Artículos de
Opinión | Víctor J. Sanz | 24-01-2013 |
De las
muchas maneras que hay de clasificar a las personas, hoy me detengo en la
clasificación que las divide por sus expectativas en la vida, o dicho de otra
manera, por aquello con que rellenan sus vidas.
Lo que a
cada cual le cabe esperar en sus vidas no siempre depende de él mismo, antes al
contrario, la mayor parte de las veces uno no es más que un esclavo de sus
circunstancias, de sus necesidades (o seudonecesidades) y hasta de sus
creencias y obsesiones; y últimamente de las demencias de los gobernantes.
No es sino
una pequeña parte de la población la que comanda o, cuando menos, copilota su
vida y los hechos que en ella acontecen. Son esa pequeña élite que no necesita
trabajar para vivir porque tienen a muchos trabajando para ellos, aunque esto no
siempre suceda nómina mediante, como es el caso de los políticos corruptos,
señor Bárcenas y demás dirigentes trincantes del PP. Esos señores trincantes
que con la misma mano que cogían el sobre nos imponían austeridad en el gasto
público.
Y cuando
existe una nómina de por medio, este tipo de personas a las que me refiero ya
se ocupa con gran efectividad, de que esa nómina sea difícilmente distinguible
de un excremento de cabra, en este grupo podemos contar con el señor Ortega,
Amancio, el dueño de Zara y del alma aterrorizada de miles de costureras esclavizadas por esa “gran
marca española”. El señor Ortega puede permitirse tener vivencias, mientras que
sus víctimas solo pueden soñar (y dando gracias) con tener supervivencias cada
día. El señor Ortega puede incluso compartir esas vivencias con sus seres
queridos, como el marido de su hija que, por hacerle abuelo, le ha regalado un caballo de 12 millones de euros.
Bonita vivencia para el yerno de Ortega costeada con los riñones de las
costureras esclavizadas en talleres ilegales.
De este
grupo de individuos peligrosos y nocivos para la sociedad no hay que detenerse
únicamente en los de más renombre, existe toda una legión de sinvergüenzas que
dedican cuantos medios tienen a su alcance propios o ajenos para conseguir sus
vivencias, por más que esto suponga asegurar a otros, y en el mejor de los
casos, unas “supervivencias“. Mientras la austeridad es la receta para el
ciudadano del montón, los del montón de golfos ven aumentados sus ingresos aún más.
Y se valen del miedo para beneficiarse de la desgracia y la necesidad ajenas, llevando a los empleados a aceptar condiciones cada vez más
indecentes, insultantes e inhumanas.
La sal en la
herida la viene a poner el imbécil del ministro De Guindos, que anima
a los empresarios a ignorar la subida de la inflación en las revisiones
salariales, igual que él prefiere ignorar cuánto dinero público acaba vertido
en los bolsillos privados que sustentan financieramente a su partido.
De entre
todos los quedarían muy bien retratados bajo el brillo de la guillotina,
merecen una mención honorífica las cien personas más ricas del mundo, con cuyas fortunas se podría acabar hasta cuatro veces con
la pobreza de todo el mundo. Ellos seguirán teniendo sus vivencias
mientras que una tercera parte del planeta ni siquiera tendrá acceso a una
supervivencia, porque seguirá muriendo de hambre cada día, y también cada noche
que todos esos depredadores del género humano dormirán a pierna suelta.
Víctor J.
Sanz
Fuente: Vivencias y supervivencias
No hay comentarios:
Publicar un comentario