Publicado en 2013/05/20
(en la foto, los escolares y miembros de las asociaciones memorialistas españolas tras los actos)
Pero ¿es que no podemos ser un país normal? ¿es que además de todo lo que pasa —que ya es— tenemos que seguir soportando estas humillaciones?
Murieron en los campos alemanes más de 7000 españoles.
Un puñado en medio de un océano de sufrimiento, pero 68 años después,
su estado, su país, les sigue despreciando y considerando como
apátridas. Que el estado español participe en píe de igualdad en los
actos de Homenaje en Mauthaussen exige voluntad y sentimiento, no los
hay. Sorprende la incomodidad que estos actos le suponen al Estado
Español. El ministro de Defensa y el ministro del Interior deberían
saber —o quizá lo sepan demasiado bien— que la casi totalidad de los
asesinados fueron militares españoles, combatientes en las filas de la
República Española. La ausencia de una misión militar de honores
española en los actos sólo tiene un significado: no son de los
nuestros, no son más que un despojo del pasado que prefieren olvidar. O
eso, o la estupidez supina de no saber valorar correctamente este tipo
de actos.
El resultado no puede ser más patético. Apenas un par
de días después, en un acto de conmemoración de la fundación de la
Guardia Civil, excombatientes voluntarios en las filas del Tercer Reich
recibieron placas conmemorativas: «es una asociación legal», afirmó la
Guardia Civil para explicar el acto presidido por la Subdelegada del
gobierno en Catalunya. Cuando se contemplan los dos sucesos, el
resultado es desolador. En Madrid, en esos días, los actos en el
cementerio de Fuencarral dedicados a los españoles que lucharon por la
libertad de Europa en las filas aliadas en 1936-39 y 39-45 no contaron
con presencia oficial. ¿increíble? No, esto es España.
El régimen franquista, —ese que todavía sigue haciendo
valer su legalidad en España en pasadas sentencias, tribunales y en la
actual forma de Estado, ese que logró una ley de Amnistía y con ella
impunidad total para sus crímenes—, les arrebató su nacionalidad y
favoreció su deportación a los Campos de la muerte del III Reich. Les
arrebató su nacionalidad entonces, sin que el actual estado democrático
haya declarado nula esa decisión criminal, sin que se haya investigado
las responsabilidades de los que autorizaron la deportación de miles de
prisioneros hacia la muerte. En los campos existieron oficinas de enlace
de falange exterior para filtrar a los prisioneros cuyos archivos
siguen siendo «reservados» cuando no destruidos por orden del gobierno
en la Transición.
No fueron solamente los nazis, la complicidad del
régimen español fue necesaria. Cuando Himmler visitó Madrid en 1940 se
decidieron muchas cuestiones sobre los prisioneros, las extradiciones y
la colaboración entre la Gestapo y la DGS franquista; no nos llevaríamos
ninguna sorpresa si viésemos los apellidos de todos los implicados.
Unos viven, otros ya no están, algunos tienen a sus hijos bien situados
en la actualidad con capacidad de decisión en el estado. Para la Marca
España estas cosas son irrelevantes; si afirmo que estamos sometidos a
hijos def fascistas convertidos en «neoliberales« puede parecer una
exageración, pero si comprobamos los nombres y las posiciones de los
padres de algunos de los actuales responsables de nuestra imagen ante el
mundo ahora y en Hendaya en 1940, quizá viéramos las cosas de forma
distinta. Nada es por casualidad.
Nuestro estado español realmente existente, este
«gobierno de España» que padecemos, se siente incómodo por este tipo de
actos y sigue prolongando el olvido, el desprecio y la ignominia del
viejo estado franquista. A nuestros ministros la bandera tricolor
española les parece que «incita a la violencia» y les molesta
sobremanera exponerse a su presencia en actos oficiales. El desprecio de
este 12 de mayo en los actos en Mauthausen no es casual, responde a una
lógica inserta en la historia personal e ideológica de este gobierno y
del régimen actual. Es mucho el camino que tenemos por hacer. España ya
no puede caer más bajo, sólo la dignidad de los combatientes
antifascistas y de los que fueron víctimas del fascismo propio y ajeno,
salvan a los ojos del mundo a un Estado Español miserable y mezquino,
incapaz de ofrecer a sus hijos el reconocimiento y la dignidad que
merecen.
En este mayo de 2013, la delegación ciudadana,
democrática y antifascista compuesta por varias decenas de compatriotas,
de AGE, de la Amical de Mauthausen, de Republicanos RPS de Cantabria,
de los Institutos de bachillerato catalanes que acudieron con sus
alumnos, de la asociación de exilados españoles en Austria, y la
solidaridad de las asociaciones de otros países han salvado una vez más
el recuerdo de nuestros deportados. A resaltar el apoyo de las
delegaciones oficiales, institucionales,militares y diplomáticas, de
Francia, Rep. Checa, Serbia, Italia y de otros países que han sabido
estar a la altura del momento y honrado a nuestros muertos. Algo que que
el Gobierno de España ni sabe ni quiere hacer.
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