Las encuestas demuestran que ya ni siquiera los votantes del PP se creen
las mentiras sobre el caso Bárcenas
04/03/2013
El pasado
domingo el diario El País publicaba los resultados de una encuesta en la
que se confirmaba que ni siquiera los votantes del PP se
creen las mentiras sobre el caso Bárcenas, y más de un 80%
consideran que el extesorero tiene pruebas que pueden comprometer al partido y
a alguno de sus dirigentes, lo que confirma el descrédito absoluto de nuestros
gobernantes. Pero destaca el hecho de que la mayoría de los ciudadanos valoren
como injusta la sentencia dictada por el T.S. que apartó a Garzón de la
carrera judicial, al considerarla basada en motivos políticos y no jurídicos; y
un 83% entiendan que aquella sentencia era parte de una maniobra para apartarlo
del caso Gürtel e intentar ralentizarlo, lo que es tanto como mantener
muy serias dudas sobre la imparcialidad de quienes le juzgaron.
No es
entendible, ni nadie ha dado una mínima explicación al respecto, por qué se
centró exclusivamente la acusación de prevaricación sobre el juez Garzón,
cuando el fiscal apoyó la intervención de las comunicaciones de los
detenidos, e incluso el juez Pedreira la prorrogó, ante el peligro de que
desde la prisión aquellos diesen las órdenes precisas para poner a buen recaudo
el dinero obtenido ilícitamente. Como no lo fue que se abriesen tres
causas penales contra Baltasar Garzón prácticamente al mismo tiempo, instruidas
con una celeridad a la que no estamos acostumbrados, y perfectamente
coordinadas para hacer el mayor daño posible al magistrado.
Lo ocurrido
no es casual, y tenía una explicación y un objetivo ya conseguido: apartar al
Juez Garzón de la instrucción del caso Gürtel y extender una sospecha de
falta de honorabilidad sobre su persona, como medio de justificar ante la
sociedad su confabulación. Y para ello la derecha política, la judicial, y los
medios de comunicación afines, orquestaron una maquiavélica conspiración,
que la historia la juzgará como uno de los hechos más turbios de nuestra joven
democracia.
Pero la
verdad es muy tozuda, y poco a poco ya vamos sabiendo que, lo hasta ahora
conocido del caso Gürtel, no es más que la punta del iceberg de un
escándalo de corrupción de considerables magnitudes, que dejará muy tocado al
partido en el gobierno y puede acabar con la carrera política de muchos de sus
dirigentes históricos, los mismos que en las últimas décadas nos han querido
dar a todos lecciones de moralidad, y ahora, ya sabemos, han tenido un
comportamiento muy poco decente.
Bárcenas
parece saberlo todo, aunque desconocemos si está o no dispuesto a contarlo;
todo dependerá del resultado de las presiones a las que está sometido y de los
pactos ocultos a los que pueda llegar con el PP. Pero los ciudadanos ya han
hablado, y les han condenado por haberse lucrado con nuestro dinero para
provecho propio o de su partido.
La condena a
Baltasar Garzón no es historia, sino pura actualidad, por ser el único
condenado en el caso Gürtel después de más de cuatro años de
investigación, lo que resulta verdaderamente escandaloso y es un desprestigio
para nuestro Estado de Derecho. Han querido matar al mensajero, pero les ha
salido un impresentable respondón; y es que Bárcenas, aquel senador por el que
Rajoy ponía la mano en el fuego, ha sido siempre un sinvergüenza, y ahora les
toca sufrirlo a los mismos que lo encumbraron.
Garzón, un
juez honrado y justiciero, que ha conseguido tener enemigos en todas partes, ya
no está con nosotros. Pero su atrevimiento en investigar a fondo la corrupción
de nuestra derecha ha dejado huella, y no ha sido olvidado por los ciudadanos.
Quizás sería un revulsivo y un buen fichaje para IU; está por ver, pero que
nadie lo descarte. Que bonita escena sería verle interpelando y sacando los
colores en el Congreso de los Diputados a los mismos que quisieron acabar con
él. Tiempo al tiempo.
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