Artículos de
Opinión | Pepe Mejía | 01-03-2013 |
La
movilización del pasado 23F en Madrid ha sido un éxito y un avance del
movimiento popular para exigir al Gobierno del PP la paralización de los
recortes sociales, el retiro de la reforma laboral y el no pago de la deuda.
La masiva
protesta ciudadana tiene varias lecturas. Una de ellas es que por primera vez
se ha demostrado que sí se puede. Se puede unir esfuerzos, energías y luchas
para conseguir que el Gobierno dé marcha atrás en su política económica y
social. Después de una serie de movilizaciones protagonizadas por las distintas
mareas y colores llegó la hora de realizar una acción conjunta firme,
contundente y cívica.
Hemos
demostrado al Gobierno -y a toda su esfera mediática- y al poder financiero -la
banca y la troika fundamentalmente- que no les será fácil seguir aplicando una
política económica que nos aboca a más paro, más miseria y más empobrecimiento.
Hemos demostrado que vamos a resistir y que podemos resistir. Hemos demostrado
que estamos dispuestos a plantar cara. Sin miedo y con una enorme confianza en
nuestras fuerzas. También hemos demostrado que somos capaces de auto organizarnos.
Las distintas mareas y organizaciones implicadas han demostrado una capacidad
enorme de gestionar una movilización en las condiciones más adversas y con
escasos recursos materiales y económicos. Con todo un aparato mediático en
contra, hemos sido capaces de sacar a mucha gente a las calles y colocar
nuestro mensaje en la agenda "institucional". Pero la movilización
también nos ha dejado algunas lecciones. Una y la principal. Nuestra labor de
oposición y enfrentamiento al Gobierno y sus políticas nos ha colocado en el
punto de mira de la represión. El aparato de Estado ha demostrado que no tendrá
ningún miramiento con nosotros. La desaforada reacción/represión así lo
demuestra. No sólo con los detenidos/as del 23F sino con la detención masiva de
miembros de los Bucaneros en Madrid. El aparato de Estado, y sus fuerzas
represivas, han dejado un claro mensaje: estamos dispuestos a todo.
Y en esta
pelea también tiene su cuota de complicidad diversos medios de comunicación
convencionales. No están dispuestos a darnos un ápice de espacio. No están
dispuestos a reconocer ni un ápice esta nueva realidad y esta nueva y emergente
actitud combativa y propositiva anticapitalista. Por otro lado, también hemos
"obligado" a organizaciones incrustadas en el sistema y que basan su
estrategia en el pacto y la componenda -como los sindicatos mayoritarios- a mover
ficha y a expresar apresuradamente en el último minuto su apoyo a la
movilización del 23F.
También han
tomado nota esa izquierda institucional y acomodaticia, no así sus militantes
que han participado activamente a que el 23F sea un éxito. Este es el camino.
El camino que también recorrió la Plataforma de Afectados por las Hipotecas
[PAH] cuando, por la presión popular, se consiguió que se aceptara la
Iniciativa Legislativa Popular [ILP] en el Congreso de los Diputados.
Sólo la
movilización -y la del 23F no será la única- y la presión popular conseguirá
que el Gobierno dé marcha atrás a los recortes y la reforma laboral. Sólo
confiando en nuestras fuerzas lograremos tumbar esas medidas y al Gobierno que
se empeñe en aplicarlas. El pasado 23F hemos demostrado que con la confluencia
de las mareas podemos conseguir un enorme tsunami que arrase con todos los
recortes, reformas laborales y decisiones que vayan en contra de los intereses
populares. Nos jugamos nuestra propia existencia. La derecha -y el PP a la
cabeza- están dispuestos a quitarnos todo para dárselo a los que se enriquecen.
A los buitres carroñeros que quieren hacer negocio a costa de nuestro
sufrimiento y nuestras desgracias. Y esto es solamente el principio. Después
del 23F toca reforzarnos. Desde abajo y a la izquierda. Desde los barrios y lo
más local. Construyamos plataformas conjuntas, confluyamos en los barrios las
distintas mareas que demostramos el 23F que sí se puede. Urge levantar una
estructura sólida, descentralizada y plural que sea capaz de hacer frente a las
arremetidas del capital. Enraicémonos aún más en los movimientos populares,
sociales, vecinales y laborales. Esta es la única garantía que tenemos para
hacer frente, con relativo éxito, a la arremetidas del Gobierno, el aparato
represor del Estado, la banca y el sistema que defiende las desigualdades y las
injusticias. El sistema que ampara la corrupción.
En esta
etapa también es importante tener un ojo avizor sobre esos agentes que
pretenderán "apropiarse" del movimiento. Que pretenderán protagonismos
y componendas al margen de las asambleas, al margen de las decisiones
mayoritarias. Una de las lecciones que se puede sacar del 23F es que el
movimiento popular es suficientemente maduro como para identificar estas
intenciones y arrojarlas de su seno. Y, por último. En el próximo periodo
tenemos que ser capaces de que esta movilización, que esta presión no sólo se
dé en Madrid. Tenemos que extender la protesta, el malestar y el cabreo en
ámbitos europeos. Esta es la lección. Juntando fuerzas podemos. En Europa
también.
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