una tarea educativa diaria,
por eso además de las visitas a los centros del horror nazi diseminados por
Europa, sus hijos deberían saber que el valle de los caídos fue levantado por
los prisioneros republicanos sometidos como esclavos a la tarea que se propuso
el dictador español de reescribir nuestra historia, y que las cunetas de este
país están aún llenas de compatriotas que lucharon por la democracia y la
libertad.
Supongo
que ya sería demasiado pedir al PP un compromiso con la democracia tal, que le
llevara a retirar los honores de presidente fundador del partido al difunto
Fraga, quien con otros cinco ex ministros franquistas fundó Alianza Popular al
grito de Franco, Franco.
Para
presumir de demócrata no basta con obviar a Franco mientras se persiste
en negar sus crímenes e impedir el reconocimiento con honores de quienes
lucharon contra él en nombre de la democracia y la libertad.
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