LOS BOLCHEVIQUES Y LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE
Artículos de
Opinión | Tribuna Popular TP | 12-10-2012 |
Odiario.info
publica un texto para el cual, por su importancia, llamamos la atención de
nuestros lectores: la introducción que el escritor comunista italiano Giuseppe
Boffa escribió para las “Actas de las reuniones del Comité Central del Partido
Obrero Socialdemócrata de Rusia (Bolchevique)” realizadas entre Agosto de 1917
y Febrero de 1918 (Fechas según el calendario gregoriano).
Pasajes de
ese documento histórico fueron citados por Stalin, por vez primera, en 1924.
Pero las “Actas” solamente fueron publicadas en la URSS después del XX Congreso
del PCUS. En 1964 Francois Maspero lanzó una edición francesa y, en 1978, la
Siglo XXI mexicana publicó las “Actas” en castellano con el título de “Los
Bolcheviques y la Revolución de Octubre”. Fue un ejemplar de esa edición, hoy
agotada, que me llegó a las manos, enviado por un camarada brasileño.
Leí
fascinado esas “Actas” –más de 300 páginas- casi sin interrupciones. Con
algunas lagunas ellas permiten al lector acompañar los debates dramáticos en
que, durante siete meses, menos de tres decenas de revolucionarios que formaban
entonces el Comité Central del Partido Bolchevique tomaron decisiones de las
que vendría a depender la victoria o derrota del proyecto comunista.
Estudié una
media docena de Historias de la Revolución Rusa de 1917, de autores soviéticos
y occidentales. Ninguna es tan esclarecedora de la atmosfera de esas reuniones,
ninguna ilumina tan profundamente como las “Actas” las divergencias que
separaban a los dirigentes bolcheviques unidos por un ideal común.
En aquel
tiempo no había grabadoras y las “Actas”, anotadas a mano en hojas arrancadas
de cuadernos, por la secretaria del Comité Central, Elena Stásova, presentan
naturalmente las insuficiencias y fallas propias del ambiente conspirativo
posterior a las jornadas represivas de Julio del 17.
Eso no
impide que la simple transcripción (igualmente parcial) de las intervenciones de
los principales dirigentes del CC represente una contribución para la Historia
mucho más valiosa que el análisis de escritores y académicos que no
participaron de esas reuniones secretas.
La
introducción facilita la reflexión sobre una Documentación tan densa y valiosa.
Boffa recuerda que los debates incidieron sobretodo en dos temas: la
insurrección armada y, después de la toma del poder por los bolcheviques, la
cuestión de la paz con las Potencias Centrales, después del armisticio del 15
de Diciembre del 17 que suspendió la guerra entre la joven República socialista
y el Imperio Alemán.
Stalin,
Sverdlov, Dzerzhinski, Trotski, Zinoviev, Kamenev, Bujarin, Preobrazhenski y
Alexandra Kolontai fueron algunos de los miembros del CC que entonces
discutieron en Petrogrado, en ocasiones con pasión, las decisiones a ser
tomadas: Lenin no participó en las primeras reuniones porque estaba en la
clandestinidad, perseguido por la policía de Kerenski.
“Las
batallas libradas en el núcleo de revolucionarios que dirigió la primera
revolución socialista fueron autenticas luchas políticas que pusieron en juego
elementos esenciales de la línea del partido y, en ocasiones, los fundamentos
ideológicos del bolchevismo” –escribe Boffa.
El primer
gran choque de posiciones antagónicas ocurrió cuando Lenin colocó la necesidad
urgente de la insurrección armada. Los bolcheviques estaban en minoría en el
Soviet de Petrogrado y la dualidad de poderes jugaba a favor del gobierno de
Kerenski. Lenin consideraba concluido el periodo de desarrollo pacífico de la
revolución porque los mencheviques y los socialistas revolucionarios habían
optado por una alianza tácita con la burguesía reaccionaria.
De ahí el
imperativo de la insurrección armada orientada para la toma del poder.
Cuando Lenin
el 15 de Septiembre presentó la propuesta tendiente a la organización “técnica”
de la insurrección, definiendo ésta como un “arte”, el debate fue prolongado y
tenso.
Dos
dirigentes, Kamenev y Zinoviev, se opusieron frontalmente. Es útil recordar que
Kamenev, que dirigía con Stalin el Pravda, asumirá una posición crítica cuando
Lenin, regresando del exilio, expuso “Las Tesis de Abril” que reformularon toda
la estrategia del Partido Bolchevique.
Pero esta
vez Kamenev y Zinoiev no se limitaron a estar en desacuerdo. Violando la
disciplina partidaria, publicaron en el periódico “Novaya Zhizn”, de Máximo
Gorki (que entonces no militaba con los bolcheviques), un documento en que
combatían y denunciaban la insurrección.
Esto en las
vísperas del asalto al Palacio de Invierno.
“Traidores y
esquiroles ” fueron expresiones usadas por Lenin para definir la actitud de dos
dirigentes a los que lo ligaba una sólida amistad personal. Pero a pesar de
haber pedido la expulsión de ambos del CC y del Partido, la sugestión no obtuvo
mayoría y los dos permanecieron en funciones.
