A Rouco lo que es de Dios
Escrrito por Juan José Téllez.- 26 agosto 2012
No
he visto aún al cardenal Rouco y su capa de purpurina llenar las calles en
protesta por el ataque a la familia que lleva a cabo la política económica del
Partido Popular. Sorprende que el interés de la curia por cualquier nasciturus
no corra parejo con su atención a los morituri te salutam del plan Prepara, a
los que se les va a mangar finalmente el subsidio de los 400 en el caso de que
sus viejos sean mileuristas y pico.
¿Cuánto
tanto por ciento de pompa y alamares invierte la Santa Madre en los comedores
de la crisis, o en Caritas, esa organización tan mal vista por una jerarquía
eclesiástica que ve bien que sus cristianos de base le echen de comer a los
pobres pero les resulta inoportuno que cuestionen además el sistema
capitalista, la impunidad bancaria y el lujo asiático del Vaticano? Ahora los
monseñores parecen más interesados en importar el modelo de las cristotecas
brasileñas para atraer al redil a la juventud descarriada por la música
luciferina de La Troya va al Convento, la fiesta blasfema de la disco ibicenca
Amnesia, que fuerza a su obispo a tomar vacaciones en agosto para no ver en
plena calle a supuestas monjas en auténticos tangas.
La
familia bien, gracias. Pero forma parte del patrimonio inmaterial de la
derecha, como si los de izquierda fuéramos huerfanitos. Pasa como con la
patria, que pareciera propiedad exclusiva de los cuarteles como la bandera
pertenece a los estancos. Ha calado tanto en el imaginario ibérico esa
percepción del mundo que no resulta extraño que José María Ruiz Mateos justifique
su tocata y fuga de los tribunales de justicia, apelando a Dios o a José María
Escrivá de Balaguer que en paz descanse.
Si
a Montesquieu no le ha ido ni chispa de bien en nuestro país, del agnosticismo
ni hablamos. Esto no es un Estado aconfesional, sino un Estado con
confesionarios. Desde que Alberto Ruiz Gallardón se cayó del caballo en el
camino hacia La Moncloa, se habrá abonado a Radio María para disfrutar de los
rosarios en prime time. Al padre Wert, le preocupa mucho nuestra educación: esto
es, le inquieta que nos eduquen, así que a las rebajas de otoño-invierno en la
enseñanza pública, pretende sumar la subvención a los colegios que segregan a
los niños en las aulas, contradiciendo el espíritu de nuestra Constitución pero
siguiendo al pie de la letra los designios del Opus Dei y de los Legionarios de
Cristo; el no va más de la pedagogía de ese Tea Party español, que en vez de
tomar té a las cinco pretende que merendemos hostias por decreto.
En
España, la Apostólica y Romana se siente cómoda como un imán leyendo la sharía
o un rabino pegándose cabezazos contra el muro de las lamentaciones. Este es un
país que le otorga a la multinacional más antigua del mundo un trato
especialísimo en el IRPF, pero además promulga leyes a su dictado, no le cobra
el IBI y le restaura su patrimonio sin tener que usar el dinero de sus
cepillos, siempre y cuando a Kiko Argüello no le de por tunear la iglesia de la
Almudena ni a cualquiera de sus feligreses se les ocurra customizar eccehomos
decimonónicos en la parroquia de Borja.
Todo
esto ocurre, aquí y ahora, como sucedió de antiguo en esta tierra de católicas
majestades. Tanta es nuestra costumbre de silicio y penitencia, de cerrado y
sacristía, de ministros con biblias y biblias con ministros, que ya no le damos
siquiera importancia a que el BOE suela llevar sotana y creemos que se trata de
una simple tradición, un reflejo de nuestra idiosincrasia, como si todo
lleváramos dentro a aquel taxista de Pedro Almodóvar con el frontal del coche
lleno de vírgenes. La Cospedal de mantilla, Rajoy en el Rocío y el pueblo
español camino de su propio via crucis.
No
somos los únicos, cierto es, en la plusmarca mundial del anacronismo. Si aquí
tenemos un juez que cree que tener medallas al valor en Afganistán es un
atenuante contra los malos tratos, un candidato republicano acaba de hablar en
Estados Unidos de la existencia de violaciones legítimas. Y en Rusia, han
mejorado nuestra denuncia contra el prestigioso cocinero de mesías Javier
Krahe: allí, el grupo punkie las Pussy Riot acaba de ser condenado a la tira de
años de trena por meterse con Putin y con la Iglesia Ortodoxa, nunca mejor
dicho.
Respeto todas las religiones, aunque las religiones no
suelan respetarnos. Sin embargo, aceptar la teocracia sería rechazar la
democracia plena. El ladrón del Códice Calixtino, probablemente en connivencia
con el mayordomo del Papa, tuvieron que arrancar de todos los evangelios,
aquella frase tan heterodoxa de “a Dios lo que es de Dios y al César lo que es
del César”. Ese tal Jesucristo debía saber algo de la Revolución Francesa y
quizá por eso lo condenaron a muerte. Aquí y ahora, a Rouco lo que es de Dios y
al Estado que Dios le ampare.
Fuente: www.publico.es
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