Una magnífica reflexión, una
mirada valiente, sobre todo lo que está desarrollando la literatura en clave de
novela, alrededor de la Guerra Civil.
nuevatribuna.es 08 de Abril de 2015 (11:23 h.)
Una magnífica reflexión, una mirada
valiente, sobre todo lo que está desarrollando la literatura en clave de
novela, y el ejercicio literario, alrededor de la Guerra Civil. El libro
está muy bien narrado por David Becerra, editado por Clave Intelectual y
prologado por Isaac Rosa.
Lo que nos dice la editorial, Clave Intelectual, sobre
el libro:
En las últimas décadas se han publicado en España más de
un centenar de novelas sobre la Guerra Civil española escritas por autores
españoles. Ante este hecho, que puede calificarse sin duda de moda literaria,
David Becerra se pregunta: ¿a qué se debe esta proliferación de títulos, algo
que parece cuestionar el pacto de silencio y olvido de la
Transición? Pero, ¿son de verdad novelas sobre la memoria
histórica? La respuesta es este libro, en el que el autor pone de
manifiesto la estructura ideológica y estética de este conjunto de novelas.
El autor ha seleccionado 181 novelas de entre todas las que se publicaron durante ese periodo de tiempo. En la mayoría de ellas la Guerra Civil aparece como trasfondo, un simple escenario. Como si viviéramos en un mundo sin conflictos, se recurre a la Guerra Civil para novelar.
El autor ha seleccionado 181 novelas de entre todas las que se publicaron durante ese periodo de tiempo. En la mayoría de ellas la Guerra Civil aparece como trasfondo, un simple escenario. Como si viviéramos en un mundo sin conflictos, se recurre a la Guerra Civil para novelar.
El autor, ensayista, David Becerra:
David Becerra Mayor, doctor en Literatura Española por la
Universidad Autónoma de Madrid, es autor del ensayo La novela de la
no-ideología, del libro colectivo Qué hacemos con la literatura, de
la edición crítica de La mina de Armando López Salinas y de La
consagración de la primavera de Alejo Carpentier. Ha publicado artículos
de crítica literaria en distintas revistas especializadas alrededor de obras
como La Celestina o El Quijote y la producción literaria de
escritores como Quevedo, Torres Villarroel, Pérez Galdós, García Lorca, Max Aub
o Miguel Hernández, aunque se ha especializado en narrativa española actual. Ha
participado como conferenciante en distintas instituciones académicas y
culturales nacionales e internacionales. Colabora habitualmente en distintos
medios de prensa escrita como Mundo Obrero, La Marea o El Telégrafo de Ecuador.
Es responsable de la Sección de Estética y Literatura de la Fundación de
Investigaciones Marxistas, donde ha fundado y ha dirigido Revista de crítica
literaria marxista. Pertenece asimismo a la Asociación Española de Críticos
Literarios (AECL).
El propio autor ha dicho sobre el
libro: “"Estamos, pues, ante un fenómeno peculiar: novelas históricas
sin historicidad. Porque más que hablarnos del pasado, estas novelas nos
hablan de nosotros mismos. Y aquí se detecta una contradicción sumamente
interesante: si, para poder armar una trama, nuestros novelistas acuden, como
se ha dicho, a un pasado conflictivo, como es el de la Guerra Civil, reviviendo
el tiempo de los héroes, de la épica, de la acción, el cronotopo donde la
política se situaba en el centro de la vida, y las grandes pulsiones políticas
se ponían al servicio de un futuro todavía por escribir, frente a nuestro
presente prosaico, aburrido y democrático, en el que no pasa nada, y que está
exento de conflictos y contradicciones, según la ideología posmoderna del Fin
de la Historia, paradójicamente, las novelas que sobre la Guerra Civil se
escriben en la actualidad acuden a este pasado conflictivo y políticamente
convulso pero reducen todos los conflictos al ámbito de la individualidad: el
pasado se despolitiza –se borra la huella de lo político y lo social– para
hacerlo funcionar, en definitiva, según las reglas que imperan en nuestro
presente."
Cazarabet conversa con David Becerra
David, ¿qué te motivó a escribir esta reflexión sobre la
novela que sí estoy muy de acuerdo en muchos años para acá (diría todo lo que
llevamos de siglo) ha ido convirtiendo el escenario de la Guerra Civil Española
como el trasfondo de muchas novelas?
Precisamente eso, el ver que la Guerra Civil se estaba
banalizando, se estaba convirtiendo en un mero escenario para construir una
trama que poco o nada tenía que ver con la Guerra Civil, entendida esta como un
conflicto histórico, político y social. Observé, por un lado, que se estaban
escribiendo muchas novelas sobre la Guerra Civil, lo cual era positivo, motivo
sin duda de celebración, pero observé también que estas novelas, que se estaban
presentando como novelas de la memoria histórica, en realidad no se preocupaban
demasiado por nuestra memoria. Empecé a leerlas, a analizarlas, y llegué a la
conclusión de que en estas novelas la memoria histórica brillaba por su
ausencia, que no eran más que novelas con la guerra como atractivo telón de
fondo.
