Pedro A. García Bilbao
Publicado en 2013/08/29 1
Ante las declaraciones del portavoz adjunto del PP contra la
República
El PP, el franquismo y el discurso del maltratador.
Pedro A. García Bilbao
Foro por la memoria de Guadalajara
Es igual que el discurso del maltratador, del miserable que
ha torturado y golpeado a su esposa hasta matarla delante de sus hijos e
impuesto durante años el silencio y la desmemoria, para tiempo después, cuando
alguien pretende recordar a la víctima, bramar y vomitar todo su odio cuando se
pretende recordarla. La verdad no importa, no importa que ella quisiera
sencillamente cambiar las cosas, vivir su propia vida y procurar un futuro
mejor para sus hijos. Al maltratador impune, la verdad no le interesa. Hemos
asistido ya muchas veces a este tipo de reacción pública, mitad auto-justificación,
mitad ataque: el maltratador actuó hasta matar por culpa de la víctima, porque
era una mala mujer y él, que tanto la quería, tuvo que matarla a golpes. Y
claro, ahora no le gusta nada que un nieto quiera recordar a la muerta o
incluso ponerla como ejemplo. Les molesta a todos los maltratadores y a sus
herederos que se les recuerde el pasado, y no digamos ya que se le suelte en su
cara que su presente de paz y tranquilidad se basa en un crimen espantoso y en
la mentira y la calumnia a sus víctimas. Pero hay una segunda parte que no se
debe olvidar, el maltratador al que se le fuerza a enfrentarse a su crimen, no
sólo se molesta, también se revuelve y amenaza con volver a hacerlo si se le
obliga. El maltrato es un crimen que no prescribe, es continuado y siempre
mantiene en alto la amenaza si permanece impune. Les molesta, sí, mucho, que se
les obligue a encarar su pasado.
Muy parecida ha sido la reacción de Rafael Hernando, portavoz
adjunto del PP, en el transcurso de la polémica de estos días, levantada por
los excesos de nostalgia franquista de destacados miembros de ese partido y su
organización juvenil. El vómito de odio y desprecio con el que el sr. portavoz
adjunto ha pretendido zanjar las cosas y reprender públicamente a unos y otros,
ha sobrepasado esta vez su propia marca de barbaridades. Ha responsabilizado a
la IIª República del horror del golpe, la guerra y la dictadura posterior, la
República «culpable del millón de muertos» y de «la mayor tragedia de nuestra
historia»; ha pedido que el PSOE expulse a los militantes que usen la bandera
republicana y, se ha extendido en unas curiosas interpretaciones sobre el
sacrificio aliado en Normandía para detener a «Hitler y a Stalin», olvidando
que los republicanos españoles entregaron sus vidas contra el fascismo en todos
los frentes y que nuestra bandera nacional, la tricolor, ondeó el día de la
Liberación en París, mientras la bandera franquista unida al uniforme de los
verdugos combatía voluntariamente en una monstruosa guerra de agresión.
Hernando olvida muchas cosas ciertamente, como por ejemplo que su ciudad natal
fue bombardeada 22 veces por unidades de la Luftwaffe bajo mando franquista.
Entre la notoria cantidad de estupideces que ha soltado el
sr. Hernando, sorprenden los juicios que emite sobre la bandera republicana y
sus comparaciones con la actualmente vigente. Estamos ante un caso de
ignorancia trufada de odio ciego. Es preciso ser un perfecto ignorante —algo
grave siendo diputado— para no reconocer la bandera republicana como
constitucional. La Tricolor es una bandera constitucional, no está vigente,
cierto, pero representa esos valores. A diferencia de la bandera bicolor que
nació para diferenciar las propiedades de la familia Borbón en el Mediterráneo,
la bandera Tricolor representa nuestra tradición de lucha por las libertades
frente al despotismo real y como tal fue adoptada libremente por nuestro pueblo
un día de Abril de 1931 en el que brilló la ilusión y esperanza. La discusión
planteada por Hernando es absurda. La actualmente vigente y la Tricolor son
constitucionales, una oficial y la otra no, tan sencillo como eso, aunque para
alguien capaz de disculpar una dictadura cimentada en un genocidio y en el
expolio de sus víctimas, estos detalles no deben tener mucha importancia.
