jueves, 24 de enero de 2013

VIVENCIAS Y SUPERVIVENCIAS



Artículos de Opinión | Víctor J. Sanz | 24-01-2013 |
De las muchas maneras que hay de clasificar a las personas, hoy me detengo en la clasificación que las divide por sus expectativas en la vida, o dicho de otra manera, por aquello con que rellenan sus vidas.
Lo que a cada cual le cabe esperar en sus vidas no siempre depende de él mismo, antes al contrario, la mayor parte de las veces uno no es más que un esclavo de sus circunstancias, de sus necesidades (o seudonecesidades) y hasta de sus creencias y obsesiones; y últimamente de las demencias de los gobernantes.
No es sino una pequeña parte de la población la que comanda o, cuando menos, copilota su vida y los hechos que en ella acontecen. Son esa pequeña élite que no necesita trabajar para vivir porque tienen a muchos trabajando para ellos, aunque esto no siempre suceda nómina mediante, como es el caso de los políticos corruptos, señor Bárcenas y demás dirigentes trincantes del PP. Esos señores trincantes que con la misma mano que cogían el sobre nos imponían austeridad en el gasto público.
Y cuando existe una nómina de por medio, este tipo de personas a las que me refiero ya se ocupa con gran efectividad, de que esa nómina sea difícilmente distinguible de un excremento de cabra, en este grupo podemos contar con el señor Ortega, Amancio, el dueño de Zara y del alma aterrorizada de miles de costureras esclavizadas por esa “gran marca española”. El señor Ortega puede permitirse tener vivencias, mientras que sus víctimas solo pueden soñar (y dando gracias) con tener supervivencias cada día. El señor Ortega puede incluso compartir esas vivencias con sus seres queridos, como el marido de su hija que, por hacerle abuelo, le ha regalado un caballo de 12 millones de euros. Bonita vivencia para el yerno de Ortega costeada con los riñones de las costureras esclavizadas en talleres ilegales.

De este grupo de individuos peligrosos y nocivos para la sociedad no hay que detenerse únicamente en los de más renombre, existe toda una legión de sinvergüenzas que dedican cuantos medios tienen a su alcance propios o ajenos para conseguir sus vivencias, por más que esto suponga asegurar a otros, y en el mejor de los casos, unas “supervivencias“. Mientras la austeridad es la receta para el ciudadano del montón, los del montón de golfos ven aumentados sus ingresos aún más. Y se valen del miedo para beneficiarse de la desgracia y la necesidad ajenas, llevando a los empleados a aceptar condiciones cada vez más indecentes, insultantes e inhumanas.
La sal en la herida la viene a poner el imbécil del ministro De Guindos, que anima a los empresarios a ignorar la subida de la inflación en las revisiones salariales, igual que él prefiere ignorar cuánto dinero público acaba vertido en los bolsillos privados que sustentan financieramente a su partido.
De entre todos los quedarían muy bien retratados bajo el brillo de la guillotina, merecen una mención honorífica las cien personas más ricas del mundo, con cuyas fortunas se podría acabar hasta cuatro veces con la pobreza de todo el mundo. Ellos seguirán teniendo sus vivencias mientras que una tercera parte del planeta ni siquiera tendrá acceso a una supervivencia, porque seguirá muriendo de hambre cada día, y también cada noche que todos esos depredadores del género humano dormirán a pierna suelta.
Víctor J. Sanz

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