Por qué España no es una Democracia
Artículos de
Opinión | Miguel Luis Jiménez Atencia (Frente Cívico Málaga) | 12-09-2012 |
Preguntemos
a quién preguntemos, y consultemos las fuentes que consultemos, todas,
indefectiblemente, nos responderán que España es una Democracia. La población
asume, en general, que vive en una Democracia por el mero hecho de votar. Se
constituye la Democracia, de esta manera, en un objetivo en sí misma donde
preguntas cómo: ¿son todas las democracias iguales?, ¿persiguen todos los
mismos fines? o ¿se sustentan en los mismos principios? quedan silenciadas u
obviadas.
Es, por
ello, que lo primero que deberíamos hacer es definir qué es la Democracia.
Definiciones de democracia hay tantas como autores. Sin embargo, todas las
definiciones contemplan dos principios básicos:
1.- El poder
político (la soberanía nacional) pertenece al pueblo y no a una sola persona ni
a un grupo reducido de personas. Dicho poder es gestionado por los representantes
del pueblo que son elegidos mediante elecciones libres.
2.- Todos
los ciudadanos, sin excepción, se someten a una ley fundamental o Constitución.
Montesquieu
estableció que en un Estado, el Poder debía dividirse en tres esferas
independientes, apareciendo así, el Poder Legislativo, el Poder Judicial y el
Poder Ejecutivo. Más recientemente, en el siglo XIX, apareció otro Poder, el de
los medios de comunicación, que se nos presenta como un corrector de las
derivas oligárquicas que aparecieron en muchas sociedades Democráticas. Hoy día
es inconcebible una democracia sin medios de comunicación. El propio Vargas
Llosas, en su discurso de agradecimiento del Nobel, reflexionaba sobre el papel
imprescindible que desarrollaron los medios de comunicación en la transición
española y cómo en la actualidad son uno de los pilares fundamentales de los
estados democráticos.
Ahora que
sabemos que es o debiera ser un Estado Democrático, miremos a nuestra querida
España: España no es una Democracia, ya que los poderes del Estado están
cuestionados en cuánto a su legitimidad y representatividad. Son muchos los
factores que han contribuido a esta situación pero, desde luego, dos de los que
más peso tienen son la Ley Electoral, que se basa en el Método D’hont, y las condiciones
impuestas por el antiguo régimen en nuestra Constitución. El método D’hont es
una herramienta estadística por la cual se intenta que el reparto de los
escaños sea homogénea y justa. Sin embargo, como todo método
estadístico, el
tamaño de muestreo lo es todo. Es decir, si en vez de tener circunscripciones
electorales muy pequeñas como actualmente, tuviésemos otras mayores, como las
Comunidades Autonómicas o incluso una única circunscripción, los errores serían
mínimos. Sin embargo, con el actual sistema, la Ley D’hont de facto lo que
impone es una penalización de los partidos minoritarios con voto disperso
mientras se favorece a los partidos mayoritarios y a aquellos que tienen el
voto muy concentrado geográficamente, como los nacionalistas. De esta manera,
se viola otro de los fundamentos de la Democracia: todos los ciudadanos son
iguales ante la ley, artículo 14. Este principio se rompe ya que todos los
votos cuentan, sí, pero unos más que otros, dependiendo de la circunscripción
donde se ejerza el voto. Por otro lado, el antiguo régimen impuso una series de
condiciones, que vienen plasmadas en nuestra constitución, cuya legitimidad es,
cuanto menos, cuestionable. Obsérvese como la jefatura del estado tenía que
recaer sobre una Corona que era hereditaria del franquismo. Igualmente, aunque
se define al Estado como aconfesional, se encumbra a la Iglesia Católica a una
situación de manifiesto privilegio; no se reconocen los derechos de
autodeterminación de los pueblos; el rey como figura inviolable y no sujeta a
responsabilidad; etc. Cierto es, que la Constitución fue aprobada en referéndum
por todos los españoles pero, tal y como afirma el profesor Jerónimo Ríos
Sierra, a la población se le puso en una disyuntiva fatalista, que invitaba a
escoger entre el horizonte democrático que esta constitución mostraba o el
continuismo del franquismo. Es, por ello que, afirmar que la Constitución es
legítima en todos sus extremos es, cuanto menos, una gran simplificación.
