Luis Calandre y el Hospital de
Carabineros de Madrid
Félix Población Periodista y escritor
11 septiembre
2012
Hace unos
meses se presentó en la Universidad de Murcia el libro Ciencia y compromiso.
Luis Calandre Ibáñez, vida y obra, del que es autor José Manuel Sebastián
Raz. Con este trabajo se rescata la memoria de quien fuera una de las
personalidades científicas más prestigiosas antes de y durante la Segunda
República, represaliado luego con la instauración de la dictadura franquista.
El doctor Calandre, discípulo de Ramón y Cajal, fue fundador en 1914 del
Laboratorio de Anatomía Microscópica de la Residencia de Estudiantes, director
después del Hospital de Carabineros -ubicado en la misma residencia en el
transcurso de la Guerra de España-, y subdelegado en 1938 de la Junta para la
Ampliación de Estudios, de la que dependían tanto la Residencia de Estudiantes
como el Instituto Escuela, fundaciones ambas de carácter estatal y que Fernando
de los Ríos, ministro de Instrucción Pública de la República, consideró como la
simiente de aquel régimen, así como de la reactivación cultural y científica
experimentada por el país.
Habría
sobrados motivos para detenerse a glosar la actividad profesional que como
investigador y médico cardiólogo llevó a cabo Luis Calandre Ibáñez antes de la
victoria del ejército golpista. También, para no pasar por alto la
inhabilitación que para el ejercicio de su profesión comportó el triunfo de
aquella rebelión militar, con el consiguiente perjuicio para la sanidad
española en los duros tiempos de la posguerra. El libro aludido ha investigado
al detalle ambos aspectos bajo un título que certifica el entendimiento que su
protagonista tuvo de la ciencia y la medicina, entendimiento al que Calandre
también se atuvo a la hora de mantener su compromiso profesional y ético al
servicio del Gobierno de la República y que la dictadura no le perdonó.
En
atención a ese compromiso me parece oportuno hablar del doctor Calandre como
director del llamado Hospital de Carabineros de Madrid durante el conflicto
armado, pues muchas eran entonces las necesidades sanitarias de la capital de
España, que sufrió un estrecho e implacable acoso por parte de las tropas
sublevadas. Apenas es conocido el hecho de que Luis Calandre Ibáñez, al frente
de su centro, fue capaz de abortar una incipiente epidemia de malaria declarada
entre los soldados republicanos que combatían en el cercano frente de guerra.
De esa ardua y exitosa labor queda como testimonio un folleto, conservado por
Cristina Calandre, autora a su vez de un libro sobre su abuelo, anterior al ya
mencionado.
Precisamente
porque este libro data del año 2008 y porque los promotores de una exposición
sobre la malaria, celebrada en la Biblioteca Nacional al año siguiente,
tuvieron constancia de ese folleto -enviado por la propia Cristina a uno de los
comisarios del evento-, es difícil de entender que la excelente tarea médica
desarrollada por el doctor Calandre contra esa enfermedad en el Hospital de
Carabineros no tuviera la más mínima referencia en la aludida exposición. De
nada valió que su nieta reclamara una explicación para tan flagrante olvido o
elusión, porque lo único que obtuvo de la directora del centro fue una
respuesta retórica y convencional.
Pero hay
otra iniciativa, puesta en marcha por Luis Calandre en el citado hospital, que
quizá denote de modo más flagrante la omisión, el desprecio y/o la indiferencia
con los que se ha tratado su figura y su obra, tan significadas por su
compromiso cívico y humanitario con la causa republicana. En febrero de 2007,
Cristina Calandre, que desde dos años antes se había dedicado a investigar en
el archivo de su abuelo, descubrió que bajo la Residencia de Estudiantes se
encontraba el refugio antiaéreo construido durante la guerra para proteger al
hospital de los bombardeos nazi-fascistas de la Legión Cóndor. Ese refugio,
ubicado bajo lo que hoy es sala de conferencias, se encuentra medio o
enteramente derruido actualmente -tras haberse saltado la administración la
catalogación de edificio protegido que tiene el mismo-, según la nieta del
doctor.
Para más
inri, hay otra información que Cristina Calandre ha suministrado en un último
artículo sobre la obra de su abuelo a raíz de la celebración, en la Residencia
de Estudiantes, del Día Oficial de la Memoria del Holocausto. En el Boletín
Oficial del Estado del pasado 19 de noviembre se publicó una orden de
Presidencia del Gobierno referente a la preservación y recuperación del
patrimonio de la Residencia de Estudiantes, donde se afirma que el decreto
[ilegal] franquista del 19 de mayo de 1938 disolvió la Junta por la Ampliación
de Estudios. Teniendo en cuenta que hasta marzo de 1939 el doctor Calandre fue
subdelegado de la JAE y que una parte de España seguía bajo la legalidad
constitucional y democrática de la II República, tal parece que el BOE de
nuestro vigente régimen monárquico/constitucional legitima un decreto emanado
del ejército golpista a la hora de publicar una orden oficial.
Resulta
cuando menos paradójico que en ese centro se haya celebrado, con motivo del Día
Oficial de la Memoria del Holocausto, un seminario destinado a docentes y
organizado por casa Sefarad/Israel bajo el elocuente epígrafe Resistencias a
las políticas nazis: resistencias armadas y espirituales durante el Holocausto.
Los ponentes habrán ignorado que debajo de sus argumentos estuvo alojado un
lugar más de la memoria histórica de este país, destruido y secuestrado a la
recordación pública: el refugio antiaéreo promovido a instancias del doctor
Calandre Ibáñez, testimonio de la barbarie de la aviación nazi-fascista sobre
los hospitales de Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario