martes, 9 de abril de 2013

EXHUMAN A DIEZ SOLDADOS COMUNISTAS DE LA GUERRA CIVIL




Los restos de los soldados exhumados esta mañana en Álava. | Efe
  • La 'típica fosa de cuneta' esconde más cuerpos que no podrán ser recuperados
Efe | Zigoitia (Álava)
Actualizado jueves 04/04/2013 16:59 horas
Los restos de diez soldados del batallón comunista Perezagua muertos en 1936 durante la Guerra Civil han sido exhumados esta mañana en Zigoitia (Álava) en una "típica fosa de cuneta" que esconde más cuerpos que no podrán ser recuperados.
El equipo forense ha podido desenterrar diez esqueletos aunque la fosa común se extiende por debajo de la carretera -que cubrió el yacimiento al ser ampliada hace algunos años-, circunstancia que hace imposible recuperar todos los cuerpos.
Por ello, el forense y presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Francisco Etxeberria, ha señalado que esta exhumación es "simbólica" y que los cuerpos de estos diez milicianos "representan a aquellas otras personas a las que nunca" se podrá encontrar.
Una vez recuperados estos restos se intentará extraer ADN y cotejarlo con posibles familiares, ya que la Sociedad Aranzadi y el Gobierno Vasco cuentan con listados de personas que murieron durante la guerra en este lugar.
En todo caso, Etxeberria ha avanzado que será "verdaderamente difícil" conseguir identificaciones porque se trata de soldados que al parecer fallecieron en la batalla de Villarreal (Legutiano) y podrían ser originarios de distintos lugares, y no es un enterramiento de civiles del pueblo, lo que facilitaría el cotejo de su ADN con el de posibles familiares.
Esta fosa común se encuentra junto a la iglesia de Etxaguen, uno de los pueblos que integran el municipio de Zigoitia, a escasos metros del cementerio, donde finalmente se enterrarán los cuerpos y donde se erigirá un monolito en homenaje y recuerdo a las víctimas de la Guerra Civil.
El primer homenaje ha tenido lugar esta mañana junto a la misma fosa, donde se ha colocado una ikurriña y una ramo de flores. Al acto han acudido más de medio centenar de vecinos y autoridades como el portavoz del Gobierno, Josu Erkoreka; el alcalde de Zigoitia, Mikel Lasheras; y la presidenta de la junta vecinal de Etxaguen, Marisol Hernando.
Erkoreka ha exaltado la memoria de estos "gudaris que murieron por defender la legalidad democrática" y ha instado a "sacar una conclusión" de este episodio: "Que nuestra convivencia presente y futura no se vea alterada, que los derechos humanos no se vean quebrantados de una manera violenta porque alguien ejerza la defensa de la democracia y la libertad".
El portavoz del Ejecutivo ha animado a construir una "identidad colectiva" en torno al "respeto a ultranza de los derechos fundamentales" y una convivencia "pacífica basada en el respeto mutuo y en el renuncia radical a la violencia".
En el acto también ha participado el párroco del pueblo, Félix Placer, que ha querido ver en la exhumación de los cuerpos un "símbolo de reconciliación", al tiempo que ha abogado por "mantener la memoria histórica, sin odio y rencor, sino con fraternidad".
Vecinos
Fueron los propios vecinos de Etxaguen los que promovieron la exhumación de los cuerpos, ya que los más mayores tenían constancia de que junto a la iglesia había una fosa común.
Pese a contar con una idea aproximada de su ubicación, costó encontrarla, según ha reconocido Etxeberria, conocido por su intervención en la autopsia de los restos del presidente chileno Salvador Allende y por su participación en el caso de Ruth y José, los hermanos de Córdoba asesinados supuestamente por su padre, José Bretón.
Hace un mes el equipo forense localizó el yacimiento y en los tres últimos días se han desenterrado los restos de diez soldados, que al parecer fueron inhumados con ropa, ya que también han aparecido objetos personales como botones, mecheros, monedas y un lápiz.
Etxeberria ha explicado que es frecuente encontrar lapiceros en las fosas comunes porque los soldados lo utilizaban para escribir cartas desde el frente o la cárcel a su familia y ha detallado que hoy en día se conservan algunas de estas misivas escritas con lápiz.
"Ese lapicero puesto en nuestra manos, en el siglo XXI, nos obliga a todos, cada uno desde su responsabilidad, a seguir hablando de esta historia en tono positivo y reivindicando los derechos humanos hacia el pasado y el futuro", ha considerado el forense.

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