Lo que
confiere a las “Actas un interés especial es la publicación parcial de las
intervenciones de los miembros del CC que participaron en esas tempestuosas
reuniones. Ellas contribuyen para desmontar las especulaciones que corrieron
por el mundo sobre lo que pasó en esas jornadas del Instituto Smolny, cuartel
general bolchevique. El propio John Reed, un amigo de la Revolución, presentó
una versión inexacta de los debates en su libro “Diez días que conmovieron al
mundo”. La propuesta de insurrección fue aprobada por todos los presentes, con
los votos en contra de Kamenev y Zinoviev.
Las dudas de
algunos no sorprenden. Esos veteranos bolcheviques no tenían respuesta para una
pregunta: ¿Era posible una revolución Socialista en Rusia atrasada antes de su
victoria en un país desarrollado? ¿O debería la revolución desarrollarse como
democrática y nacional?
Lenin fue el
primero en comprender que solamente la insurrección armada podría frenar la
contrarrevolución en marcha, apoyada por las potencias imperialistas.
EL DILEMA DE
BREST-LITOVSK
La otra
cuestión que ocupó las agendas de sucesivas reuniones del CC y allí
exhaustivamente debatida fue el de la actitud a asumir frente a la Alemania
imperial después de la toma del poder por el Partido Bolchevique.
En la
Conferencia de Abril en 1917, el Partido tenía decidido oponerse a una “paz por
separado” con Alemania y “proponer a todos los pueblos una paz democrática,
esto és, sin anexiones ni reparaciones”.
El caminar
de la Historia volvió utópica esa posición.
La discusión
en el CC del debate sobre la Paz iniciada después del armisticio del 15 de
Diciembre es la más amplia y emocionantes de las registradas por las “Actas”.
Fueron
dramáticos, vehementes, los debates sobre el tema.
Las
clausulas de paz presentadas por los alemanes y austriacos eran indecorosas y
humillantes. Exigían territorios con un tercio de la población del país y la
mitad de su industria.
El partido
estaba dividido, con destacados dirigentes defendiendo posiciones
incompatibles.
La tendencia
mayoritaria, invocando decisiones tomadas al inicio de la Revolución de
Febrero, optaba por la “guerra revolucionaria” como respuesta al imperialismo
alemán.
Trotski
pretendía que se declarase finalizada la guerra y se desmovilizara al ejército,
pero sin firmar la paz.
La única
posición realista y lúcida, pero minoritaria, era la de Lenin. Las condiciones
alemanas eran monstruosas. Pero la “guerra revolucionaria” era una idea
romántica. Los soldados desertaban en masa del frente; en la práctica, ya no
había ejército. La opción de Trotski era también inaceptable, porqué partía de
una hipótesis improbable en el momento: la revolución inmediata en Alemania.
Trotski
jefaturaba la delegación soviética en las conversaciones con los alemanes, los
austriacos, los turcos, los búlgaros. La ausencia de un consenso le llevó a
tomar una decisión unilateral que mereció severas críticas de Lenin: salió de
Brest declarando finalizada la guerra, pero no firmo la paz: En la práctica
impuso la formula “¡ni guerra, ni paz!”.
La reunión
ampliada del CC del día 23 de Febrero en la que participaron 60 destacados
bolcheviques fue angustiante.
Las “Actas”
transmiten la atmosfera emocionante de aquella sesión en que se jugaba la
suerte de la Revolución Soviética.
Los alemanes
habían denunciado el armisticio y el 21 de Febrero de 1918 y desencadenaron una
ofensiva en todos los frentes y, sin encontrar prácticamente resistencia,
estaban casi a las puertas de Petrogrado.
En su
intervención final , Lenin, que amenazó con dimitir, esbozó un escenario de
tragedia: “Si no firmamos –dice- estaremos suscribiendo la condena a muerte del
poder soviético dentro de tres semanas”.
Lenin
convenció; pero la firma de la paz el 3 de Marzo y la posterior ratificación
del Tratado de Brest dejaron secuelas muy dolorosas. Algunos comisarios del
pueblo dimitieron, abriendo heridas en el Partido.
Resta añadir
que el Tratado de Brest fue declarado nulo por Rusia el 13 de Noviembre, dos
días después de la capitulación de Alemania.
Pero antes
de finalizar la Primera Guerra Mundial las potencias capitalistas iniciaron el
cerco a la joven República Soviética. Los japoneses, en Abril, tomaron
Vladivostok en el Extremo Oriente; los ingleses y los norteamericanos
desembarcaron en las tierras árticas de Rusia, las escuadras británica y
francesa bloquearon los puertos del Mar Negro en tanto los generales blancos
preparaban una larga guerra civil.
Giuseppe
Boffa, señalando que la Revolución ganaría con un alto costo su primera batalla
defensiva, afirma que los acontecimientos de aquellos meses entre el VI y el
VII Congreso del Partido Bolchevique vinieron a destacar “el punto más alto de
toda la historia humana”.
Es mi
convicción de que ningún partido se aproximó tanto a la imagen de la democracia
ideal como el bolchevique en aquellas jornadas.
Las “Actas”
compiladas en “Los Bolcheviques y la Revolución de Octubre” constituyen la más
convincente respuesta a las campañas anticomunistas que deforman y calumnian el
centralismo democrático.
Vila Nova de
Gaia, Octubre del 2012
Traducción:
Jazmín Padilla
*
Intelectual marxista. Ex diputado del PCP y director de www.Odiario.info

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