El
duque de Westminster, propietario de La Garganta, coto de caza donde el Rey
conoció a Corinna, elude las críticas de los ecologistas al contar con el
respaldo del PP
CARLOS ISERTE/TOLEDO | 29/06/2013
La provincia de Ciudad Real es, con toda seguridad, el territorio nacional más acotado y vallado de España. Los terratenientes y propietarios de los latifundios y fincas cinegéticas de estos amplios términos eluden siempre las denuncias de ayuntamientos y vecinos, y basándose en leyes obsoletas acordonan sus posesiones, cortando caminos y ríos e impidiendo el paso de personas por vías pecuarias que desde siempre permanecieron abiertas al público. Pero una cosa es poner puertas al monte, como hacen Mario Conde, las hermanas Koplowitz, Emilio Botín, Alfonso Cortina, Los Albertos, José María Aristraín, Juan Abelló, Luis Portillo, Samuel Flores, Entrecanales, Carlos March…y otra distinta apropiarse de un puente histórico, construido a principios del siglo XX, como ha hecho Lord Gerald Casvendish, sexto duque de Westminster, noveno conde de Grosvenor, vizconde de Belgravia, marqués de Westminster y barón de Eaton; un importante aristócrata inglés cuyo patrimonio está valorado en más de 7.300 millones de euros, lo que le convierte en el hombre más rico de Gran Bretaña y dueño absoluto de las 15.000 hectáreas de La Garganta.
Puente que podría ser BIC
Según denuncia el portavoz de Ecologistas en Acción del Valle de Alcudia, Vicente Luchena, recogida por Miciudadreal.es, el puente en cuestión no es un viaducto más de los abandonados a lo largo del trayecto de lo que fue un próspero ferrocarril minero, que unía las localidades ciudadrealeñas del Camino Real de la Plata de Puertollano con Peñarroya. No, este puente ha sido reclamado por los ecologistas y viajeros para que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, cuya imagen utiliza para promocionar el turismo de interior, lo declare Bien de Interés Cultural. Pero el magnate de la Pérfida Albión ha colocado una valla que impide el acceso, porque existe “peligro de caída”, dice el cartel, cuando la pasadera se encuentra en perfectas condiciones de uso, ya no solo para caminantes y cicloturistas, también para vehículos todo terreno.
La escopeta se impone a la bicicleta
Y es que está claro que los poderosos dueños de estas fincas de caza, donde se dan cita el Rey (Don Juan Carlos conoció en La Garganta a su “amiga entrañable” Corinna zu Sayn-Wittgenstein, amiga también, aunque menos entrañable, de Iñaki Urdangarin, y directora general de Boss & Co. Gunmakers, una conocida y afamada armería londinense donde las grandes escopetas de Europa acuden a proveerse de armamento al inicio de la berrea), o los hijos del Príncipe de Gales, Carlos de Inglaterra, Guillermo y Enrique, cuentan con la complicidad de gobiernos y ciertos ayuntamientos del PP, como es el caso de Fuencaliente y Almodóvar del Campo, localidades que podrían parar los pies a Lord Gerald Casvendish pero que prefieren mirar para otro lado.
Permiso para andar por el campo
No solo no mueven un dedo para frenar estos abusos, incluso participan de ellos como el Ayuntamiento de Fuencaliente, que el pasado año, como denunció ELPLURAL.COM, publicó una circular prohibiendo el acceso libre a los caminos públicos y los paseos por el término municipal sin su autorización y consentimiento, como si la localidad fuera un cortijo personal del alcalde. La asociación Ecologistas en Acción denunció lo que consideraba una “ilegal, injusta y disparatada medida”.
Desvío de la autopista Toledo-Ciudad Real
Cómo será el poder del aristócrata inglés, que en 2003 logró que el entonces ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, desviara la autopista de peaje Toledo-Ciudad Real para salvar la finca La Garganta, el mayor coto de caza, como decimos, de toda España. El desvío de esta infraestructura, todavía por construir, recorre un amplio paraje protegido y todo para que la “Escopeta nacional” pueda pegar sus tiros con tranquilidad, abatiendo ciervos, gamos, jabalíes y perdiz roja, además de cazar títulos del Ibex 35 y negocios inmobiliarios que superan con creces las seis cifras. Así son las grandes monterías en Castilla-La Mancha, comunidad que pretende vender parte de los montes públicos a estos terratenientes.
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