Cristina Cifuentes, el 25S y Sigmund Freud
Sigmund Freud utilizaba el término “proyección” para referirse a una característica de las personalidades paranoides. Se trata de un mecanismo defensivo que atribuye o proyecta sobre otros los deseos e impulsos propios que no terminan de aceptarse.
La delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, ha hecho hoy unas declaraciones que harían las delicias de cualquier psicoanalista. No puedo dejar de imaginar a mi queridísima Cristina tumbada en el diván del malvado profesor austriaco o, lo que es peor, bajo las garras del más perverso de los profesores que yo tuve, el marxista y pérfido lacaniano Slavoj Žižek .
¿A qué me refiero? Cifuentes ha dicho que la iniciativa Ocupa el Congreso “es un golpe de Estado encubierto”. Como si una pandemia paranoica se extendiera entre la clase política del Régimen, su compañero del PSOE, el diputado y ex secretario de Estado José Martínez de Olmos, ha superado el mecanismo proyector de Cifuentes diciendo que “acampar dentro del Congreso como hizo Tejero o fuera, como ahora se pretende para el 25S, tiene idéntica finalidad: secuestrar la soberanía” ¿Están enloqueciendo nuestros gobernantes?
Hace justamente un año, el PSOE y el PP pactaron a toda prisa una reforma de la Constitución cediendo a las exigencias de Merkel y la Troika, para impedir que el Estado pueda endeudarse, aunque de ello dependa la seguridad de sus ciudadanos. Desde entonces no han dejado de producirse recortes y reformas lesivas de los derechos sociales, hemos visto al Estado endeudarse para rescatar a las entidades financieras responsables de la crisis y, lo que es todavía peor, estamos asistiendo a una transferencia continua de la soberanía del país a poderes exteriores sin control democrático. Lo reconoce el propio Gobierno: hay que obedecer a los mercados. Si la Constitución dice que la soberanía reside en el pueblo ¿Quiénes son entonces los golpistas?
Como cualquier movilización o protesta, el 25S tendrá sus partidarios y sus detractores pero ¿Cómo puede llamarse golpista al que exige públicamente, frente al Parlamento, que se cumpla lo que dice una Constitución convertida por los partidos de Régimen en papel mojado?. Quizá a Cifuentes y a Martínez les gustaría que la ciudadanía adorase las instituciones y fuera al Congreso sólo de visita turística pero, como se preguntaba recientemente una diputada de la izquierda ¿Puede exigirse al pueblo que respete unas instituciones que han dejado de respetarle? En esta locura paranoide parece que se exige a los ciudadanos una relación sadomasoquista con las instituciones: “Te voy a dar bien; más te vale disfrutar y no quejarte” parecen decirnos. Carne de psicoanalista, como les vengo diciendo.
No tengo ningún interés en conocer al diputado Martínez pero quizá no le viniera mal algo de bibliografía sobre la tradición constitucional española desde el siglo XIX; aprendería que los golpes de Estado nunca los dieron los ciudadanos, sino que siempre provinieron de poderes del Estado apoyados por élites económicas. Pero con Cristina Cifuentes sí tengo una cita pendiente. Yo tenía previsto llevarle las cinco temporadas de The Wire pero está claro que tendremos que empezar por Freud (o quizá por “La atadura” de Vanessa Duriès).
Fuente: www.publico.es
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