A Beate Zschäpe se imputan los delitos de
pertenencia a grupo terrorista y asesinato múltiple por la muerte de ocho
inmigrantes turcos, un griego y un agente de policía.
EFE Múnich 06/05/2013
10:12 Actualizado: 06/05/2013 10:34
De izquierda a derecha, Beate Zschäpe, Uwe Böhnhardt y
Uwe Mundlos, en imágenes de archivo. -REUTERS
La justicia
alemana abre este lunes en Múnich el juicio por terrorismo contra la
neonazi Beate Zschäpe, única superviviente del grupo Clandestinidad Nacionalsocialista
(NSU) cuyos asesinatos de inmigrantes delataron un fracaso policial
en toda regla frente a la ultraderecha.
Desde horas
antes de la apertura, grupos de manifestantes de izquierda se apostaron ante el
edificio de la cámara exigiendo con pancartas el total esclarecimiento del caso
y la presunta responsabilidad de los cuerpos de seguridad alemanes, dados los
múltiples fallos en las investigaciones.
Zschäpe, de
38 años, comparecerá ante la Audiencia Territorial muniquesa entre medidas de
seguridad extremas, con esposas en las manos y los tobillos, para responder
del asesinato de ocho turcos y un griego, de 2000 a 2007, así como de una
agente policial, por lo que se le imputa pertenencia a grupo terrorista
y asesinato múltiple.
Se trata de
la primera vez que se aplica el término terrorismo a asesinatos de la
ultraderecha en Alemania, a lo que se suma el hecho de que no ha trascendido
nada de las declaraciones de la acusada en los sucesivos interrogatorios
policiales a que se la ha sometido.
Será así el
primer contacto directo con la procesada, cuyo rostro ha llenado las portadas
de todo el mundo y en medio de las sucesivas polémicas que han envuelto el
caso, incluida la exclusión inicial de medios turcos del juicio, país de origen
de ocho de sus víctimas.
Zschäpe
ingresó en prisión preventiva el 8 de noviembre de 2011, cuando se entregó a la
policía tras incendiar la casa donde había convivido con los otros dos miembros
de la NSU, Uwe Böhnhard y Uwe Mundlos.
Sus dos
compañeros habían aparecido muertos cuatro días antes en una autocaravana,
en lo que inicialmente se consideró un doble suicidio de dos
delincuentes acosados por la policía tras atracar un banco.
En esa casa
parcialmente destruida de Zwickau (este del país) se encontraron las pistas y
el arma con que habían muerto asesinados nueve inmigrantes en distintos puntos
del país, así como macabros vídeos donde el grupo se jactaba de sus
crímenes.
"Vergüenza" nacional
Salió a
relucir lo que la canciller Angela Merkel calificó de "vergüenza
para Alemania". Es decir, la revelación tardía de una célula neonazi que
asesinó impunemente a inmigrantes, en distintos puntos del país, sin que la
policía llegara a detenerlos.
No se siguió
el rastro de los asesinatos, que se atribuyeron a ajustes de cuentas entre
extranjeros o crímenes familiares, pese a que un simple cruce de datos habría
revelado que se habían realizado con la misma arma -una Ceska 83 calibre 7,65
milímetros-.
Los tres
neonazis se financiaron atracando bancos y, además de los diez
asesinatos que se imputan a Zschäpe, cometieron en 2001 y 2004 dos atentados
con bomba en Colonia, con una veintena de heridos, que también se
atribuyeron a extranjeros.
Su primera
víctima fue un vendedor de flores de Nuremberg, al que siguieron otros ocho
comerciantes -desde un sastre a vendedores de frutas y verduras o cerrajeros-
en distintos puntos del país.
Zschäpe será
juzgada junto a cuatro presuntos cómplices de la NSU, cuyos vínculos con otros
ultraderechistas se revelaron tan tardíamente como todo lo que rodea al caso y
en medio de sospechas de inoperancia o encubrimiento policial con esos
círculos.
Será así un
proceso en que no solo se juzgará a la presunta autora de los crímenes racistas
que conmocionaron a la Alemania de Merkel, sino también, aunque indirectamente,
la ineficacia o lasitud de las fuerzas de seguridad frente a la ultraderecha.
Destrucción de informes
Ni la
policía ni los servicios de espionaje cayeron sobre ellos, pese a que se tenía
constancia de las actividades del grupo con tan revelador nombre desde 1998,
año en que pasó a la clandestinidad.
Al cúmulo de
errores, negligencia o connivencia se sumaron la destrucción deliberada de
actas policiales relacionadas con el grupo, ya con Zschäpe en prisión y sin
motivo aparente.
La reacción
de Interior fueron varios relevos en los cuerpos de seguridad y la
reorganización de sus estructuras, vistas las lagunas de coordinación entre los
64 estamentos policiales o de inteligencia del país, repartidos entre los
"Länder" y el Estado federal.
A la cadena
de escándalos que rodearon el caso se sumaron, en la recta final, las demandas
ante el Tribunal Constitucional de medios turcos, que habían quedado fuera del
reparto de acreditaciones entre los 50 puestos previstos para la prensa.
Tras un
largo tira y afloja, se resolvió la cuestión por el procedimiento del sorteo,
cuyo resultado desató nuevas protestas ya que quedan fuera varios medios
alemanes de difusión nacional, en un país donde los juicios no se transmiten
por televisión ni tampoco se pueden seguir por vídeo en alguna sala vecina de
mayor aforo.
Será así un
proceso en que no solo se juzgará a la presunta autora de los crímenes racistas
que conmocionaron a Alemania, sino también, aunque indirectamente, la
ineficacia o lasitud de las fuerzas de seguridad frente a la ultraderecha.
Para el
juicio se han previsto 80 vistas, lo que teóricamente prolongaría el proceso
hasta enero de 2014, aunque se cuenta con que se extienda más.
El pliego de
la acusación está contenido en 488 páginas, se han convocado 606 testigos a
declarar y la acusación particular representa a 80 demandantes, la mayoría
familiares de las víctimas
Fuente: www.publico.es
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