Artículos de
Opinión | Luis Figuera | 31-03-2013 |
En diciembre
de 1972 Salvador Allende, acusó a los Estados Unidos, de promover una guerra
económica contra su gobierno. En los papeles desclasificados por el
Departamento de Estado hay constancia de reuniones para crear un plan de
sabotaje económico y provocar el caos en Chile.
En Venezuela
existe una guerra económica, cuyo objetivo estratégico es acabar con la
revolución, y el táctico lograr que la dirigencia revolucionaria negocie con
los representantes de la burguesía, y elimine el control de cambio y reduzca
las inversiones sociales, lo cual es una traición a los pobres y humildes del
país.
En esta
conflagración sobresalen signos importantes: los voceros de los ricos han
logrado convencer a muchos de nuestros dirigentes de la necesidad de hacer un
viraje económico para postergar el colapso definitivo, porque el socialismo es
un modelo inviable que ha llevado a la quiebra al país.
La derecha
ha inoculado en algunos revolucionarios que el acaparamiento y la especulación,
son una excusa para esconder el fracaso económico del modelo socialista, y la
prueba es el desastre de la red de distribución de alimentos estadal.
Sin embargo
hay aspectos importantes a considerar para tratar de esclarecer si la falta de
productos es una política inducida o una debilidad estructural de la
revolución. Es indiscutible que existe un déficit de producción: ¿Por qué no ha
quebrado ninguna de las empresas productoras? ¿Por qué no han reducido
personal?
Más allá de
las debilidades estructurales de la red de comercialización, producción y
distribución de alimentos del estado, hay una intención en las principales
asociaciones comerciales de promover el desabastecimiento artificial y la
especulación.
Parte del
truco consiste en producir la misma cantidad de artículos, pero en las ciudades
de mayor densidad poblacional, distribuir un porcentaje menor al promedio, y en
las ciudades pequeñas el doble. En la ciudad grande se crea un
desabastecimiento artificial, mientras que en la pequeña existe abundancia que
es vendida bajo el sistema de las compras nerviosas.
Unido a la
desaparición surge el aumento de precios, y la especulación fenómenos que
dentro de cualquier ciclo económico es el inicio de una situación
inflacionaria. El desabastecimiento inducido fue una de las políticas
utilizadas por la CIA para sabotear los planes económicos del gobierno chileno.
La idea es
descomponer sectorialmente la actividad productiva, en el caso de Venezuela el
sector alimenticio ha sido escogido, por su valor estratégico, los rubros que
más escasean son aquellos que produce o distribuye la POLAR.
Cuando se
descompone un sector productivo, el estado se ve obligado a suplir el déficit
de producción a corto plazo, con las exportaciones, lo que imposibilita
cualquier intento de liberación económica de un gobierno de corte socialista que
debe garantizar un 43% de su presupuesto en inversión social.
El
desabastecimiento inducido es una de las tramas de la guerra económica, el
discurso de la quiebra y el país endeudado, la crisis agroindustrial, el juego
perverso con el precio de dólar, las falsas informaciones contra el nuevo
sistema de divisas SICAD, las supuestas peleas entre Giordani y el resto del
gabinete, son los metalenguajes de la guerra imperial contra Venezuela.
Nuestra
burguesía tan creativa e inteligente ha inventado un nuevo lema: Las colas
tumban revoluciones la idea es trasmitir que las colas que se hacen en los auto
mercados, son las mismas de cuba y del resto de los países socialistas, debido
a la baja capacidad de los gobiernos para producir.
Ante esta
nueva modalidad los chavistas estamos obligados a recordar que la única cola
que nos puede derrotar es la del 14 de abril frente al centro de votación. Así
como el pueblo pudo vencer el sabotaje económico, va a derrotar a los Generales
de la Guerra económica, porque como sus jefes imperialistas son tigres de
Papel.
figuera-prensa@hotmail.com
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