Los militantes de Nuevas Generaciones que en estos días se
han hecho fotos con banderas franquistas, haciendo el saludo fascista o
mostrado su apoyo al levantamiento faccioso de 1936, parecen inquietar a Rafael
Hernando. El motivo parece claro, esas muestras explícitas de apego a la
dictadura, resultan «inconvenientes», pues muestran a las claras el verdadero
entorno y los referentes morales del Partido Popular.
El Partido Popular es «postfranquista», considera que esa
«historia» es algo pasado, del remoto pasado y que no debe ser recordado;
olvido y silencio sí, pero condena nunca. Para el PP, el golpe y la dictadura
fueron necesarios, dolorosos pero necesarios, como pretende el maltratador que
lo son los golpes a su víctima, y los cientos de miles de muertos, presos,
deportados, torturados y asesinados, el precio que hubo que pagar para lograr
vencer a la «República» y merced a ello, alcanzar la extraordinaria placidez de
la que habló Mayor Oreja y poner así las bases de nuestra flamante democracia
actual. El discurso del maltratador. «Tuvimos que matarla, no nos obligues a
hablar de ello». En este discurso no hay lugar ni para la memoria ni para la
verdad, al fin y al cabo, el expolio de las víctimas todavía sigue y está en la
base de la situación de privilegio y abuso que las políticas del gobierno Rajoy
pretenden afianzar para siempre.
El Partido Popular nació del fango franquista, de la
necesidad de cambiarlo todo para que nada cambiase en la transición miserable
basada en la impunidad del franquismo. En los años de la primera transición, en
ciudades como Guadalajara —un ejemplo como tantos otros—, de la que es oriundo
el sr. portavoz adjunto del PP, del magma de Falange y de Fuerza Nueva salieron
numerosos cuadros jóvenes, hijos de «distinguidas» familias que encontraron
mejor acomodo y un futuro político de éxito en las filas de Alianza Popular,
aunque las envidias y resentimientos entre las facciones de la extrema derecha
local camuflada bajo las siglas de Alianza Popular obligase a alguno de
aquellos señoritos a desarrollar su carrera política en otras provincias. Hoy
les molesta que les recuerden la basura de la que proceden y ladran su odio
hacia la memoria de la República que no solo se resiste a desaparecer sino que
se perfila en el horizonte como la esperanza que necesita nuestro pueblo para
ganar el futuro.
¿Cómo hemos podido llegar a esta situación?
Es difícil de comprender, pero debemos hacernos a la idea
del hecho de que el franquismo sigue siendo legal, legales sus tribunales y
sentencias, impunes sus crímenes y que los señoritos fascistas del PP pueden
darnos a todos lecciones de democracia porque ellos son los herederos de la
finca. Esa es la cruda realidad. Una realidad en la que el sr. alcalde de
Guadalajara, del PP, por supuesto, se niega a autorizar una placa que recoja
los mil doscientos nombres de personas asesinadas por la dictadura entre 1939 y
1944, en la fosa común del cementerio de la capital. Mala conciencia, odio y nulos
valores democráticos definen las políticas públicas del PP hacia las víctimas
del terrorismo franquista. Pero por muy despreciable que sea esta conducta del
PP, ¿qué podríamos decir de los que se lo han consentido desde la izquierda
todos estos años y han sido sus cómplices?
Se trata, a fin de cuentas, del problema de la impunidad del
franquismo. Por ella, Hernando se permite decir lo que dice, el alcalde de
Baralla justificar los cientos de miles de asesinatos o Mayor Oreja, la
placidez de aquellos años. Si lo logran es por la complicidad del PSOE y de
cuentos votaron a favor de la Ley de Memoria que no cuestionaba la legalidad
franquista.
Hay una conexión directa entre todo este horror que Hernando
pretende ocultar y las medidas de gobierno que se aplican cada día, condenando
a la miseria a millones de personas y arruinando el futuro del país. Hay odio y
desprecio, darwinismo social y un clasismo atroz en las acciones del gobierno
del PP. Sabemos cuál es su origen. Y para vencerles habrá que sacar la basura
de una vez y declarar ilegal el franquismo y anular la Ley de Amnistía y situar
a todos estos defensores de los crímenes de la dictadura ante la justicia.
Fuente: http://dedona.wordpress.com/
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