El ensayo 'Soldados a la fuerza' del historiador británico James Matthews
analiza el reclutamiento obligatorio del Ejército Popular de la República y del
Ejército franquista durante la Guerra Civil
ALEJANDRO
TORRÚS Madrid 21/07/2013 08:00 Actualizado: 21/07/2013 08:27
Milicianos republicanos durante la Guerra Civil.-
Archivo EFE
No todos los
soldados y milicianos que batallaron en la Guerra Civil quisieron hacerlo. Entre
la España que apoyó el régimen legítimo de la República y la España que se
levantó en armas junto al bando golpista de Francisco Franco, se sitúa una
tercera España. Un país de pobres que fue reclutado a la fuerza, que
trató por todos los medios posibles de eludir el servicio militar y al que la
Guerra Civil le fue un conflicto distante, externo e impuesto desde arriba.
"En
julio de 1936 solo una pequeña minoría de militantes había interiorizado una de
las ideologías y estaba dispuesta a luchar y a matar para imponer sus puntos de
vista sobre la otra España", escribe el historiador británico James
Matthews en el ensayo Soldados a la fuerza (Alianza Editorial). Para
defender su tesis, Matthews expone los esfuerzos que tuvieron ambos ejércitos
para retener a sus reclutas durante toda la guerra. "Los reclutas
de ambas zonas recurrieron a expedientes imaginativos y a menudo desesperados
para eludir el servicio", prosigue.
La obra es
el primer ensayo que trata del reclutamiento obligatorio en la Guerra Civil
El
reclutamiento de las tropas, defiende el historiador, dependió más de la
geografía que de la ideología. Si el lugar natal de un hombre quedó bajo
control rebelde tras el alzamiento, lo más probable es que ese hombre se
convirtiera en soldado del bando franquista. Si, por el contrario, su localidad
quedó en el territorio fiel a la República se convertiría en soldado del
Ejército Popular de la República. "Sin recurrir al servicio militar
obligatorio, ninguno de los dos bandos habría podido sostener una guerra de
tres años de duración", argumenta.
Las
reticencias de la República a recurrir al servicio militar obligatorio por
razones políticas e ideológicas casi le cuestan la guerra en el otoño de 1936.
Finalmente, la realidad de la guerra se impuso y la República terminó
movilizando más reemplazos que los nacionales, y envió al frente a más
hombres física o psicológicamente ineptos para el servicio militar. Al
final del conflicto, los reclutas republicanos de más edad tenían 45 años, en
comparación a los 33 años de los reclutas del ejército de Franco.
"Motivar
a estos nuevos combatientes fue una tarea enormemente difícil. Ambos bandos
gastaron una gran cantidad de energía y recursos en construir y reconstruir
relatos para embellecer sus respectivas causas", asegura el historiador,
que señala que la República tuvo que esforzarse mucho más en este aspecto ya
que tenía que hacer frente al importante desafío de movilizar a sus reclutas
para una guerra que iba perdiendo "poco a poco".
El soldado religioso y el soldado ciudadano
Para motivar
y reclutar a los soldados, la República y el bando franquista tuvieron que
crear un relato que justificara el sacrificio. Así, el bando golpista
permaneció firmemente anclado en las ideas de tradición, en la evocación
de la España eterna y de la Iglesia Católica. La República, por su parte,
formuló una nueva definición de lo que significaba ser soldado, hombre y
ciudadano en la guerra.
Del soldado
republicano se esperaba que tuviera valor y entrega pero también se le animaba
a saber leer, escribir y a pensar por sí mismo
"La
necesidad de distanciarse de la postura ultramasculina de los 'nacionales' la
obligó a modificar las nociones vigentes acerca del comportamiento masculino
apropiado. Del soldado republicano se esperaba que tuviera valor y entrega,
pero al mismo tiempo se le animaba a saber leer y escribir, a ser educado y a
pensar por sí mismo", detalla Matthews.
Las
peculiaridades más visibles del Ejército republicano fueron las campañas de
alfabetización y educativas, encaminadas a la emancipación personal de los
combatientes, y un discurso que buscó la lealtad de los soldados rasos a través
de una obediencia inclusiva y voluntaria, más que irreflexiva y automática.
Como resultado, el Ejército Popular tuvo una jerarquía más informal que la del
Ejército de preguerra aunque "laxa e ineficaz".
Por contra,
la disciplina del Ejército franquista se consiguió principalmente a base de
amenazar con ejercer una severa violencia punitiva sobre los soldados
que no dieron su conformidad al nuevo régimen. Además, el Ejército 'rebelde'
también funcionó como un refugio seguro -desde el punto de vista de la
represión- para quienes estaban dispuestos a contribuir al esfuerzo de guerra.
"De este modo evitó violaciones graves de la disciplina y consiguió
retener a miles de hombres que inicialmente no eran leales a la causa
rebelde", señala.
Esta
habilidad del ejército franquista para asegurar la participación incluso de
los combatientes recalcitrantes "les dio una importante ventaja sobre
las fuerzas gubernamentales, y es uno de los factores que explican su
victoria", sentencia Matthews.
Fuente: www.publico.es
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