España no es
una Democracia tal como definía Montesquieu, ya que no existe independencia de
los tres poderes del Estado. Esto lo podemos ver, claramente, con el Poder
Judicial, donde los 12 vocales de su máximo órgano de gobierno, el Consejo
General del Poder Judicial, son elegidos por un sistema de cuotas por los
partidos políticos. Esto, que debería ser un escándalo, se comenta con total
normalidad en los noticieros de nuestro país. Otro ejemplo de la falta de
independencia del Poder Judicial lo encontramos cuando el ejecutivo indulta
unilateralmente a aquellos reos que estima oportuno. Contémplese el caso del
consejero delegado del Banco Santander, Alfredo Sáenz, indultado por el
gobierno Socialista aun cuando el informe del Tribunal Supremo era contrario.
Igualmente, cada vez es más difícil dibujar los límites entre el Poder
Ejecutivo y el Legislativo ya que, en la actualidad, son un todo, uniforme y
compacto.
España no es
una Democracia, ya que la ley fundamental a la que se someten todos los
ciudadanos, la Constitución, es incumplida de forma reiterada. Es más, existen
dos constituciones. Por un lado, los artículos que benefician a los detentores
del poder, los cuales son cumplidos a rajatabla. Dichos artículos, si no
satisfacen al 100% son modificados, realizando una reforma constitucional “exprés”
sin someterla a referéndum. Véase, en este sentido, la reciente modificación
del artículo 135, según el cual, los recursos económicos del Estado satisfarán,
en primer lugar, los compromisos financieros y, después, las necesidades en
sanidad, educación, I+D+I, etc. Por otro lado, tenemos multitud de artículos
que son obviados, tergiversados o violados llanamente. Pondremos sólo algunos
ejemplos:
a) Artículo
1.2: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los
poderes del Estado.”. Son muchos los ejemplos a los que podemos apelar para ver
cómo muchas áreas de la soberanía nacional han sido controladas por intereses
que nada tienen que ver con el pueblo español. Quizás, el ejemplo más
paradigmático sea el de la economía. La Política Económica del país ya no es
decidida por el Poder Ejecutivo, si no que viene dirigida por Poderes exógenos
al país y a sus intereses. El propio Ejecutivo lo admite cuando asume que la
reforma laboral, la creación de un banco malo, el rescate de la banca , el más
que presumible rescate del país o todo el conjunto de medidas que se engloban
en las llamadas “medidas de recorte”, son decisiones impuestas por los
“mercados”, la UE, el FMI, BCE, etc. b) Artículo 14: “Los españoles son iguales
ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razones de
nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o
circunstancia personal o social” Estimado lector, si ha llegado hasta aquí,
entenderá claramente que este artículo es violado de forma sistemática. La ley
electoral impide que todos los españoles seamos iguales ante la ley, la figura
del rey no es igual ante la ley que la de cualquier otro ciudadano, dependiendo
del lugar de nacimiento las diferencias en la asistencia Sanitaria son mayúsculas,
mientras todos los ciudadanos pagamos nuestros impuestos el gobierno crea una
amnistía fiscal para los defraudadores, los procesos judiciales son cada vez
más caros por lo que el acceso a la justicia depende de los recursos económicos
de las personas, etc., etc., etc.
