Cómo las
farmacéuticas engañan a médicos y pacientes
Publicado el 24 de septiembre de 2012 por alberto
El escándalo de la reboxetina debería haber encendido
todas las alarmas. Aprobada en muchos países europeos desde finales de los 90,
la reboxetina
es el principio activo de un fármaco para la depresión clínica.
En año 2010, un grupo de investigadores alemanes publicó
en el British Medical Journal un estudio que demostraba que no sólo el
medicamento era inefectivo, sino que, además, la compañía farmacéutica había
ocultado a la comunidad médica aquellos tests que le eran desfavorables. De
7 ensayos clínicos contra placebo, 6 mostraban que la reboxetina no era más
eficaz que el placebo. Ninguno de esos 6 estudios fue publicado en revistas
científicas. Además, en los ensayos clínicos contra otros antidepresivos, la
compañía farmacéutica había eliminado tres cuartas partes de los datos.
(Nota: el artículo del British Medical Journal que
destapó el caso es gratuito y podéis leerlo aquí) esta en ingles.
Inexplicablemente, en España la
reboxetina sigue siendo comercializada por Pfizer bajo los nombres
“Norebox” e “Irenor” (números de registro 61969 y 63157 en la Agencia Española del Medicamento). La agencia
federal que supervisa los fármacos en los EEUU (conocida por sus siglas, FDA)
nunca aprobó la reboxetina por falta de eficacia probada.
Pfizer no es la única compañía envuelta en un
escándalo de ocultación de datos científicos. En Febrero de 2010, el Senado
de EEUU publicó un informe donde se describe cómo la farmacéutica
GlaxoSmithKline (GSK) no sólo mintió sobre los riegos cardiovasculares de uno
de sus medicamentos contra la diabetes sino que además trató de silenciar a los
científicos que los advirtieron. La FDA calcula que este fármaco produjo
83.000 infartos entre los años 1999 y 2007. Hace unos meses, GSK decidió
declarase culpable ante los tribunales norteamericanos.
El caso se remonta a 1999. En varias conferencias
científicas celebradas aquel año, el Dr. John Buse, profesor en la Universidad
de Carolina del Norte-Chapel Hill, comenzó a advertir sobre los posibles
riesgos de la rosiglitazona, un medicamento que suponía miles de millones de
ingresos para GSK. Tachi Yamada, entonces director de investigación de GSK,
envió una serie de emails intimidatorios a Buse, quien decidió cesar sus
críticas.
Ben Goldacre, doctor en Medicina e investigador en la
Universidad de Oxford, explora las razones de algunos de estos fraudes en un libro que se publicará esta semana en el Reino Unido.
Según Goldacre, la regulación de la industria farmacéutica es todavía
deficiente. Por ejemplo, las compañías farmacéuticas no están obligadas a
publicar todos los ensayos clínicos que realizan y por lo tanto, los que se
hacen públicos son casi siempre favorables a sus intereses. Es también una
práctica habitual que, cuando investigadores universitarios aceptan
financiación de una farmacéutica, se les haga firmar un contrato por el cual no
pueden publicar ningún resultado sin el permiso de la compañía. Las
farmacéuticas financian además numerosas revistas y conferencias médicas.
Al igual que con la crisis bancaria, abandonar una industria
multibillonaria a las fuerzas del mercado, sin una regulación adecuada,
puede tener consecuencias nefastas para todos.
Fuente: www.publico.es
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