Maruja Torres: “Las redacciones son hoy un entorno de peloterismo salvaje”
La veterana periodista afirmó en el acto de
inauguración de curso de la Facultad de Comunicación de la UAB que “el
periodismo de la excelencia hace tiempo que no se encuentra en los diarios”
Artículos de
Opinión | David Vidal | 17-10-2012 |
Maruja
Torres criticó
duramente al consejero delegado del grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, al que
llamó “cateto” y “pijo rencoroso sin conciencia”, por su responsabilidad en el
ERE de El País, en el acto de inauguración del curso académico de la Facultad
de Comunicación de la UAB el pasado martes 9 de octubre. También lamentó la
deriva mediocre de las redacciones, “un entorno de peloterismo salvaje”, y del
periodismo, que busca gente “dócil y absorbida por el sistema”.
“Soy Maruja
Torres, tengo 69 años y 48 de profesión, y mucha mala leche”. Maruja Torres, la
Maru en guerra, la ganadora del premio Planeta y Nadal, la escritora de
bandera, la mujer periodista, recordada como un mito por su valentía hombruna y
por su saque alcohólico por los pocos periodistas que aún quedan en la
redacción de El País, querida, asimismo, por su inquebrantable solidaridad con
el débil, y valorada por su ojo infalible para la crónica y el reportaje,
géneros que siempre ha practicado con una prosa viva y precisa, próxima,
chispeante, imaginativa (como cuando bautizó a la zagala de la dinastía de
Rocío Jurado como Roci-Hito o cuando habla, hoy mismo, de Soraya SS), se
presenta así ante cientos de estudiantes de periodismo, que cuando oyen “mala
leche” se arrebujan y murmuran cabeceando en sus asientos del aula magna porque
vienen con ganas de juerga.
“Pero hoy es
un día triste para las libertades en este país”, prosigue Maruja, con rostro
serio. Es, efectivamente, el día del ERE en su periódico de toda la vida, El
País. “Hoy 138 periodistas bien formados y que saben de lo que hablan, con
capacidad crítica para oponerse al sistema, serán despedidos y sustituidos por
gente dócil, absorbida por el sistema desde el inicio y dispuesta a hacer de
todo por 800 euros.”
“El porqué
es la pregunta fundamental en el periodismo y en la vida. Hay que practicar un
periodismo de la contextualización, de la memoria”
Desde ese
periódico, hoy deshinchado y desleído, Maruja tuvo los redaños de cubrir
guerras en las que fue la Fallaci española; estaba en ese periódico cuando
llamó “nazi sionista” a un ministro israelí por su política en los territorios
ocupados en los años 80; en ese periódico vivió en Panamá la muerte por las
balas estadounidenses de su compañero y fotógrafo Juantxu Rodríguez. En ese
periódico. Y le preguntan, claro, por el editor Juan Luis Cebrián, por su
sueldo astronómico, con el que se podrían pagar 400 redactores según convenio
vigente, y por su parte de responsabilidad en la decadencia y caída del mejor
diario de la democracia española.
“La historia
de El País –dice– es la de Saturno devorando a sus hijos. Cebrián nunca asumió
no ser el hijo carnal de Polanco. Es rencoroso y pijo, pero un pijo sin
conciencia. Decía que estaba salvando el periodismo, que había un cambio de
paradigma. Mentira. Perdió 5.000 millones de euros jugando al capitalismo de
casino, comprando radios en Miami y teles latinoamericanas que no valían nada.
Quería ser un tiburón de Wall Street pero era una sardinita que todo lo hizo
mal. Se pulió las ganancias del trabajo de todos nosotros en la aventura del
mejor diario de la democracia española. Cebrián era un quiero y no puedo, un
cateto”.
“Cebrián es
un cateto pijo, rencoroso y sin conciencia. Quería ser un tiburón de Wall
Street pero era una sardinita”
Sin perder
ritmo, la veterana periodista, que ha acudido a dictar una lección inaugural
–“caótica, como yo”- a la Facultad de Comunicación de la UAB, obligada por las
convenciones del género, aborda el estado del periodismo actual. “El ‘porqué’
es la pregunta fundamental en el periodismo y en la vida”, dice. Reconoce que
“en el periodismo ya está todo inventado”, pero recuerda que “cada generación
lo debe sentir todo como nuevo”. Por ello animó a practicar un “periodismo de
la verdad”, es decir, “de la contextualización, de la memoria, un periodismo de
la excelencia, que hace tiempo que no se encuentra en los diarios”, en buena
parte porque en las redacciones de los periódicos se vive hoy “un entorno de
peloterismo salvaje” en el que los buenos jefes brillan por su ausencia.
“Hay
periodistas –explica– que sólo quieren ser jefes. Son los más mediocres y
dóciles. Y ser jefe es lo más fácil del mundo. Cierto que hay mucha gente dando
codazos y haciendo putadas para trepar, pero al final lo consiguen porque pese
a que hay muchos se trata sólo de ir haciendo putadas e ir subiendo. En un
mundo justo no sería así, pero la justicia hace tiempo que no está por las
redacciones.”
“Los jóvenes
acabaréis con todo esto: habrá que barrer mucha mierda y para hacerlo os tenéis
que formar mucho”
Ante la
grave situación actual, Maruja Torres llamó a los estudiantes al “boicot de
forma profesional” y los animó a tomar el control y a acabar con todo lo que no
funciona del sistema. “Yo formo parte de la generación que trajo la democracia,
y éramos muy conscientes de que era eso lo que nos tocaba hacer. Ahora está muy
claro que os toca a los que sois jóvenes acabar con esto. Sois claramente una
generación destinada a hacer cambios. Para ello debéis formaros y formaros
bien, para cuando sea necesario barrer toda la mierda que nos están dejando. Y
habrá que formarse mucho para barrer mucho. Leyendo a Zweig te das cuenta que
incluso esos grandes imperios y esas clases burguesas del siglo XIX se
descompusieron y tuvieron que ser sustituidas por algo nuevo. Ahora todo se
está descomponiendo mucho. Vosotros tendréis que hacer ese proceso.”
Maruja
Torres, la Maru en guerra, la escritora de bandera, la mujer-periodista, salió
del aula magna como Manolete tras una buena tarde: arropada y casi aupada por
un jovencísimo gentío. Una alumna se filtró entre las autoridades académicas
que la rodeaban para criticar lo poco que escriben en la carrera, lo difícil
que es luego encontrar trabajo.
Qué hacemos
con la vocación? –le espetó.
Eso es lo
jodido –contestó Maruja–, los sueños rotos de las personas.
¿Cómo vamos
a hacer todo esto sin seguridad social ni contratos, ni sueldo?
Estamos peor
que nunca. Pero la obligación del periodismo –dijo gravemente– es seguir
intentándolo. Romper el techo. Meterles el miedo en el cuerpo.
Una lección
inaugural.

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