Comienza la apertura de una
fosa con cientos de fusilados
NATALIA
JUNQUERA Madrid 24 AGO
2010
El forense
Francisco Etxeberría, que ha abierto más de un centenar de fosas de la Guerra
Civil desde el año 2000, inició ayer la exhumación de uno de los mayores
enterramientos clandestinos de la época en España. Ubicado en el paraje de La
Pedraja, en la carretera que une Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) y
Burgos, se calcula que puede albergar los restos de hasta 300 personas.
Sus
familiares se llevaron ayer un disgusto porque los primeros huesos hallados
están muy deteriorados. "El terreno es muy húmedo y se esquirlan al
cogerlos, hay que trabajar con mucho cuidado", explicó Etxeberria. 25
personas intentarán recuperarlos esta semana. La agrupación de familiares de
las víctimas recibió una primera subvención del Gobierno de 37.800 euros y
tiene pendiente otra de 56.000 para identificarlos.
Junto a los
restos, han aparecido balas y casquillos. La fosa, de unos 30 metros de largo,
está señalada en la tierra "como una gran mancha negra", según
Etxeberria. Miguel Ángel Martínez, representante de las familias de los
fusilados, siempre ha sabido dónde estaba enterrado su abuelo, detenido tan
solo un día después de la sublevación franquista, el 19 de julio de 1936.
Cadáveres expuestos
"Los
falangistas obligaban a los vecinos a cavar las fosas y enterrar los cuerpos,
uno reconoció a mi abuelo y se lo contó a mi abuela", explica. "Mi
padre, su hijo mayor, va a cumplir 88 años. Aún siguen vivos muchos hijos de
las víctimas. El Gobierno no debería dejar en manos de los familiares este
proceso. ¿Se imagina alguien que hoy el Estado le diera a la familia de una
persona que acaba de desaparecer 2.000 euros para que contratara a un investigador
y que luego le pidiera un justificante de gastos?"
Ayer también
fueron localizados en Villavella (Lugo) los restos de tres guerrilleros
antifranquistas fusilados en 1943. "Una diligencia de la Guardia Civil
obligó a exponer los cuerpos, por eso muchos vecinos recordaban los hechos. Era
una forma de reclamar recompensas", explicó Santiago Macías, de la
Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Los tres fueron
denunciados por un antiguo colaborador y pertenecían a familias represaliadas.
En el caso de Pedro Voces, dos de sus hermanos fueron asesinados, uno de ellos
al entregarse parar curar las heridas después de que le estallara una bomba en
la mano. A su mujer le robaron a su único hijo en prisión.
Fuente: www.elpais.com
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