Monseñor Nunzio
Scarano, de 61 años, arrestado en Roma con millones de euros acusado de lavado
de dinero y malversación de fondos, es un ejemplo de eclesiástico «mundano».
Internacional | Que.es / AP / BBC Mundo | 02-07-2013 |
Scarano
era contador de uno de los principales departamentos financieros del Vaticano
Trabajaba
en un banco antes de sentir la llamada al sacerdocio y eso le daba una buena
preparación para trabajar como jefe de contabilidad de gestión de la Administración
del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), un departamento que administra
fondos en viviendas y títulos quizá muy superiores a los 6.000 millones de la
banca del Vaticano.
El
problema con Scarano es que se dedicaba también a varias empresas de
construcción en su Salerno natal; que había comprado por poco precio unos pisos
de monjas en el centro de la ciudad, convertidos después en apartamentos de
lujo; y que tenía amistades «peligrosas» con armadores buques de Nápoles.
Algunos
medios italianos informan que la operación de contrabando de divisas de Suiza a
Italia que le ha valido el arresto iba a ser por valor de 40 millones, antes de
que se redujese a 20 millones. Y que los fondos pertenecen a sus amigos, los
armadores de Nápoles. Los fiscales del caso sostienen que la detención se
realizó porque Scarano intentó trasladar 20 millones de euros en efectivo desde
Suiza hacia Italia a bordo de un avión del gobierno italiano, sin reportar el
dinero a las autoridades.
Por
ese mismo caso, fueron detenidos el agente del servicio secreto italiano Mario
Zito y el corredor de bolsa Giovanni Carenzio, quienes también estaban
implicados.
Los
otros enredos fiscales del contador
Este
intento de movimiento de euros no es el único problema que enfrenta Scarano. De
hecho, al funcionario se le conoce como el “monseñor 500” porque siempre anda
con grandes fajos de billetes de 500 euros, según la prensa italiana La
Reppublica.
La
otra razón del apodo son los indicios que existen de que el prelado les pedía a
sus amigos empresarios que le cambiaran bloques de 10 y 20 billetes de 500
euros por cheques de 5.000 y 10.000 euros, y ellos se encargaban de circular el
dinero. Por esta razón, los fiscales lo investigan por presunto lavado de
dinero en relación con su cuenta en el banco vaticano.
De
hecho, ese fue uno de los tantos escándalos que motivó al Papa Francisco
ordenar la reforma del IOR. La investigación que ya comenzó se deriva de
transacciones que Scarano hizo en el 2009, en las que retiró 560.000 euros en
efectivo de su cuenta bancaria personal y los llevó a Italia para pagar parte
de una hipoteca por su casa en Salerno, ciudad italiana.
Para
depositar el dinero en una cuenta de un banco italiano, y evitar que los
miembros de su familia supieran qué había hecho con tanto dinero, le pidió a 56
amigos cercanos que aceptaran 10.000 euros en efectivo a cambio de un cheque o
una transferencia bancaria por la misma cantidad. Scarano pudo entonces
depositar esos montos en su cuenta italiana.
La
fachada que el contador inventó para hacer semejantes transacciones de dinero
fue que las transferencias llegaran a nombre de donantes que creían estar
financiando una casa para enfermos terminales en Salerno, cuando en realidad el
dinero iba directamente para el contador.
La
defensa de su abogado, Silverio Sica, es que Scarano dio los nombres de los
donantes a los fiscales e insistió en que el origen de la plata era lícito, que
las transacciones no constituían lavado de dinero y que tomó esos recursos solo
“temporalmente” para su uso personal. Pero la realidad es que los miles de
euros depositados por los “donantes” todavía no se han convertido en las casas
para enfermos terminales.
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