c) Artículo
18, sobre el derecho a la intimidad y la inviolabilidad del domicilio. Nuestros
datos son mercancía con la que innumerables empresas negocian sin nuestro
consentimiento. Con esta información se crean estrategias de venta, estudios
financieros de riesgo, estudios sociológicos respecto al consumo, etc. Otro
ejemplo paradigmático es el de la red ECHELON. Esta es considerada como la
mayor red de espionaje y análisis de comunicaciones de la historia y opera a
nivel mundial. En junio de 2001, en el marco de la colaboración antiterrorista
entre el gobierno del Sr. Aznar y de George W. Bush, diversos medios de
comunicación, como The Guardian o El Mundo, se hicieron eco del acceso que se
concedió al gobierno Español a la red ECHELON y CARNIVORE. Es decir, que desde
la creación de ECHELON nuestras comunicaciones están “pinchadas” pero desde
2001 existe un consentimiento público del Gobierno que además admite que las
usas para sus fines.
d) Artículo
35.1: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo
[.....]”. Con 4.615.269 parados, no es necesario explicar hasta que punto este
artículo es incumplido. Sin embargo, lo peor es que, lejos de trabajar para
solucionar esta tragedia nacional, los esfuerzos que se llevan a cabo van justo
en el sentido de su perpetuación y de la degradación de las condiciones de los
que tienen trabajo. Basta un análisis de la última reforma laboral (Real
Decreto-ley 3/2012, de 10 de febrero) para comprender hasta que punto el
derecho al trabajo y de los trabajadores es menospreciado.
España no es
una Democracia, ya que los medios de comunicación no desarrollan su labor
fundamental de informar, abrir espacios de debate y formar, en el sentido más
extenso de la palabra, a los ciudadanos. Sin información no hay Democracia, ya
que sin conocimiento no hay libertad para elegir. Los medios de comunicación
tienen dueños. Esto, que es una obviedad, merece ser recordado ya que desde el
mismo momento en que existen propietarios, la empresa responde en primer lugar
a las necesidades e intereses de los propietarios. Queda pues, el interés
general, relegado a un segundo lugar. Llegados a este punto, es interesante
detenernos en ver quienes son los dueños de los medios de comunicación
españoles, para ello recomiendo la lectura del trabajo de Núria Almirón de la
Universidad Pompeu Fabra y titulada: Grupos privados propietarios de medios
de comunicación en España: principales datos estructurales y financieros.
En las conclusiones de dicho trabajo podemos leer “El análisis de la
estructura de propiedad de los grandes grupos (más de 100 millones de euros de
ingresos procedentes de medios de comunicación) muestra que la propiedad
familiar tradicional sólo se mantiene en los grupos de comunicación veteranos
españoles (Godo, Hola, Planeta, Prensa Ibérica y Zeta). El resto de grupos
–tanto los extranjeros como los grupos españoles de emergencia más tardía y
todos los cotizados en bolsa– muestran una penetración relevante del capital
financiero en su seno”. Igualmente, es muy interesante ver el gráfico
que en www.esmola.wordpress.com
se muestra. En resumen, en gran medida, los medios de comunicación en España
son propiedad de los grandes bancos y fondos de inversión. Su independencia es,
por tanto, cuanto menos cuestionable y su principio de interés general
inexistente. Deberíamos plantearnos cómo la esfera de la comunicación, el
cuarto Poder y pilar fundamental de la Democracia, está en manos privadas. En
cierta forma es como si el Poder Judicial, el Ejecutivo o el Legislativo fuesen
empresas privadas que cotizaran en bolsa!?
Como vemos,
desde los tiempos de la Transición y hasta el presente, hemos asistido a un
golpe de estado incruento y a cámara lenta, tal y como nos dice Julio Anguita.
La ciudadanía ha sido engañada con la farsa de las elecciones de un sistema que
estaba amañado. La Democracia es mucho más que votar cada cuatro años como
hemos puesto de manifiesto, pero en la ilusión de las votaciones, nos han
robado una Democracia que nunca terminó de llegar.
Referencias: Constitución Española 1978. http://www.guardian.co.uk/world/200... http://www.elmundo.es/navegante/200... http://www.esmola.wordpress.com
http://www.expansion.com/2012/07/03... http://www.meneame.net/go.php?id=1528490
http://www.unav.es/fcom/comunicacio...
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