Ya en el prólogo Isaac Rosa dice y argumenta que hay
demasiada producción literaria, en forma novelada, tomando como escenario la
Guerra Civil española, pero que hay poco calidad en el tratamiento literario y
que, luego, las propias novelas contestan poco a ciertas preguntas que ciertas
personas nos hacemos. Bueno, yo creo que esto lo podemos o para ser justos lo
deberíamos trasladar a todos los trasfondos y escenarios en los que se andan
basando las novelas que se van produciendo, ¿no crees?
En efecto, este tratamiento literario e histórico no es
exclusivo de las novelas sobre la Guerra Civil. La despolitización de los
conflictos, que se observa en las novelas que sobre la Guerra Civil se escriben
en la actualidad, donde todo conflicto se interpreta desde lo individual, nunca
desde lo político, es un rasgo que define la novela dominante actual. No es
exclusivo de las novelas sobre la Guerra Civil. Este tema –el desplazamiento de
las contradicciones radicales por otras asumibles por la ideología dominante; o
dicho de otro modo: la interpretación de todo conflicto desde el yo y
nunca desde el nosotros– lo he estudiado en mi libro anterior, La
novela de la no-ideología (Tierradenadie, 2013).
Porque lo que sí que hay es mucho escritor y escritora
que hoy en día a través de pequeñas, medianas editoriales o autoediciones
lanzan a sacar su libro, su historia habiendo sido autodidactas o habiendo
salido de escuelas literarias o de creación literaria y , claro, no todos
pueden salir y acertar a la primera o segunda cosa que componen… También hay
que tener en cuenta que hay muchos escritores y muchos lectores que asumen que
la novela está, primero que nada, para entretener… ¿Qué nos puedes argumentar
acerca de estas dos reflexiones?
Creo que a la literatura hay que exigirle algo más que ser
mero entretenimiento. Decía el poeta y novelista ecuatoriano Jorgenrique Adoum
que el capitalismo ha convertido al escritor en una niñera que entretiene a los
adultos cuando están solos. Pero no necesitamos niñeras: somos mayores de edad
y no necesitamos que nos entretengan. La literatura no debe entretenernos, sino
retarnos, hacernos reflexionar, empoderarnos, convertirnos en sujetos activos y
críticos. Sin embargo, la literatura hoy, bajo el capitalismo, no es más que un
discurso destinado al ocio y al negocio. Urge transformar esta noción de
literatura.
Otra cosa, creo que por ahí va parte de tu reflexión, es
que haya demasiado escritor que escoja como escenario la guerra civil, que “se
aproveche” de este acontecimiento histórico para escribir de primeras o
intentar apuntalar algún premio de esos literarios (que dicho sea de paso cada
vez pierden más credibilidad) y que “para consagrarse” en vez de arriesgarse y
crear algo nuevo se “acogen a esto de la Guerra Civil como escenario”…
La Guerra Civil, a juzgar por los datos que aporto en el
anexo del libro, se ha convertido un negocio editorial rentable. Se publican
muchas novelas sobre la Guerra Civil, porque la Guerra Civil vende. Las novelas
con este tema se reimprimen, se reeditan, conocen ediciones de bolsillo,
ediciones club, se hacen películas basadas en ellas. Lo que sucede es que la
Guerra Civil apenas aparece en esas novelas sobre la Guerra Civil, no es más
que un pretexto o un reclamo publicitario. Apenas hay una reflexión sobre lo
que supuso la guerra, qué había en juego, qué tensiones históricas provocan su
estallido, etc.
Las modas “sin ton ni son”, normalmente ser parte “y
seguidilla” de las mismas es peligroso y muy mal acompañante y la literatura no
es ninguna excepción, ¿no?
-No aportan nada nuevo, son simplemente un epígono de un
modelo o esquema narrativo que ha funcionado. Si nos detenemos a analizar los
epígonos que ha generado esta moda sobre la Guerra Civil, observaremos que
muchas de ellas repiten un esquema idéntico: un personaje, en el presente,
descubre por casualidad (es importante subrayar que es por casualidad, nunca
hay una voluntad de recordar el pasado) un turbio episodio de la Guerra Civil;
se investiga ese episodio, casi siempre familiar, y a partir de la indagación
se modifica su propia percepción de sí mismo. Y fin. Los epígonos funcionan por
imitación de un modelo que funciona, es decir, que vende.
