Artículos de Opinión | José luis Pimentel Acosta |
25-08-2013 |
La
mayoría de los políticos de España no están de acuerdo en un cambio profundo de
la constitución. El secretario del PSOE, Alfredo Rubalcaba, hace unas semanas
ha propuesto realizar una modificación de la constitución española de forma
moderada para “consagrar la igualdad”. El secretario hablar de una reforma
parcial para un hecho concreto, pero evita hablar de un cambio en la estructura
global de las normas.
El
modelo democrático español funciona mal. La bonaza económica de las
privatizaciones ha provocado ocultar las deficiencias. Esta constitución
refleja el engaño de las apariencias que ha provocado el incumplimiento;
contribuyendo a conflictos sociales, ideológicos y políticos. Una constitución
que se hizo con un acuerdo de rapidez que no garantiza los derechos del
ciudadano íntegramente y pone en manifiesto el poder en manos de unos y no de
todos. Cada vez más el modelo autonómico y los privilegios políticos de
provincia y cabildos no contribuye a un desarrollo de España. En temas más
puntuales la ley electoral, la lista abierta al senado y lista cerrada al
congreso, no favorecen en absoluto la democracia. España se ha convertido con
la constitución de 78 en una oligarquía de partido que no facilita el consenso
y si la entrada de partidos nacionalista que provocan confrontación en el
Estado español. El caso más palpable Herri Batasuna que estuvo años en el
congreso en el que sus diputas no se presentaba, pero si recibían dinero del
Estado que se destinaba a actos vandálicos.
La
constitución es un texto vivo y hoy por hoy ha muerto. No se adapta a los
tiempos ni a nuestra sociedad. La nueva constitución debe ser un Estado Federal
con derecho con participación ciudadana, que se preocupe por el bienestar y lo
social que limite el déficit que puede incurrir el gobierno, así como ofrecer
facilidad a los jóvenes para la vivencia y empleo. Dentro de la constitución
debe reflejar el poder del tribunal de justicia dándole potestad en revocar al
jefe de gobierno en caso de que no cumpla establecidas leyes y su propio
programa electoral.
Una
reforma solo es un objetivo de la revisión parcial de la constitución y la
sustitución de algunas de sus normas. La constitución española tiene dos formas
una modificable otra no. El problema de nuestra constitución se encuentra en la
parte rígida que no se puede modificar simplemente.
Es
difícil cambiar la constitución hoy en día, la oligarquía de partido no lo va a
permitir, pues resultara extraño que se ponga en marcha un procedimiento
ordinario de reforma que sea aprobado por la mayoría de las cámaras.
La
democracia española ha pasado a fraudulenta, pues la oligarquía de partido
tiene el poder y el dinero en sus manos. Los sobres con los votos en épocas
electorales que se envían a los domicilios son prueba de poder político y
oligarquía, frente a los partidos minoritario. Los partidos engañan al ciudadano,
con sus maravillosos programas electorales que no van a cumplir. El ciudadano
votó por algo que desea que se cumpla y esto no se lleva finalmente a cabo.
¿Hablamos de democracia?
España
merece democracia real, algo que ha ido empeorando con el tiempo con el
incumplimiento constitucional y electoral.
Fuente:
www.tercerainformacion.es
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