¿DÍA DE QUÉ DESCUBRIMIENTO? LA INFAMIA DE UN 12 DE OCTUBRE
Artículos de
Opinión | Nechi Dorado | 13-10-2012 |
" ...
entraron dentro de la carabela donde el dicho almirante venía e les motró el
dicho almirante carátulas de oro que traía de las dichas Yndias e seys o siete
yndios que traía de allá e con un cuchillo quitó el dicho almirante un poco de
oro a vn indio e se lo dio ... "
Archivo General de Indias, Signatura:
PATRONATO,12,N.2,R.3 (fls. 33v-34r.)
Año 1492 o
más o menos. No había Internet ni correo. Tampoco periodistas ni escritores que
relataran los horrores que comenzarían a ejecutar en nombre de la fe, la
evangelización, el desarrollo, la ¡civilización! A sangre y fuego, como
corresponde actuar cuando se invade. Con el correr del tiempo, de las naves y
de la vergüenza, comenzaron a mutar hasta las palabras, accediendo a otras
definiciones, por ejemplo, comenzaron a hablar de descubrimiento cuando debía
hablarse de invasión. In-va-sión, así nomás, sin vueltas ni tapujos. No había
nada más que hombres, mujeres, niños, animales y riquezas en esas tierras
prósperas a punto de ser saqueadas. Casi nada y nada menos que riquezas,
olfateadas a lo lejos. Hasta la esperanza cayó herida tras la llegada de las
naves desde las que descendió el genocidio. La respuesta a la barbarie y al
crimen no se hizo esperar, generó la RESISTENCIA heroica -como toda
resistencia-. Quedó instaurado el “Día del Descubrimiento de América” enredado
en la teoría de la “civilización”, la que devoró vida, costumbres y cultura
ancestral.
¿Llegaron
hombres o llegaron bestias aquel 12 de Octubre? Los recién llegados sin aviso se
llenaron de gozo pensando que habían descubierto lo que ya estaba descubierto
por esa gente “salvaje”, del color de la tierra que era suya. Pero ¿qué cosa
era esa, la de creerse dueños de semejante belleza? Habrase visto tanto
desparpajo, tanta insolencia en esos cuerpos donde las gotas del sudor jugaban
carreras antes de caer en los agujeros por los que se escapaba la vida.
A lo lejos,
el símbolo de lo más bajo que puede representar recuerdo humano, mujer conocida
como Su Majestad, reina de España, fiel católica practicante, desde su trono de
excrementos se frotaba las manos solo de imaginar si la arriesgada travesía y
la tremenda inversión mercantilista, llegara a dar sus frutos. Así se reprodujo
el oro y la riqueza sin pecado concebidos. Así fue la irrupción del Gran
Capital que seguiría ahogándonos en el tiempo. Hizo su entrada triunfal con la
fuerza de esos hombres que rugían mientras la baba caía por la comisura de sus
labios descompuestos de deseo, luego de la larga travesía y al encontrarse, de
pronto, con los cuerpos desnudos de nuestras indígenas. Ni que hablar cuando
vieron a las niñas.
Diseminado
el horror, pasada la sorpresa, mientras descansaban los instintos satisfechos
agotados por los esfuerzos de las violaciones, había que empezar a hablar de un
dios que castigaba a los que no se postraran ante la cruz de madera clavada en
las entrañas de la Pacha Mama. Cruz, que por otra parte, tiene la propiedad del
castigo aunque esté impedida para detener las masacres y el espanto. Había que
hacerles entender que alguien “murió por ti”, para que se sientan cómplices de
torturas desconocidas, hasta entonces, porque no eran aplicadas por ellos. Sino
contra ellos. Les hablaron de un dios que esperaba en el cielo a los “buenos”
siempre y cuando lo veneraran antes. Ya no había perdón si se optaba por seguir
siendo “salvajes”. En ese caso, derechito al infierno. Derechito… Ese que algún
imbécil pintó de rojo y convenció a millones.
Hoy se
conmemora un nuevo año de la llegada del primer monopolio español al que sucederían
otros en la historia capitalista de América, introducido gracias a la mano de
obra barata de presos liberados para la travesía y enfermos reproductores de
pestes. Los primeros sicarios que pisaron tierra Nuestramericana.
Esta fue la
historia venerada por muchos, repudiada por otros, de aquel 12 de octubre de
1492 y sucedida por otras.
Y siguen
llegando conquistadores a esta América morena. Y siguen matando indígenas y a
sus sucesores, los pobres. Ya no asustan con cruz de madera, ahora es
suficiente con lanzar un documento que asegure que otros “incivilizados” tienen
armas químicas y ponen en vilo al mundo. O decir, simplemente son
“terroristas”. El objetivo es el mismo: la riqueza que pese a tanto dolor y
tristeza nuestra Madre tierra sigue pariendo.

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