LA UNIÓN EUROPEA SE PREMIA A S´MISMO Y A SU PROPIO GENOCIDIO: PREMIO NOBEL
DE LA ‘PAZ’
Artículos de
Opinión | Jorge Capelán | 13-10-2012 |
La Unión
Europea ha recibido el Premio Nobel de la Paz, anuncian los medios este
viernes. El otorgamiento de ese premio no debería sorprender a nadie.
Olvidemos
por un momento, sé que es difícil, toda la producción de armamento de la que
vive la UE, olvidemos todas las guerras que ha estado promoviendo, como la de
Afganistán, la de Libia y ahora la de Siria, todos los golpes de estado que ha
promovido últimamente como el de Costa de Marfil y todos otros golpes que ha
apoyado en los últimos años, desde el de Honduras hasta el de Paraguay.
Olvidemos
por un momento las draconianas y saqueadoras políticas que impulsa en la
Organización Mundial de Comercio y en el FMI. Olvidemos los centros de
internamiento de extranjeros, olvidemos el ascenso frenético del racismo que
tienen lugar en la actualidad, olvidemos las escenas de represión de los
gobiernos europeos contra sus propias poblaciones que cotidianamente nos
muestran los medios.
En realidad,
el hecho de que la Unión Europea haya recibido el Premio Nobel de la Paz es
algo perfectamente normal que no debería sorprender a nadie. El anuncio del
otorgamiento de este premio llega el mismo día del “descubrimiento” europeo de
Abya Yala, también conocida como América. Eso tampoco es ninguna casualidad.
La
colonización europea de Abya Yala fue uno de los mayores genocidios de la
historia de la humanidad, con un costo de entre 50 y 80 millones de vidas de
gente que fue asesinada, esclavizada, privada de sus territorios, convertida a
una religión extraña e infectada con enfermedades mortíferas para que se
pudiese construir el imperio capitalista occidental a escala global, la
esclavitud del África y toda una serie de crímenes horrendos en todo el tercer
mundo.
Echemos un
vistazo a la lista completa de galardonados con el Premio Nobel de la Paz desde
1901 hasta nuestros días.
OLVIDÉMONOS
DE TODOS LOS NOMBRES de esa
lista que no nos gustan, como el del asesino de Henry Kissinger (1973), el
terrorista de Menachem Begin (1978) o el presidente de los drones, el “Oreo”
Barak Obama (2009). Olvidémonos también de los muchos nombres que nos gustan,
como los del luchador antiapartheid Albert Lutuli (1960), Martin Luther King
(1964), el vietnamita Le Duc Tho (1973), el argentino Adolfo Pérez Esquivel
(1980), el obispo Desmond Tutu (1984), la compañera Rigoberta Menchú (1992),
Mandela (1993) y Yasser Arafat (1994). Lo cierto es que, nos gusten o no los
nombres, la inmensa mayoría de los que han recibido ese maldito premio son
europeos, norteamericanos o agentes de las potencias atlantistas.
El Premio
Nobel de la Paz es uno de los mejores ejemplos del orden enfermo que todavía,
aunque no por mucho tiempo más, domina el mundo. Europa, la entidad que ha dado
origen al imperio más guerrerista y depredador sobre la faz de la tierra, jamás
le daría el Premio Nobel a alguien que no esté dispuesta a tolerar en
determinado momento. Sin menospreciar a tantos luchadores consecuentes entre
los nombres que nos gustan de los laureados con el Nobel de la Paz, hay que
reconocer que jamás veremos a un Fidel o a un Chávez, por sólo nombrar a dos
líderes, recibir ese premio.
Como
justificación para darle el Premio Nobel a la Unión Europea, el comité
organizador (que es de facto europeo, por ser de un país como Noruega, miembro
pleno de la OTAN), dice que la existencia de la UE ha prevenido una nueva
edición de la Segunda Guerra Mundial.
En realidad,
esa guerra fue una de las mejores cosas que le pudo pasar a muchos pueblos del
tercer mundo desde 1492 hasta ya bastante avanzado el Siglo XX: Con los
europeos matándose unos a otros a escala industrial, hubo una gran demanda de
materias primas a buenos precios, y en muchos lugares las cadenas de la
dominación imperial sobre las colonias se debilitaron, lo que a su vez creó las
condiciones para un movimiento masivo de descolonización en todo el mundo.
Ahora, el
imperio euro-estadounidense se encuentra en una crisis sin precedentes: se está
cayendo a pedazos. Al suceder esto, se quita la careta y abiertamente reprime
dentro y fuera de sus fronteras. Ya está más que claro que las consignas de la
Revolución Francesa de Igualdad, Libertad y Fraternidad en manos de Occidente
(es decir, de Europa) sólo han sido hojas de parra que se han podido mantener
mientras el sistema de saqueo siguiese funcionando. Por eso no les queda otra
cosa que, ante la bancarrota económica, militar y moral, abandonar toda
pretensión de progresismo y descaradamente premiarse a sí mismos y a su propio
genocidio.
Menos mal
que la campaña de hace unos años para que se le diera el Premio Nobel de la Paz
al presidente Evo Morales no prosperó, porque tal vez hoy en día lo tendrían
bajo sospecha de ser colonialista.

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