Pero yo creo que el lector, el librero sobre todo, el
bibliotecario, el crítico debe estar muy al día de todo lo que se va publicando
para poder aconsejar, para leer y aprender y para ser, también, parte del
primer filtro y “hacer llegar” muy a su manera la opinión a muchos lectores
que, al final, creo y con el tiempo todo lo van poniendo a su sitio… lo único
que falta es tiempo para leer y a veces no dejarte llevar por campañas de
marketing o de publicidad… ¿Qué nos puedes comentar?
Esa labor de mediación, casi de guardia urbano, de controlar
la circulación de títulos, dejando pasar unos y deteniendo otros, que debe
hacer el crítico, pero también, como señalas, el bibliotecario y el libro, es
casi imposible de realizar hoy. Es imposible que nadie sea capaz –por tiempo
material– de leer todo lo que se publica. El crítico ya no puede hacer uso de
su autoridad para recomendar qué conviene leer entre todo lo que se publica,
porque el crítico es incapaz de conocer todo lo que se ha publicado. Un crítico
hoy solo conoce –y ha leído– una mínima parte de lo que se publica. ¿Qué sucede
entonces? Que quien se aprovecha de esta confusión, de esta superproducción de
títulos, son los grandes grupos editoriales que colocan sus mercancías con suma
facilidad, tanto en los suplementos culturales como en las mesas de novedades
de las librerías, invisibilizando a los pequeños proyectos editoriales. Cuando
la oferta literaria se convierte en una selva, gana siempre es más fuerte.
¿Por qué crees que hay muchos escritores, más o menos
consagrados, que en los últimos años han aparcado otros proyectos o se han
apartado de su camino habitual para dedicarse a escribir, sí(algunas veces,
historias menores) aprovechando “el tirón” como escenario de la Guerra
Civil:¿Crees que hay como una especie de “campaña de publicidad subliminal”
orquestada por los grandes grupos editorial?
Entiendo que te refieres a Almudena Grandes y a
sus Episodios de una guerra interminable. Aunque está claro que el
fenómeno en parte responde a que el tema funciona bien comercialmente, quiero
pensar que late en Grandes una voluntad de combatir el olvido y el silencio
sobre algunos episodios de nuestra historia reciente. No obstante, creo también
que en algunos casos a Almudena Grandes le sale el tiro por la culata y, si
bien quería reivindicar la lucha republicana contra el franquismo durante la
Guerra Civil y la posguerra, no es menos cierto que a la postre termina
haciendo un flaco favor a la lucha republicana al contar la historia desde
cierta equidistancia –sobre todo en El lector de Julio Verne- y reduciendo
toda forma de conflicto a lo individual, olvidando que los individuos se
encuentran insertados en una problemática histórica, en un conflicto político, y
en consecuencia actúan determinados por su propia Historia.
Bien hay que aclarar que no me refería al realizar esta
pregunta a Almudena Grandes… la pregunta iba o estaba formulada en general,
dado que son otros, también los escritores y escritoras que han abandonado su
trajaectora habitual para “reiniciarse” en esta especie de corriente, la propia
Alicia Giménez Bartlett es otra con su libro sobre La Pastora (Donde nadie te
encuentre, Premio Nadal en su 67ª Edición…)
Estoy segura que este libro, su reflexión y contenido
habrá levantado no pocas suspicacias, “sensibilidades” y demás entre algunos
editores, algunos escritores …pero me da que tú no escribes ni reflexionas para
que otros lean lo que quieran leer ni para que lancen loas desde los grupos editoriales
más poderosos…me da la impresión que como literato y filólogo has visto como la
literatura era presa de una moda (que las modas son malas consejeras) y que tú
has querido reivindicar que la literatura, hasta la novela, están para otra
cosa que solo entretener…
Es posible que, como dices, levante suspicacias y hiera
sensibilidades. Pero ni era ese mi propósito ni creo que debería ser así. Un
texto que se publica –que se hace público– está sometido a la crítica, y creo
que es positivo que exista la posibilidad de generar un debate sobre, en primer
lugar, cómo nos están contando la Guerra Civil española y, en segundo lugar,
qué ideología están reproduciendo y legitimando estos discursos narrativos.
Este libro tiene que servir para construir una esfera pública discursiva en la
que se pueda debatir con rigor y argumentos y sin prejuicios qué entendemos por
literatura, qué relación establece la literatura con la ideología dominante y,
más concretamente, cómo nos están contando la Guerra Civil desde la novela
española actual. La Guerra Civil como moda literariano es ni un ajuste de
cuentas ni un escrutinio sobre qué novelas valen y cuáles no, sino un intento
de abrir un debate sobre nuestra literatura y sobre nuestra historia, que creo
que es muy urgente y necesario.
Fuente: http://www.nuevatribuna.es/
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